lunes, mayo 26, 2025

Rafa Nadal y su manera de ser

Ayer Nadal recibió el homenaje a toda su carrera que le tributó el torneo que se juega en París, uno de los cuatro más importantes del mundo, y que él ha ganado un montón de veces. Esas victorias, entre otras, le convirtieron durante algunos años en el mejor tenista del mundo, y según los expertos, su palmarés hace de él el mayor deportista español de la historia. Es una persona famosa en el mundo entero por los partidos que ha disputado, que millones y millones de personas han visto, en vivo o a través de la televisión. En el acto de ayer, sobrio, Nadal se emocionó mucho, y dio gracias a mucha gente, también a los parisinos, público exigente como pocos, que ha acabado rendido a los pies de su figura.

Ya saben que el deporte me interesa poco, y creo que a Nadal lo he visto jugando unos minutos en mi vida, no demasiados. No se si alguna vez he visto un partido de tenis entero, creo que no. De Nadal no me interesa su juego, su palmarés, su revés o cualquier otra cosa relacionada con lo que hacía en las pistas, sino el cómo era en las pistas, y fuera de ellas. Entre los agradecimientos que mencionó expresamente ayer, Nadal citó a su tío, Tony, que es quien le ha forjado como jugador y persona. Durante muchos años ha sido su entrenador, y sólo dejó ese papel en el tramo final de la carrera de Rafa, cuando decidió retirarse después de haber hecho todo lo que creía que era capaz de hacer. Tony le inculcó a su sobrino, desde crío, una serie de ideas que son la base de lo que conocemos como “Rafa” en la actualidad. Le enseñó que jugar a tenis es difícil, y que si quiere ser bueno en ello debe ser constante, intenso, metódico, obsesivo, siempre entrenando, siempre practicando, siempre trabajando. Vio cualidades en el chaval desde el principio, pero le grabó en la cabeza que esas presuntas cualidades no son nada sino se ejercitan, sino se les saca todo el rendimiento posible. La idea que expresaba Picasso de que la inspiración era gloriosa, pero deseaba que le pillase trabajando, y por eso se pasaba horas y horas en el estudio creando sin cesar. Dedicación sin fin para que, pasara lo que pasase en la pista, el resultado estuviera al menos garantizado en lo que de él dependiera. Todo esto parecen obviedades, pero no lo son, y Nadal tío se las grabó a su sobrino bien en el fondo. Pero, con mucho, no son lo más importante de lo que le enseñó. Lo primordial es que el tenis, eso a lo que iba a dedicar la vida y su cuerpo sin descanso, no era importante, no es nada importante, sólo un juego en el que uno pega con una raqueta a una bola y trata de que el de enfrente no pueda hacer lo mismo. Nada más que eso. El tenista, el deportista, no es importante, el deporte no es importante. Las cosas importantes de la vida son otras, y en ellas uno debe ser consciente de su modestia, de su poco ser, de la necesidad de comportarse con honestidad en todo momento y de que el rival, el público, el recogepelotas, el que está en la taquilla vendiendo helados o cualquier otro es tan importante como uno, y que triunfar en la pista no es triunfar en la vida, sólo es triunfar jugando al tenis. Tony inculcó a Rafa, por encima de todo, a no creerse nada, a no pensar que por ser un buen jugador de algo es más que los demás, a no dejar que el ego que rodea todo el mundo del deporte le sobrepasase y empezara a creérselo. Le ancló los pies en la tierra de una manera casi inhumana, sorprendente, pero efectiva. Puedes llegar a ser el mejor jugador de tenis del mundo, o no, puedes ganar torneos o ser eliminado en una ronda intermedia, de tu rendimiento y del del rival dependerá lo que pase, pero nunca te creas superior por ganar, nunca menosprecies al rival, nunca achaques a otro las cosas que pasen porque sean fallos tuyos, nunca te llenes de soberbia por lo que consigas ni dejes de valorar lo alcanzado. Recuerda que sólo eres un chico que hace algo tan intrascendente como pegar golpes con una raqueta a una bola, nada más que eso. No eres Dios, no eres superior, tu yo no es más que el yo de los demás.

En una época donde ese “yoísmo” reina en todos lados, y las redes sociales fomentan el culto al narcisismo hasta unos límites que hace mucho que superaron el absurdo, el mensaje de Tony y Rafa es de una capacidad transgresora inmensa, casi revolucionaria. Todos los padres piensan que sus hijos son los mejores y más especiales, todo es lucir en Instagram en la mejor pose y lugar, para envidia del resto. Y ante ese falso vacío, el que durante un tiempo ha sido el mejor del mundo en lo suyos, sin discusión alguna, se muestra orgulloso de lo conseguido, pero sin ninguna muestra de soberbia, pompa o descaro. Es justo lo contrario de lo que nos rodea. Ese es el mayor de los éxitos de los Nadal. Ese es el mayor de sus triunfos.

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