jueves, julio 24, 2025

El infierno es Gaza

Puede que en estos momentos sea Gaza el peor lugar del mundo para vivir, si es que vivir es algo que tenga sentido allí ahora mismo. Sometidos a un cerco estricto del que no pueden escapar, en un paisaje lleno de escombros y ruinas, sin alimentos, y muriendo a decenas cada vez que se organizan colas para el suministro racionado de comida, el hambre empieza a causar los estragos propios de una situación de escasez generalizada. Los más débiles, niños y mayores, son los primeros que caen, y las escenas que de allí llegan son propias de hambrunas africanas de los ochenta, esqueléticas, atroces.

Hay una responsabilidad originaria de lo que está pasando, la de Hamas al desencadenar la matanza del 7 de octubre de 2023, pero ahora mismo es sobre Israel donde recae la mayor de las responsabilidades ante la situación de Gaza, ante la muerte y desesperación de sus habitantes. El que se produzca una hambruna en ese territorio es por causa de la guerra y de cómo el ejército israelí está desarrollando los combates, y cómo su estrategia de tierra quemada ha convertido a la población civil de ese territorio no ya en rehenes, que también, sino en un estorbo que pareciera ser necesario eliminar. A poca gente le importan los rehenes israelís que se encuentran aún en la franja, salvo a sus familiares directos. Desde luego nada le importan al gabinete de Netanyahu, que contempla con ojos muy abiertos como la guerra le ha permitido llevar a cabo el mayor de los planes radicales jamás soñados, en el que no sólo Gaza deja de ser un problema, sino que, directamente, los gazatíes pueden dejar de ser. Que decenas de personas mueran tiroteadas cada día en los infames puntos de aprovisionamiento de ayuda que ha organizado Israel en la franja es responsabilidad de Israel, no de la masa desesperada de hambrientos que no busca otra cosa que algo que llevarse a la boca para poder sobrevivir otro día en el infierno que es su vida. La sociedad israelí contempla con distancia lo que allí está pasando, con un sentimiento de cierta venganza, os lo tenéis merecido por lo que nos habéis hecho, y ese silencio es el que ampara a los más radicales entre los sionistas, que ejecutan su ambición de una Israel grande, limpia, pura, y sin presencia palestina. Es muy difícil decir si realmente se está produciendo un genocidio en Gaza, porque esa figura exige probar que hay una voluntad manifiesta, explícita, por parte de las autoridades que desarrollan la acción, de eliminar a una parte significativa de una sociedad o grupo humano, es decir, que es algo pensado y planificado, no fruto del azar o el caos. Sí hay facciones radicales en Israel que sueñan con ejecutar un proceso similar, e incluso miembros del actual gobierno israelí, de pequeños partidos ultranacionalistas, que abiertamente reconocen que su objetivo es erradicar a los palestinos, eliminarlos, en un lenguaje idéntico al del propio Hamas, que sueña con ese reino palestino desde el río hasta el mar, excluyendo a todo lo que suene a israelí. ¿Es viable una acusación formal de genocidio contra Netanyahu y su gabinete por lo que está sucediendo en Gaza? No lo se, pero a cada día que pasa, a cada imagen atroz que nos llega desde allí, la consistencia de esa acusación, la más grave que puede recaer sobre un gobernante, es más consistente. No es cuestión de si el número de fallecidos llega a un punto mayor o menor, o si el daño en el territorio es demasiado amplio o no. Se trata de saber si hay una orden clara y conocida de eliminar a un grupo humano por el hecho de compartir un origen, creencia, característica, etc. Es probable que en semanas o meses veamos procedimientos judiciales abiertos en tribunales internacionales, a los que Israel no otorga legitimidad, pidiendo investigar a Netanyahu y a otros miembros de su gabinete y de las fuerzas armadas israelíes por la comisión de este posible delito extremo, y serán los expertos y juristas los que digan si se puede usar esa palabra tan dura, y que nunca se debe pronunciar con frivolidad, pero reitero, a cada día que pasa, a cada escena que contemplamos, el tamaño con el que el término se define aumenta ligeramente, y ya sólo eso es insoportable.

Eso que se llamaba comunidad internacional, que va camino de la inexistencia, contempla lo que sucede en Gaza con una mezcla de horror e indiferencia. Los países europeos son los que denuncian de manera más clara lo que pasa, con diferencias entre ellos, mientras que los países árabes se suman al coro de los que no hacen ni dicen nada. En EEUU la posición empieza a ser dubitativa, con rumores de que la administración Trump ya no le ve sentido a lo que está haciendo su aliado Netanyahu, pero sin mojarse en lo más mínimo. La ausencia absoluta de poder de Europa en el mundo hace que nuestras condenas no sirvan para mucho, y nos aboque a la irrelevancia. Y a cada día que pasa la situación en Gaza empeora.

Mañana es fiesta en Madrid. Nos leemos el próximo lunes 28

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