viernes, mayo 16, 2025

Desprecios rusos

La chulería con la que Rusia actúa en todo lo relacionado con Ucrania sólo es comparable a la crueldad con la que se desarrollan sus acciones sobre el terreno de ese invadido país. El fin de semana pasado, tras una visita de los mandatarios de Reino Unido, Francia, Polonia y Alemania a Kiev, los cuatro acordaron exigir un alto el fuego inmediato de treinta días y la reanudación de conversaciones al más alto nivel entre Rusia y Ucrania. No les voy a engañar, que países europeos exijan algo a Rusia me pareció caso enternecedor, porque carecemos de cualquier tipo de poder disuasorio que sea capaz de amedrentar al tirano moscovita. Pero bueno, las declaraciones se hicieron. Y se esperó a ver qué efecto tenían.

Pocas horas después, en una comparecencia ante la prensa a horas intempestivas, Putin afirmaba que aceptaba la propuesta de reunirse con Zelensky, nombrando a Estambul como lugar neutral para ese encuentro. Este anuncio fue recibido con alborozo en muchos medios, especialmente los próximos al putinismo, y con recelo en casi todos los demás, por la sospecha de que estuviéramos ante un movimiento realmente sincero del kremlin en la búsqueda de un alto el fuego, aunque fuera parcial. Dejó claro el dictador que, eso sí, de tregua de treinta días nada de nada, que sus operaciones militares continuarían como estaba previsto. A lo largo de la semana se fue calentando el ambiente ante el posible cara a cara de Putin y Zelensky, una vez que el mandatario ucraniano dejó claro que él sí acudiría a Estambul. Incluso Trump, de gira en busca de negocios y corruptelas por las monarquías del golfo, anunció que, de darse la imagen de ambos contendientes juntos en torno a una mesa, ahí acudiría. Finalmente, como reza el dicho, vísperas de mucho, día de nada. Zelensky llegó a Estambul el miércoles ante el encuentro previsto el jueves, y ya ayer se confirmó por parte de Rusia que Putin no acudiría a la cita, pero es que ni si quiera Lavrov, su ministro de exteriores, se iba a molestar en presentarse. No, no, Rusia manda una delegación de tercer nivel, encabezada por un señor semi desconocido al que se le atribuye la reescritura de los libros de texto rusos para que los niños rusos aprendan bien las mentiras que el kremlin propaga respecto a la invasión ucraniana. Afirma el entorno de Putin que esta delegación tiene poderes absolutos para negociar, pero eso es algo que nadie se cree. Además de este evidente signo de desprecio, ayer se sucedieron las declaraciones de portavoces del Kremlin cuyo único fin era el de insultar, no metafóricamente, a Zelensky, tachándole de payaso, ridículo, prepotente y toda una serie de agravios dirigidos a ridiculizar la posición ucraniana. Con estos antecedentes nadie tiene claro si hoy se va a producir algún tipo de encuentro entre delegaciones de ambas naciones y, de darse, si va a servir para algo más que para cruzarse insultos. El suflé abultado que se había organizado a principios de semana respecto a este encuentro ha acabado casi en la nada, y con la sensación colectiva de que Putin ha manejado los tiempos, ha ganado algunos días y, ante los suyos, se ha mostrado dialogante frente a la intransigencia de un Zelensky que no admite esa paz que conlleva la claudicación ante las tropas rusas. El último en sumarse al fracaso de la iniciativa ha sido Trump y los suyos. Marco Rubio, el secretario de estado, ya ha comentado que tiene muy pocas esperanzas en este encuentro, devaluándolo al máximo, y el propio Trump ha dicho que hasta que él y Putin se junten no habrá solución a la guerra, dejando claro que el papel de Ucrania en este asunto sigue siendo el de acatar lo que las dos potencias decidan, dado que su voluntad como nación no existe para el asesino que la ha invadido y, desgracia, tampoco para el ahora presidente de la gran potencia global y líder de occidente, que ha sido el principal apoyo de los ucranianos durante estos ya más de tres años de invasión.

Más allá de farsas diplomáticas, en el terreno continúan los avances rusos, a una velocidad mínima y un coste disparado, más para ellos, pero también para los ucranianos. La guerra se cobra cientos de bajas al día, entre muertos y heridos, y el destrozo en las zonas disputadas es total. Si el escenario se mantiene como hasta ahora, y Ucrania no recibe la ayuda militar occidental, es muy difícil que con sus propios recursos humanos y materiales pueda sostener el combate. A ese juego de dilación y desangrado se dedica el maldito Putin, para quien los ucranianos importan tanto como sus propias tropas. Nada. Y Trump, para nuestra desgracia, haciéndole el juego.

Subo a Elorrio este fin de semana y me cojo el lunes. Nos leemos el martes 20. Pásenlo bien

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