No parece que el intercambio epistolar entre Feijóo y Sánchez vaya a dar para una novela romántica, ni para algo más que un par de reseñas. Escribió el líder del PP al del PSOE para que se reunieran y explorasen formas de acuerdo y vías para investir a la opción más votada, los populares, y respondió el del PSOE sabedor de que su rival carece de apoyos parlamentarios con algo de cortesía pero cierto toque altanero, el que otorga contemplar las cosas desde una posición más cómoda que la de su rival. No consta que haya nuevos escritos cruzados, y sospecho que no los habrá, así que, ahora sí, Correos puede descansar plenamente.
La investidura, cuyo juego real empezaremos a conocer cuando, tras el 17 de este mes, se tenga que votar la mesa y la presidencia de las cámaras, ofrece pocas alternativas posibles y todas ellas arriesgadas para el conjunto del país. El PP puede que quiera intentarlo, pero no es seguro que lo vaya a hacer si Sánchez tiene ya amarrado un preacuerdo para el momento en el que se den las consultas con el Rey. Recuerdo como muchos insultaron a Inés Arrimadas después de haber ganado las elecciones catalanas y no haberse presentado a la investidura, cuando ya existía un acuerdo independentista que hubiera frustrado su candidatura y otorgaba la mayoría a la lista secesionista. Arrimadas era la líder del primer grupo de la cámara, sí, pero nada más que eso, no podía conseguir una mayoría de votos a favor, y ahí empezó su declive. Feijóo está en una situación muy similar. Quiere presentarse para ser investido, a sabiendas de que cosechará una derrota, pero sólo podrá hacerlo si en esa ronda de consultas Sánchez no tiene un pacto amarrado. El Rey está obligado a proponer a un candidato viable, y si no hay ninguno, entonces sí, empezaría por el más votado. La estrategia del PSOE es que el acuerdo de investidura es posible y que se está trabajando en ello, sean ambas cosas ciertas o no. En mi fuero interno le doy más opciones a que, en efecto, haya una investidura viable de Sánchez que a la repetición electoral, pero va a depender mucho del pragmatismo de Puigdemont, lo que es algo contradictorio en sí mismo, y en lo que esté dispuesto a ceder el PSOE. ¿Cuánto cedería Sánchez para volver a ser presidente? Todo lo que haga falta y mucho más, no tengo dudas al respecto. La cuestión es hasta qué punto le interesa vender las joyas para una investidura ahora o plantarse y jugar a una repetición electoral en la que puede tener más bazas ganadoras que hace una semana. El resultado, mucho mejor de lo esperado para el PSOE que para el PP, mantiene en shock a los populares, y una posible repetición les pillaría en pleno marasmo sobre lo que han hecho mal en una campaña en la que parecían tener todo a favor. Y eso sin contar con que, debilitados, los exaltados de Vox siguen subidos a un discurso paranoico que destruye todas las opciones de pacto sensato entre la derecha. Sánchez abrirá negociaciones con Puchi y verá qué le pide el prófugo. Supongo que no le haría ministro en caso de solicitarlo, pero tampoco lo descarto del todo. Sopesará lo que cede y lo que le beneficia, a sabiendas de que, una vez investido, cada votación pasará por un agónico trámite de negociación entre todas las partes, por lo que la inestabilidad del gobierno está garantizada. ¿Compensa jugar a repetir escenificando que no cedo ante los independentistas lo que no puedo dar? ¿Me daría eso votos en una segunda vuelta y se los quitaría a un PP noqueado? ¿Soportaría la exhausta sociedad española un nuevo proceso de campaña electoral y votaciones? El año que viene, en mayo, tenemos europeas, de ámbito nacional, y locales en País Vasco y Galicia (y como siempre no descartables en Cataluña) por lo que bien pudiera darse una investidura viable ahora y una segunda vuelta a mediados del año que viene si el gobierno que surge carece de la mínima estabilidad.
En definitiva, ni idea. La primera quincena de agosto en este país es un tiempo muerto, de tardes vacías, mañanas lentas y noches pesadas. Si los políticos habitualmente trabajan poco, en estas jornadas su holganza es total, uniéndose a la de muchos de sus votantes. Tras el 17 podremos empezar a ver qué movimientos se dan, qué de lo que ahora publican los propagandistas del gobierno es cierto y qué no lo es, y si el agasajo que se le haga a Puigdemont en su vuelta incluirá una rúa con autobús descapotable y a Sánchez y resto de palmeros bailando estilo batucada a la cola del cortejo. El delincuente de Waterloo sería capaz de pedirlo. La pregunta es si se le otorgaría o no.
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