Verán, hoy me ha dado por ponerme en plan abuelo cebolleta, o mejor, cascarrabias. Los Sábados suelo comprar dos periódicos, El País y el ABC. Este último incluye una revista femenina llamada “Mujer de hoy” que, como otras similares, consta de una serie de plúmbeos artículos como excusa para contener un enorme catálogo de venta de ropa y complementos varios. Esto sucede a veces también con las revistas dominicales de todos los periódicos, pero en ese caso el asunto es más disimulado, excepto en los llamados “números extras”, y los artículos no son de rellenos y suelen estar bien.
Pues este sábado la citada revista era un “extra niños”. Horror, me dije, además de tostonazo vienen fotos de niños, con lo poco que me gustan los niños a mi... por lo menos los habituales reportajes de modelos son una pesadez, pero alegran la vista, aunque hay cada una que da pena. Bien, el número en cuestión incluía una entrevista con la ministra de educación Mercedes Cabrera, que afirmaba, sin ruborizarse ni nada, que “disponemos del mejor sistema educativo que hemos tenido nunca”. Se ve que ella no manda a sus hijos a estudiar en España, o es una experta en los modelos educativos de naciones punteras como Chad, Turkemistan o Albania. A ver si hay suerte y la ministra visita un día de estos un colegio de la ESO y los alumnos le dan su merecido. Tras esta asunción de responsabilidades ante el fracaso educativo que nos aflige yo ya estaba algo caliente, pero después de la coartada – entrevista, venía el extra en sí, decenas de páginas de niños y niñas posando como modelos divididos en varios epígrafes con títulos del estilo de “los primeros de la clase”, “nos vamos de marcha” “aventura urbana” o tonterías semejantes. En todos los casos la edad de los menores oscilaría entre los 8 y 12 años, supongo, y parecían niños haciendo de modelo mayor, lo que provocaba en mi una sonrisa cáustica por lo cutre que resultaba la imitación, y niñas haciendo de modelos mayores, con una expresión de lolitas insinuantes que era aún más patética que en el caso de ellos. Para ayudar a los padres, los últimos y engañados sufridores de este engendro, a superar la crisis y hacer que el inicio de curso se a lo más llevadero posible, en todos los casos ellos y ellas llevaban puestos ropa, complementos y accesorios por un precio que, en cada conjunto, no bajaba de los 300 euros de media, por lo que se podía garantizar que los niños volviesen al “cole” de la manera más guay del mundo, siendo los primeros en diseño. Eso sí, gastándose bastante más en los zapatos que en libros de texto, y mucho más aun en una pashmina (un pañuelo de esos) de 150 euros que hará que ellos se rindan ante los encantos de la pequeña señorita, y le garanticen el triunfo en la clase..... A medida que pasaba las páginas y veía nuevos e inacabables ejemplos de esto iba pasando del “no me gusta, no me gusta” al “esto es una vergüenza, una porquería” o cosas aún más subidas de tono.
Y no sólo por el insulto que esto supone al esfuerzo educativo, que ya nadie parece valorar ni apreciar. Hay una escena en Wall-E (que gran película, verla) en la que los niños aprenden a leer con las siglas del centro comercial que les acoge, fabricando así nuevos y perfectos clientes, que vivirán para las compras y estarán toda la vida a merced de las ofertas y promociones. Lo del sábado era lo mismo, más cutre y artesanal, menos futuristas, pero me temo que igual de efectivo. Aborreguemos a los críos desde pequeños, hagámosles esclavos de la moda, las tendencias y todas esas falsedades que hemos inventado, y serán dóciles consumidores el resto de sus días. No me digan que no es para ponerse cascarrabias.....
Mañana es fiesta en Madrid ciudad. Hasta el Miércoles
1 comentario:
David, qué miedo das! A mi también me repugnan los extras de moda de las revistas, pero de ahí a inferir que nuestra infancia está podrida por la mera existencia de la revista... no lo veo.
Todo depende de cómo lo enfoques. Si el padre es gilipollas y decide poner al niño en plan guay, lo único que conseguirá es que al pobre le den una tunda en el cole, por pijo. Eso si, si va a colegio de pago, entonces será el rey del recreo.
Me estoy yendo por los cerros de Úbeda.
besos
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