lunes, julio 28, 2025

Mal acuerdo comercial para la UE

Antes que nada, resaltar que todo con Trump es anómalo y como no debe ser. Resulta escandaloso que una reunión de estado, y con la trascendencia de la celebrada ayer, se produzca en su campo de golf privado de Escocia. Para Trump no hay ni que mantener el disimulo hipócrita que separa su función presidencial de sus negocios, todo es uno. El nivel de corrupción que esto supone es casi absoluto, y convierte a la institución presidencial norteamericana en una mera agencia de representación de un comisionista encargado de sacar todo el valor posible a sus negocios. Da mucha grima que esa gran nación consienta algo así.

Ahora, algo sobre el acuerdo de ayer, por llamarlo de alguna manera. En esencia, la UE se baja los pantalones y, para evitar la amenaza del 30% con la que Trump nos iba a arrear a partir del viernes 1 de agosto acepta un 15% de arancel a casi todos los productos fabricados en la UE que entran en territorio norteamericano. No sólo eso, la UE se compromete a realizar compras a EEUE en materias como energía y seguridad por valor de cientos de miles de millones de euros, y acepta inamovible el gravamen extra que ya tenían el acero y aluminio europeo, que me quiere sonar que es del 25% pero no descarten un valor mayor. ¿Qué penalizaciones pone la UE como contrapartida? Ninguna. No se cobrará arancel alguno a los productos norteamericanos que accedan a nuestro mercado, de tal manera que nosotros seremos castigados al vender allí y ellos no lo serán al hacerlo aquí. Si esto no es una claudicación en toda regla que alguien me lo explique. Bruselas tenía estudiados un grupo de bienes norteamericanos sobre los que ir imponiendo gravámenes en caso de que se llegara a un procedimiento de aranceles agravado a partir de agosto, de tal manera que se diera un cruce de tarifas que disuadiera al presidente naranja de sus intenciones iniciales, pero todo eso ha debido quedarse olvidado en un cajón, porque las negociaciones han sido de una simpleza extraordinaria. A cambio de rendirnos, se nos aplica un castigo menor. El papel de la UE como socio comercial pasa a ser de igualdad a subordinación, y los daños que estas tarifas van a suponer para los sectores europeos no tardarán en mostrarse. Para España, en principio, el acuerdo es dañino, pero supeditado a sectores específicos, como el agroalimentario. No es EEUU el mayor de nuestros mercados, por lo que vana ser algunas empresas concretas las que sufran, pero no tanto el tejido productivo. Pero esa primera impresión debe matizarse mucho, porque otros grandes mercados a los que si vendemos, por ejemplo, Alemania, van a ser de los más perjudicados. Los coches europeos sí van a tener ese gravamen del 15%, y el coche alemán se vende mucho allí, y el coche alemán demanda componentes en una cadena de suministros global en la que hay muchas empresas españolas. Directamente no, pero indirectamente la industria de componentes nacional va a sufrir esos aranceles. A este gravamen, injusto, se le debe sumar la actual depreciación del dólar respecto a un euro que cotiza caro, en el entorno de los 1,17, por lo que la competitividad de los productos europeos en el mercado americano se va a ver muy dañada. Además de los destrozos que esto pueda suponer para nuestras empresas, este arancel, estúpido, va a generar inflación en EEUU. El consumidor norteamericano va a ver como las marcas europeas, algunas de las cuales son sus favoritas para ciertas cuestiones, se encarecen notablemente de un día par otro, y eso va a hacer daño en su capacidad adquisitiva. Los aranceles son un impuesto al consumo, una idea nefasta que sólo genera daños y que pagan aquellos que menos renta tienen (al que va sobrado le preocupa poco el precio de los bienes). El consumidor norteamericano es, junto a la UE, el gran perdedor del acuerdo de ayer.

¿Por qué la UE ha aceptado semejante disparate? No lo se. Quizás a cambio de ceder Se haya conseguido un apoyo norteamericano en seguridad frente a Rusia en el frente del este, pero algo así no ha trascendido, y la palabra de Trump tiene la misma solidez que la de Sánchez. Desde luego, la imagen que hoy domina es la de una Europa sometida, rendida, que agacha la cabeza ante un matón que, por ahora, se sale con la suya. Comprando el discurso injusto de los abusones es como no se acaba con ellos, y las bazas de presión que tenía la UE en este asunto han sido arrojadas a la basura a las primeras de cambio. Un mal acuerdo que nos va a salir caro.

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