Parece que esta semana me va a tocar hablar de las presentadoras de televisión. Ayer, a eso de las 15:14, Ana Blanco tuvo que dar por terminada la emisión del Telediario 1 de TVE porque los gritos, abucheos y cacerolazos de los manifestantes que rodeaban el plató impedían realizar el programa. Seria, enhiesta, sin perder un ápice de su compostura, Blanco improvisó una entradilla de despedida en medio de lo que parecía una trifulca generalizada, y por primera vez en la historia se acabó la emisión. Inaudito.
Para mucha gente Ana Blanco es casi como de la familia. Se sienta frente a nuestra sobremesa desde hace muchísimos años, más desde luego que la media de duración de los matrimonios, y con esa melena lisa quieta nunca rebelde se ha convertido en un icono de la información en España. Junto a Matías Prats es la mejor presentadora de noticias que existe, y transmite un aire de credibilidad que hace que si Ana me dice que hay un platillo volante en frente de mi casa salga corriendo a verlo, pese a que se que no existen los OVNIS. Lo hace tan seria, segura y dócil que perece sencillísimo.... Le ha tocado cubrir todo tipo de eventos exteriores (bodas reales, cumbres, 11S y 11M, etc) y siempre ha estado allí, transmitiendo la noticia sin dudas, sin perder los papeles, sin titubear. Se comentó hace poco más de un año que TVE tenía intenciones de despedirla, en su plan de renovación de los Servicios Informativos, pero afortunadamente ni los programadores de Televisión son tan estúpidos (aunque a veces no lo parece...) como para deshacerse de un activo tan valioso.
Ayer le tocó pasar por una de las experiencias más amargas que un profesional puede imaginar. Ver su trabajo boicoteado, destruido desde la sombra, sin nada que poder hacer, excepto dar la cara y convertirse en el blanco de la chufla y la vergüenza del país. Frente a los gamberros que ayer trataron de humillarla, Ana dio una lección de humildad, profesionalidad y decoro que quedará para el recuerdo en una de las jornadas más bochornosas del periodismo y de la televisión en España. Triste forma esta de celebrar los cincuenta años del “Ente”.
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