Este pasado Domingo la revista Magazine de El Mundo traía como portada un reportaje en el que se analizaba la transformación que sufrimos todos desde que nos levantaos de la cama hasta que salimos a la calle, más o menos drástica según los casos, pero inevitable y muy curiosa una vez visto el reportaje, porque lo cierto es que de la secuencia de fotos que se muestra de tres hombres y tres mujeres se podía elaborar el típico “antes y después” que usan todos los productos adelgazantes, mostrando imágenes habitualmente de señoras que no se parecen en nada y que, probablemente, no sean la misma.
Pero, no voy a engañar a nadie, fue por la portada por lo que compré el Domingo el ejemplar, porque para ilustrar el reportaje toda la primera plana mostraba seis fotos de esa drástica transformación en el rostro de Helena Resano, hasta hace poco presentadora del telediario de los fines de semana de TVE1 y reciente fichaje del nuevo canal La Sexta. Las tres primeras fotos (recién levantada, duchada y lavada) muestran una imagen extrañísima, lo más alejada posible de la última foto, la sexta (¿casualidad?) en la que se muestra con el aspecto habitual, aunque ya la quinta se parece mucho a lo que estamos acostumbrados. Si algo caracteriza la fisonomía de Helena es su pelo, corto, alborozado y tiesos, que se desborda sobre su frente y parece rebelde, y esos ojos, quizás los más bonitos que hoy en día se pueden asomar desde esa pantalla a nuestras casas. La primera foto muestra el pelo de Helena en el culmen de su rebeldía, realizando un asalto descontrolado a su rostro y laterales de la cabeza, como una bola de fuegos artificiales descontrolados, sin límite, sin tapujos, derrotando a unos ojos hundidos, apagados y que se esconden bajo la trinchera de los párpados, suspirando por no ser definitivamente arrasados por ese frente de cabellera desarbolada.
Y la verdad es que lo que ha hecho Helena tiene mucho mérito, porque ella, como mucha otra gente, basa su trabajo en la imagen, en el aspecto físico, y que una reconocida belleza se muestre ante todo el mundo al natural, desnudando algo mucho más privado, recóndito y secreto que sus senos es de elogiar. Helena ha bajado del olimpo de las chicas de bandera a la calle de las mujeres normales, se ha caído del pedestal porque lo ha querido, y eso es de elogiar en una profesional que aún debe de madurar bastante delante de la cámara, controlar su voz y estilo, y profundizar en el discurso, pero que muestra tener todas las tablas y humanidad necesarias para triunfar. Muchos estaremos allí para seguirla, y animar a esos ojos preciosos a que nunca se rindan ante la marejada de sus cabellos, a que nos sigan embelesando.
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