Los últimos datos del informe PISA, hechos públicos oficialmente ayer, son demoledores, depresivos. Como ya la semana pasada hice un comentario al respecto, no voy a insistir demasiado en esta especie de suicidio colectivo a largo plazo en el que está cayendo la sociedad española. Acabaremos pagando las consecuencias y poco más, ya nadie le importará. Quiero fijarme hoy en el otro espectro del mundo educativo, tan desconocido y olvidado como casi todo lo que tiene que ver con el mundo de las aulas, pero mucho más intrigante y curioso.
Me refiero a los niño superdotados. El pasado Domingo, en una agradable conversación con un matrimonio amigo, ambos dedicados al mundo de la enseñanza (si es que hay santos y suicidas en todas partes) ella me comentó que en su colegio hay algunos niños a los que ya se les ha detectado, a través de test y pruebas similares, unos coeficientes que rondan el 140, y que nota que se aburren, y que es muy difícil conseguir material de apoyo para estos niños. Teniendo en cuenta que un profesor se pasa la mayor parte del tiempo dominando a una tropa de exaltados, y a veces el mayor logro del día es que todos estén sentados (de atender mejor no hablar) como para dedicar un esfuerzo extra no recompensado y no reconocido a estos niños superdotados. En España yo solo conozco a Mensa como asociación que se encarga del fomento y apoyo a los superdotados. Puede que haya otras, y algunos colegios tengan refuerzos especiales para este tipo de chicos, pero lo desconozco. Lo cierto es que en otros países, especialmente en EE.UU., en al antigua URSS (ahora lo dudo, Putin se basta y sobra el solito) y, sobre todo Israel, existen programas nacionales de detección y formación de superdotados, sabiendo que este conjunto muy pequeño de la población dispone de unas dotes que pueden ser provechosas para todos. No sólo en lo típico, imaginando a un superdotado como un enano que resuelve series de Fourier de cabeza, no. Habitualmente suelen ser seres muy sensibles, capaces y con iniciativa y curiosidad (¿dónde se nos quedó la curiosidad al común de los mortales?) y que pueden ser maravillosos artistas, médicos, lingüistas, escritores, científicos, sociólogos o lo que se nos ocurra. Ese talento desaprovechado genera un enorme coste social y, lo que es peor, una inmensa frustración en aquellos que lo poseen y no pueden ejercitarlo. Es otra forma de sumirse en la tristeza, de llegar al fracaso escolar.
En esto de la superdotación un terreno clásico es el ajedrez. Casualmente este pasado Domingo 2 de Diciembre, en el programa No es un día cualquiera de RNE1, de Pepa Fernández, Leontxo García, experto en blancas y negras y colaborador habitual, habló de los genios precoces de este deporte, contando unas historias alucinantes sobre niños de 6, 7 años capaces de hacer cosas inimaginables, y dotados, como él señalaba, de una sensibilidad y un amor a lo desconocido apasionante. Merece la pena ir al poadcast del programa y escucharlo.
Feliz puente, hasta el Lunes 10.
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