Tomo prestado el título de la película de Woody Allen porque lo que ayer por la noche era un acuerdo en el Congreso norteamericano al respecto del plan de salvamento financiero de Bush se ha trocado hoy en un desencuentro entre demócratas, Bush, los candidatos a sucederle y el ala más conservadora del partido republicano, que tiembla de miedo al oír cosas como la necesidad de intervenir en la economía. Y esto, la intervención pública en el negocio privado, se está convirtiendo en uno de los debates más interesantes que esta generando esta crisis, una de esas discusiones de fondo que llevan dando que hablar desde hace siglos.
Partiendo del hecho de que todas las economías están intervenidas, algunas son más libres que otras. Los EEUU siempre han presumido de un elevado grado de libertad financiera y de mercado, y ha extendido esa doctrina liberal haya donde han podido. Yo soy un liberal también, creo que hay cosas que debe hacer el estado, pero desde luego en otras no debe meterse para nada, y creo que el compromiso intervencionista debe determinarlo cada sociedad, de tal manera que un sistema sanitario como el norteamericano jamás podría ser implantado en Europa (y que así siga la cosa) y el sistema público de salud europea fracasaría en Manhattan, pese a la cara de asombro que se nos ponga a los privilegiados europeos. En el caso de la crisis financiera los americanos han mostrado una de sus caras más valiosas y útiles, que es la practicidad. Se trata de hacer algo que funcione, sea como sea. Bush y compañía son antiintervención, pero si hay que salvar el sistema, y sólo el estado lo puede salvar, pues el estado interviene. En el campo de las formas Bush lo ha hecho bien, llamando a Obama y McCain y diversificando riesgos y culpas. No conozco en detalle el plan de los ya famosos 700.000 millones de dólares (créanme, no faltan ceros), diseñado pro el Secretario del Tesoro Henry Paulson (ex de Golmann Sachs, dato importante) y el Presidente de la FED, Ben BErnanke, pero la crítica que se le hace por parte del republicanismo acérrimo es que ese dinero va a salir del contribuyente americano, y se destinará a financiar los agujeros que han creado algunos irresponsable sen Wal Street. El estar a escasos cuarenta días de las elecciones y que muchos congresistas y senadores puedan ver su reelección frustrada por este llamada a pagara dinero puede hacer que el plan fracase. Obama ha puesto empeño en que el plan recoja de manera explícita que los altos ejecutivos de las firmas de inversión que han quebrado, o de las inmobiliarias, no puedan beneficiarse de estos fondos públicos, con la intención de suavizar el trago al granjero de Iowa o al comerciante de Denver, que son los que van a pagar el pato finalmente. ¿Se imaginan aquí una situación similar? Zapatero y Rajoy juntos en la Moncloa debatiendo un presupuesto de emergencia nacional para evitar el colapso del sistema financiero más sólido de occidente. Confiemos en que no llegue el colapso, porque dudo mucho de que se diera un acuerdo tan prometedor en nuestros país como el mostrado en Washington, aunque como se ve allí también el “pacto de salvación” rodeado de peligros y obstáculos.
Lecturas recomendadas. Lógicamente, no han salido aún libros sobre la crisis, pero hay dos visionarios que ya preveían esto, o mejor, denuncian que los mercados financieros son más complejos, difíciles y peligrosos de lo que creemos. Uno es “Fractales y finanzas” de Benoit Mandelbrot y Richard Hudson. El otro, camino de convertirse en un clásico, pese a esta recién publicado, es “El cisne negro” del rupturista y polémico Nassim Nicholas Taleb, ex broker, odiador de las corbatas, y denunciante de un sistema económico en el que la estadística clásica no funciona, los conceptos de “borroso” y “no lineal” campan por sus fueros y provocan destrozos como los vividos. Por cierto, ambos textos se fijan mucho en lo que sucedió con el LTCM a finales de los noventa, una especie de “demo” de la situación actual. Dos libros interesantes y, en estos días, necesarios.
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