¿Se acuerdan de las agencias de calificación de riesgos? Se hicieron muy famosas durante la crisis de 2008 – 2012 para luego ir abandonando los titulares de los medios, pero siguen ahí, haciendo su trabajo, y no descarten que nos den nuevos sustos a medio plazo. Esta semana una de las tres grandes, Fitch, ha anunciado que rebaja la calificación de la deuda de EEUU de su triple A incólume a AA+, en un movimiento que ha sorprendido a muchos y ha provocado bastantes preguntas. Casualidad, o no, tras este anuncio las bolsas de allí y de aquí han empezado a caer, en lo que ya es el típico mal inicio de agosto en los mercados.
¿Qué consecuencia tiene esta decisión de Fitch? Realmente pocas. EEUU es la única nación del mundo que puede endeudarse todo lo que quiera porque su moneda es al de reserva global, vivimos en el patrón dólar, y siempre habrá demanda de ella y de los títulos de deuda que se emitan en esa divisa. Eso otorga a la nación norteamericana un privilegio del que carecemos todos los demás, y le permite jugar, si me dejan usar la expresión, con cartas marcadas. Su enorme déficit comercial y fiscal sería insostenible para cualquier otra nación, pero no para ellos, por el no menor detalle de que el dólar nos sirve para comerciar en todo el mundo y es la divisa en la que cotizan casi todas las materias primas de interés. Para los compradores de deuda, especialmente para los fondos de inversión y de pensiones, esta decisión puede suponer que reducirán su demanda de títulos de deuda norteamericana si en sus contratos con los clientes se indica que sólo pueden invertir en títulos de la más alta graduación posible, la AAA, pero aún con la rebaja la deuda de EEUU sigue siendo la más fiable y la que posee el mercado más profundo y líquido del mundo. Todos los agentes económicos del planeta tienen carteras en las que figuran títulos de deuda del tío Sam, por lo que el efecto de una medida así no se traduce en caídas en esas carteras como sí pasaba en los tiempos en los que era nuestra deuda la que se degradaba de categoría, deuda nuestra que debemos colocar en un mercado competitivo en el que otras naciones tratan de hacer lo mismo. Las razones que ha esgrimido Fitch para su decisión se basan en el creciente endeudamiento público del país y su cada vez mayor volumen de emisiones. Tras el acuerdo de eliminación del techo de deuda que se alcanzó en el Congreso antes del inicio del verano, el Tesoro se ha puesto a emitir deuda como loco, colocándola y haciendo bajar el precio de los nuevos títulos, lo que se ha traducido en rentabilidades crecientes. Cierto es que EEUU puede emitir y colocar deuda sin freno, pero también lo es que unas finanzas saneadas otorgan mayor credibilidad y capacidad de cara a problemas futuros. La economía norteamericana lleva un par de años sorprendiendo al mundo por la manera en la que ha salido de la recesión pandémica, con elevada inflación, pero menos que el resto de occidente, y una enorme creación de empleo, que la coloca actualmente en el pleno empleo técnico, el de verdad, no el que nos quieren vender falsamente aquí. Varios son los factores que están detrás de este buen hacer, entre ellos el de las normativas proteccionistas del gobierno Biden que están estimulando que inversiones de todo el mundo se trasladen allí gracias a los créditos fiscales que pueden obtener. La famosa ley IRA está siendo determinante en este aspecto, y gran parte de los cientos de miles de millones de dólares que suponen las medidas que se contienen en esa norma se van a financiar con emisiones de deuda, por lo que puede resultar rentable endeudarse, aun a tipos altos como los de ahora, si eso se traduce en una productiva cosecha de inversiones y empresas que se acomodan en el país. El problema que puede surgir es que el gasto en emisiones de deuda se hace muy al principio y la rentabilidad de esas inversiones captadas tarda bastante más en llegar, siendo alguna de ellas inevitablemente fallida. El agujero fiscal se garantiza, la cobertura del mismo, no.
Otro problema que puede haber es si llaga la anunciada recesión que no se presenta desde hace más o menos un año. Con tasas de crecimiento elevadas todo es sostenible, pero si se da una contracción del PIB la ratio de la deuda respecto al PIB se dispara sin hacer nada, y eso es negativo. Por tanto, la decisión de Fitch es más un aviso al gobierno federal para que se controle y no expanda su deuda a lo loco más que una señal de alerta. Más miedo que el abultado déficit de allí me da el de aquí, el de nuestro país, o el de otros de la UE, que no conseguimos embridar ni el déficit ni la deuda tras la pandemia. El exceso de gasto público sostiene empleos y parte de nuestro crecimiento, pero eso no es sostenible a corto plazo. Cuidado con estas curvas.
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