miércoles, diciembre 19, 2007

Entrando en pérdida

Bélgica se encuentra sumida en una profunda crisis, incluso desde antes de que yo la visitase. Ya han pasado seis meses desde las elecciones y aún no han sido capaces de ponerse de acuerdo los partidos vencedores para formar un gobierno. La novedad de hoy parece ser que sí hay un consenso de mínimos para que el primer ministro en funciones, llamado Guy Verhofstadt, que lleva así medio año, encabece un gobierno provisional efectivo, hasta que haya un acuerdo definitivo entre los partidos flamencos y valones, cuya lucha amenaza con desgarrar al país en dos mitades contrapuestas e irreconciliables.

El último episodio de este enfrentamiento, que envilece todo lo que toca, ha tenido lugar
durante la elección de Miss Bélgica. La ganadora se llama Alizee Poulicek, y no sólo es bella, es preciosa, así como sus escoltas (la verdad es que después de pasar unos días lo tendría bastante complicado para elegir a una miss, porque todas son preciosas :-))))). Pues bien, al señorita Alizee es Valona, y sólo sabe francés. La gala tuvo lugar en Amberes, castellanización del flamenco e impronunciable Antwerpen, ciudad famosa por sus diamantes, su catedral y otras muchas cosas, muy bonita, y muy flamenca. Durante el concurso a la ganadora le hicieron algunas preguntas en flamenco y no supo responder, porque no lo entiende, y a partir de ahí se originó un cierto revuelo, con silbidos incluidos por parte del público, de origen flamenco. Es de suponer que para la concursante y al organización del evento tuvo que ser un instante complicado y tenso. Una pena. Recuerdo cuando estuve en Septiembre y ya se respiraba un aire de crisis nacional. Había consignas para colgar la bandera nacional de las ventanas, y los distintos mediadores, hombres neutrales seleccionados por el Rey desistían al poco de ser elegidos, incapaces de reconciliar las posturas de los distintos partidos. Por un lado están los flamencos, de un rico norte que ansía más autonomía, o la independencia literalmente, poseedores de un idioma germánico, una especie de mezcla entre alemán y holandés en el que yo no entendía nada. Por otro están los valones, del sur del país, económicamente en declive desde hace años, francófonos y perceptores de ayudas del norte. Es curioso, pero la situación económica de las dos zonas es justo la inversa a la que existía hace unos años, dado que antes de la reconversión industrial era el sur francés el más rico, y el norte flamenco el deprimido, pero desde hace bastantes años la pujanza flamenca no deja de crecer. Y casi en medio está Bruselas, la capital, la ciudad, quizá la principal causa por al que aún no se ha partido el país, en la que todo está rotulado en francés y flamenco, la prensa gratuita se edita en muchos casos por duplicado y en la que muchas empresas han adoptado el inglés como lengua franca para evitar problemas, discriminaciones y todo tipo de conflictos en su seno.

¿Existe riesgo de que Bélgica desaparezca como país? Pues sí, es posible, y no dejaría de ser paradójico, cómico y muy cruel que Bruselas, la capital de la Unión Europea perdiera su propio país, y las instituciones comunitarias acabasen residiendo en una especie de distrito federal compartido entre Flandes y Valonia. Qué sarcasmo, pero el lugar desde el que se diseña el proceso de integración europea pudiera ser el perfecto ejemplo de lo que el egoísmo y la disensión pueden provocar entre las personas y sociedades, por muy desarrolladas que estén, como sí lo está la sociedad belga. Como para hablar de Kosovo estamos.......

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