Lleno de noticias, y muy malas, ha estado este fin de semana. Lo único positivo, y mucho, ha sido la derrota de Hugo Chávez en su plebiscito para hacerse dictador perpetuo de Venezuela. Parece que por un ajustado 51,05% frente al 50,07% el chabacano Chávez ha perdido. A ver si de esta se calla de una vez, pero no se si tendremos es suerte. Ya se inventará una conspiración, o lo que es más sencillo, se sacan unos tanques a la calle y se somete a la población, que para eso está en la oscura mente de los dictadores, para obedecer.
En el fondo lo que pasa es que Chávez es un chapucero. Debería aprender de profesionales como Putin, que ha arrasado en Rusia. Su partido, Rusia Unida, una entidad creada como carcasa envolvente a mayor gloria de Vladimir, ha obtenido más del 60% de los votos, y tras una campaña sucia, oscura y tremendista, con un Putin omnipresente en todas las televisiones, periódicos y demás medios (seguro que en Rusia levantas una tapa de yogur y en vez de hablarte del activia sale la imagen de Putin). Qué triste es la historia de Rusia.... siempre que sale un corresponsal lo hace en un ambiente gélido, con copos de nieve oscilando en su cabeza, y con una gente que corre por las calles oculta entre montañas de ropa, para intentar guarecerse del intenso frío meteorológico y social que reina en aquel país. Sea por lo que fuere, la historia política de Rusia es descorazonadora, suponiendo un continuo vaivén entre dictaduras de uno u otro tipo. Al lado suyo las asonadas militares españolas del XIX son meros juegos de guerra de niños de colegio. Al Zarismo estricto y dictatorial le siguió la horrenda dictadura comunista, con sujetos tan asquerosos como Lenin o Stalin, y otros probablemente no mejores como Brezniev o Andropov. Veías en los ochenta a esa tropa de ancianos en el Kremlin y daban más pena que miedo, a punto de sucumbir ante un frío glacial. La perestroika parecía ser el inicio de la primavera rusa, pero ese atisbo de luz sucumbió bajo el alcoholismo de un sujeto como Boris Yeltsin, y unos grupos mafiosos que vieron la oportunidad de su vida para enriquecerse a costa del infinito patrimonio del antiguo estado soviético. Mientras que los países satélites del Este se levantan, acercan a Europa y muestran un futuro prometedor (no exento de riesgos y problemas) en Rusia se ha instalado una dictablanda no tan suave, y Putin, aliado con esos mafiosos oligarcas y con inmensos recursos naturales en su poder, se ha convertido en el duelo y señor del país, sin que nadie le haga la más mínima sombra.
Y de mientras todo esto pasaba fuera de nuestras fronteras, justo al lado de nuestro borde, en un centro comercial francés, un grupo de iluminados salidos de las cavernas de la historia donde habitan fantasmas como esos dirigentes soviéticos asesinaban a un chico de 25 años y dejaban en coma a otro de 24. En la flor de la vida, con toda la ilusión por delante, sus carreras y sueños se han truncado, a manos de unos asesinos crueles, junto a un carrito de supermercado. La verdad es que, en bastantes aspectos, ha sido una mierda de fin de semana.
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