Ayer tuvo lugar la toma de posesión de Cristina Fernández de Kirchner, CFK para los amigos, como presidenta de Argentina, en una de esas ceremonias latinoamericanas con tanta pompa, boato y aire populista que no dejan de asombrarme. Aunque elegida en las urnas, la ceremonia siempre escenifica una especie de traspaso de poderes entre la realeza, o entre dirigentes absolutos, propios de otra épocas. Todos los presidentes latinoamericanos organizan una similar cada vez que acceden al poder, y van de toma en toma a lo largo del continente, en una especie de desfile político ininterrumpido.
Lo de CFK me tiene asombrado. Los Kirchner han conseguido el colmo de la perfección dinástica, que no es ya que tu hijo te suceda, sino tu esposa. Néstor, el ya expresidente, seguirá en la sombra y CFK empieza a gobernar con un ejecutivo en el que sólo hay dos cambios respecto al último de su marido, uno de ellos el del Ministro de Economía. CFK se presentó ayer con un discurso populista, peronista a más no poder, plagado de referencias a una Eva Perón a la que no ha querido parecerse, en palabras suyas, a lo largo de la campaña, pero que ayer reivindico brazos en alto y a lágrima viva. Populismo del barato, que veremos a ver a donde lleva. Néstor mantuvo lazos amistosos con Chávez, y es probable que CFK los prorrogue, pero está por ver si los intensifica aún más. En esto de las dinastías políticas los Kirchner han cogido la delantera a los Kennedy, la antaño familia real norteamericana, que intentó sucederse a si misma, cosa que no logró gracias a muchos atentados y accidentes. Sólo los Bush han logrado “heredar” el poder en los EE.UU., quién lo iba a decir en su momento, una familia tejana, sin abolengo, sin raíces entre los patricios de la Costa Este. Aunque lo nieguen en redondo, los Kirchner y los Bush coinciden en algo que muy pocas familias pueden afirmar, aunque los argentinos han perfeccionado el método. A los Bush se les coló Bill Clinton por el medio, pero en la Casa Rosada se va a producir un simple cambio de habitaciones entre la pareja residente, y está por ver que no ocurra como en el caso hispánico del juez Gómez Bermúdez y su inefable mujer Elisa, que ambos compartían lecho, sentencias y confidencias. A lo mejor ahora también hay dos presidentes en Argentina.
Quién seguro que ha tomado nota de lo sucedido en Buenos Aires es Hillary Clinton, despechada mujer de Bill y, junto a Barak Obama, principal candidata demócrata a aspirar a la presidencia de los EE.UU. Al estar los Bush en medio no se alcanzará la perfección porteña, pero tendría su aquel ver a dos presidentas acompañadas de sus maridos expresidentes. ¿Se imaginan en España que a Zapatero le relevase Sonsoles? ¿O que Tony Blair hubiese sido sustituido por Chery? ¿O Ángela Merkel por su marido? (¿Quién es su marido? ¿Está casada?) Las acusaciones de nepotismo familiar serían ruidosas y, seguramente, acertadas, pero esto es Europa y, como en otras ocasiones, son muchas las cosas que nos diferencia de América.
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