Se acaba 2016, hoy subo a Elorrio
de vacaciones navideñas y, si no hay novedades, volveré a Madrid la tarde del
martes 3 de Enero, por lo que el primer artículo de 2017 será el del miércoles
4. Hora de hacer un apresurado e incompleto balance de un año en el que, lo
fundamental quizás sea que nada ha salido como era de esperar, que las
sorpresas han estado en todas las citas importantes del calendario y, fruto de
las mismas, las expectativas de 2017 son complicadas y, para muchos, oscuras. Se ha
hecho plena realidad la tesis que defiende Philip Tetlock en su libro “El
juicio político de los expertos” donde demuestra que saber de un tema no es sinónimo
de acertar el futuro de lo que en esa materia sucederá.
En un contexto de recuperación
económica más intensa de lo previsto, primer desvío y en este caso positivo,
los principales acontecimientos de este año han sido la persistencia del
fenómeno terrorista islamista, que en Europa ha golpeado con fiereza a Bélgica,
Francia y Alemania, siendo este hecho quizás el único que, triste, era
esperable y se ha dado. Ha sido el año del fracaso de las encuestas y del
ascenso del populismo al poder, con los hitos del Brexit en Junio y la elección
de Donald Trump en Noviembre, elecciones que abren las puertas de la
incertidumbre y el miedo en todo el mundo. El rechazo del plebiscito a la
primera versión del acuerdo de paz de Colombia supuso el colmo del desprestigio
para los politólogos y encuestadores, que ahora son tratados como vulgares
economistas. La guerra de Siria ha continuado sin cesar a lo largo de su sexto
año, y en estas navidades asistimos a la caída de Alepo bajo el control del
ejército sirio, habría que decir ruso, y al relato de infinitas atrocidades
cometidas por todas las partes sobre una población civil que, en esa ciudad y
en todas las del país, malvive esperando la muerte y recordando a los millones
que pudieron huir a tiempo. Otro frente de guerra que se desarrolla en Siria es
la lucha contra los islamistas de DAESH, que pierden terreno, y se encuentran
ahora cercados en su bastión de Mosul y capital de Raqqa, pero que aún son
capaces de extender sus tentáculos de terror por todo el mundo. Han sido
incontables los atentados islamistas que se han perpetrado en países como
Egipto, Pakistán, Afganistán, Siria, o Turquía, con un balance de muertos y
heridos que horripila, pero que están lejos, física y emocionalmente, y por
ello no alcanzan la presencia que merecen en las portadas de nuestros medios. Turquía
ha sido otro de los escenarios de la actualidad este año, escenario de convulsión,
golpe de estado, con dudas sobre su autoría cierta, involución dictatorial,
cadenas de atentados sin parar y degeneración social y económica en un país
que, hace pocos años, era un ejemplo para el mundo musulmán de cómo poder
conciliar fe, apertura social y desarrollo económico. Este año ha sido nefasto
para el país, con la sensación permanente de caída en el vacío en todos los
sentidos. Para la UE Turquía se ha convertido en un socio estratégico de primer
orden gracias al acuerdo sobre los refugiados, y la inestabilidad y radicalidad
del gobierno de Ankara es, ya, uno de los frentes abiertos más graves a los que
se enfrenta una, cada vez más debilitada, UE. HA sido el año de los hombres “fuertes”
con Putin a la cabeza, en el que hemos perdido grados de libertad pública y
democrática, en el que China ha seguido creciendo y en el que nuestras vidas,
cada vez más, se virtualizan para acabar en manos de nuestro Smartphone, que nos
sirve para todo y, también, nos esclaviza hasta en los parques, haciéndonos
buscar muñecos de Pokemon sin fijarnos para nada ni en la belleza de los árboles
ni en la de las personas que nos rodean. Cada vez más, somos un “homo pantallas”
si me permiten la aberración lingüística.
Y en España… sorpresa total para
hacer un bucle que nos lleva a la casilla de salida. Hace un año, el 20D,
tuvimos las elecciones que acabaron, para mucho tiempo, con las mayorías
absolutas. Fracasaron nuestros políticos, fracasamos como sociedad, y volvimos
a votar en Junio, con un resultado no muy distinto, pero lo suficiente como
para lograr un mínimo de pactos que ha permitido arrancar una legislatura en la
que Rjoy, superviviente, sigue mandando, y el resto de partidos penan con
crisis propias, de mayor o menor entidad. Lo más sorprendente de todo es que,
visto lo visto, España es ahora mismo uno de los países más estables de nuestro
entorno. ¡¡Quién nos lo iba a decir!!
Disfruten mucho de las fiestas,
descansen, vean a los suyos y tengan una feliz Navidad y entrada en el año. Mis
mejores deseos para 2017