Esta
semana Corea del Norte ha efectuado un nuevo ensayo balístico. Ha lanzado
un misil que ha llegado a una altura de varios miles de kilómetros sobre la
superficie para acabar estrellado en el mar, en un proceso de prueba que ha
demostrado a todo el mundo su mejora en este tipo de armamentos. Según los
expertos, esta prueba ha mostrado, por primera vez, que el amigo King Jon Un
tiene misiles no sólo capaces de alcanzar territorio norteamericano, sino
cualquier punto del mismo. Sus proyectiles llegan sobreviven al retorno
atmosférico e impactan sobre el objetivo señalado. Aún es probable que la
tecnología norcoreana no pueda equiparlos con cabezas nucleares, pero ese es el
siguiente paso. Ya posee un vector global.
Cada vez que Corea del Norte
lanza un nuevo pulso surge la pregunta inevitable. Y ahora, ¿qué? ¿Cómo
respondemos? ¿Qué hacemos? De poco sirven las reuniones y condenas de una ONU
escasamente operativa en lo general y nula absolutamente en lo que hace al
problema norcoreano. Nuevas bravatas tuiteras de Trump muestran su enfado y
disposición a hacer cosas, pero nada sucede y el progreso norcoreano es
evidente. Si no suceden cosas extrañas o accidentes, es probable que en poco
tiempo lleguemos a una situación de equilibrio estratégico, o de equilibrio del
terror, como también se le denominaba en el pasado, entre EEUU y Corea del
Norte. La capacidad mutua de atacarse nuclearmente impone una cautela en ambas
partes muy medida. Cierto es que la superioridad militar norteamericana es
abrumadora, pero la probabilidad de que los norcoreanos puedan causar una
desgracia nuclear en suelo estadounidense ya no es cero, y ambas partes lo
saben. Eso cambia notablemente las estrategias de los dos oponentes y,
curiosamente vista la experiencia de la guerra fría, los convierte en más
cautelosos. Ninguno de los dos posee incentivos reales para ir a la guerra, a
sabiendas de que EEUU saldrá dañado y Corea del Norte liquidado por completo,
pero este equilibrio quizás sea la única garantía que puede esgrimir seriamente
el régimen de Pyongyang para garantizarse su supervivencia, que es lo único que
le importa al gordito y sus gerifaltes. Las conversaciones de EEUU con China, único
aliado de los norcoreanos y suministrador de energía y otras materias primas al
régimen, no avanzan por buen camino. China promete colaborar en el control del
régimen satánico del norte, pero todos saben que, en el fondo, el conviene que
esa dictadura permanezca. Le evita un éxodo de población norcoreana, pobre
hasta decir basta, y le hace de tapón con respecto a Corea del Sur, aliado
norteamericano. De no existir el tramo del norte un gran aliado de EEUU tendría
frontera física con China, y eso es algo que en Beijing no se quiere ni
imaginar. Por
ello todo lo relacionado con Corea del Norte tensa las relaciones entre China y
EEUU y complica la geoestrategia en la zona, hasta llevarla a situaciones
de alta tensión que pueden ser indeseables. Con todo esto encima de la mesa y
otros muchos factores que me dejo y olvido, pueden ustedes concluir que la
situación allí es, como mínimo, difícil, y no se vislumbra una salida. Quizás a
medio plazo tengamos que acostumbrarnos a vivir con un régimen tan abominable
que parece una caricatura, pero que está tan armado y es, aparentemente,
rabioso, que mejor no tocarlo. Este status quo de estabilidad a cambio de
persistencia de la dictadura garantiza la seguridad en la zona a cambio de la
intranquilidad de los vecinos y la opresión infinita e infame de la población
norcoreana. Si este es el mejor de los escenarios posibles, ¿cuál es el peor? Una
guerra.
Cualquier guerra que se de en la
zona, sea con el armamento que sea y de la dimensión que se desee, generaría un
balance de muertos difícil de imaginar por su dimensión, y es probable que
acabara con un enfrentamiento total, a sabiendas los norcoreanos que, en caso
de batalla, no tienen opciones de ganar, sólo de hacer el mayor daño posible a
sus vecinos y enemigos antes de ser aniquilados. Cifras de muertos, daños
materiales y económicos…. El balance de cualquier conflicto armado en la zona
alcanzaría proporciones históricas, y no por lo bueno. Quizás hace unas décadas
fuera posible realizar ataques quirúrgicos que impidieran la escalada armamentística
y nuclear norcoreana, pero hoy en día eso ya parece fuera de todo alcance. Así
que les dejo sobre la mesa la pregunta de antes. Y ahora ¿Qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario