He sido uno de los pocos que no se han cogido puente, motivo por el que estoy hoy aquí, aunque el Lunes desertaré en un día de vacaciones destinado a evitar el atasco de entrada de la operación retorno del Domingo. Con tal motivo pude disfrutar del festivo de ayer en Madrid con la tranquilidad que tiene un día de estos, sin agobios ni aglomeraciones, al menos por la mañana. Aproveché para visitar el Museo Thyssen y la exposición que dedica a Sargent y Sorolla, muy bonita por cierto. Al salir, lucía un sol radiante (eran las 11:50 AM más o menos) y los árboles del paseo del Parado empezaban a estar realmente otoñales, con las hojas ocres y mustias.
Subiendo hacia Cibeles me cruce con una chica que iba como una posesa con su cámara digital haciendo fotos a las copas de los árboles, a los empleados de la limpieza que las recogían y a todo lo que estuviese a su alrededor. La verdad es que el paseo estaba para ser retratado, y saqué algunas imágenes de los árboles. Al poco la chica pidió a un transeúnte que le hiciera unas fotos junto a una montaña de hojas secas que los empleados municipales habían apilado en una esquina del recorrido. Ni corta ni perezosa, y como una modelo de revista, se tumbo entre la hojarasca y empezó a adoptar poses de revista. Yo estaba a la suficiente distancia como para apreciar la imagen pero que esta no saliese bien con mi cámara, por lo que no la fotografié, pero la escena era digna de ser retratada. Ella dominaba todo el cuadro, con un jersey blanco de cuello enorme y chaqueta oscura, vaqueros y botas alta de ante, y una melena ondulada, larga, que se agitaba con el viento entre las hojas, al compás de las ramas. Era la imagen del otoño, en Diciembre, pero otoño de verdad. Tras varias instantáneas, agradeció al seor que le había tomado las imágenes y se marchó camino descendente, supongo que a la arboleda del Museo del Prado, que debía lucir tan esplendorosa como la que ahora podía disfrutar yo, frente al ICO. Estas no fueron las únicas fotos de las que pude disfrutar ayer, no. Por la noche, me acerqué a Plaza Castilla para retratar el árbol navideño y al estrella que han colgado entre las dos torres Kio. Allí la aglomeración de fotógrafos ya era bastante mayor que en paseo del Prado.
Peo nada que ver con el desmadre de Cibeles, a donde baje para seguir con el proyecto de fotografiar Madrid en Navidad, que estoy haciendo a lo largo de este mes. Creo que todos los que no nos habíamos ido de puente estábamos allí. Cámaras, trípodes y demás parafernalia en medio de las aceras y calles, sacando a la Diosa, la Puerta de Alcalá y todo el tramo señorial de Gran Vía esquina con Alcalá, muy iluminado y resplandeciente. La revolución digital a nivel de calle, con cámaras de lo más impactantes y escenas curiosas, con gente saltando los carriles en medio del tráfico (yo era uno de ellos) para conseguir instantáneas singulares, recuerdos de una Navidad luminosa y especial, la que nos toca vivir ahora mismo. YA.
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