Era previsible que el verano fuera la época de mayor actividad en los frentes de Ucrania, dado cómo se porta la meteorología en aquella zona en el invierno y sus aledaños. La famosa contraofensiva de las tropas de Kiev se dio por empezada a mediados de junio, tras rumores varios, y por ahora los logros conseguidos son escasos. Las tropas y equipamiento ucraniano se han encontrado con las duras barreras defensivas levantadas por los rusos a lo largo del perímetro conquistado por Moscú, consistentes en varias líneas de obstáculos, zanjas, empalizadas y demás, y las posiciones mutuas no registran movimientos relevantes. Muertes sí.
La ruptura del acuerdo de exportación de grano ha sido la espoleta que Putin buscaba para incrementar la intensidad de sus ataques aéreos, en los que la aviación sigue prácticamente desaparecida, señal de la falta de control de Rusia de los cielos del país que pretende invadir. Oleadas de misiles sacuden todas las semanas distintas ciudades del este y sur de Ucrania, siendo las instalaciones de carga y trasiego de cereal en el puerto de Odesa algunas de las más relevantes entre las destruidas. Las defensas antiaéreas ucranianas logran derribar muchos de estos misiles, según sus informes, pero no son pocos los que acaban cayendo sobre objetivos, destruyendo y matando gente en un goteo salvaje y que no cesa. La situación de la población civil empeora día a día y las perspectivas de una cosecha que no se va a poder exportar en su totalidad hunde las finanzas de muchas de las empresas agrarias ucranianas y siembra, qué paradoja de polisemia, la incertidumbre sobre cómo va a ser la plantación y cosecha del año que viene, con un mayor porcentaje de tierras arrasadas por los combates y con menor disponibilidad de mano de obra dado que se requiere su presencia en el frente. Ante esta situación Ucrania tira de ingenio, y vía drones aéreos y navales realiza ataques llamativos tanto a algunos edificios de Moscú como a barcos militares o petroleros rusos que se encuentran en las proximidades de Crimea. Estos golpes no son tan efectivos como parecen en el plano militar, pero sí en el de la imagen, tanto como herramienta para dar moral a los propios como muestra de la ridícula capacidad de protección que poseen las tropas rusas, tanto de los territorios que han ocupado como del espacio que es propio de la federación. No va a ganar Kiev esta guerra con el uso de drones, pero sí está demostrando que puede resistirla, y eso ya es una baza. Lamentablemente, creo, el tiempo juega en contra de las aspiraciones de Ucrania. En menos de dos meses las lluvias de otoño empezarán a dejar impracticables gran parte de los caminos de la zona de combate, y el invierno, que allí es tempranero, volverá a congelar gran parte de las posiciones. En una guerra de desgaste a largo plazo, planteada como una situación estática en tierra al estilo de la IGM y con oleadas de ataques aéreos las posibilidades de Rusia de aguantar son mucho más altas, sobre todo teniendo siempre en cuenta de que a Putin no le importan sus soldados, si mueren o no, y a los ucranianos sí. El apoyo occidental a Kiev, que es lo que militar y económicamente le mantiene en pie, depende de la evolución de la guerra, y si la actual contraofensiva, para la que se han destinado muchos recursos, no logra ganancias territoriales o estratégicas significativas, empezarán a crecer las voces que ya se escuchan criticando el dispendio que supone el apoyo. Ahí Putin también busca alargar la batalla y que populistas como Trump le hagan el trabajo sucio y frenen el suministro de armas a Kiev. Es difícil hacer pronósticos, lo único seguro es que este invierno puede ser muy crudo para los ucranianos, más que el pasado.
Me cojo un par de semanas de vacaciones y hoy me subo a Elorrio. Para cuando vuelva a escribirles, miércoles 23 si no pasa nada raro, ya se habrán constituido las Cortes, el Rey habrá hecho una ronda de consultas y sabremos si Feijóo, sin opciones, o Sánchez, aún sin ellas si no pacta con el de Waterloo, acuden a una sesión de investidura que corre alto riesgo de ser fallida. En medio del ruido de la política nacional y sus miserias, cada día, decenas de ucranianos morirán en un frente ruin, apestoso, sádico, en el que nosotros apenas duraríamos horas, y lo harán, entre otras cosas, para que los occidentales podamos disfrutar de nuestras vacaciones y discutir con saña por cutreces políticas. Así de injusta y cruel es la vida.
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