Uno cree que ha visto de todo en esta vida, o casi, hasta que la realidad le golpea y demuestra que poco sabe, conoce y cree. Estaba ayer por la noche, antes de ir a la cama, pensando en sobre que escribiría hoy. Me decanté por relatar lo que hace uno en un día tonto de fiesta como el de ayer, sólo hábil en Madrid ciudad. Luego pensé que lo justo era hablar del arranque del LHC, el gran colisionador de hadrones que hoy empieza a funcionar en el CERN, Suiza, y que tanta polémica ha generado, aunque “sólo” es un enorme y fascinante experimento hacia las fronteras de la materia. Pensando en hadrones, quarks, neutrinos y similares me dormí pasadas las 00:20.
Y a eso de la 1:15 me desperté con el ruido de golpes en al puerta de casa. Quién diablos puede estar aporreando a estas horas..... pero no era la puerta la que sonaba, eran golpes dispersos, ruidos desperdigados por toda la casa. Vi el reloj y me extrañó, porque si esto era el fin del mundo pronosticado por los agoreros del LHC se había adelantado lo suyo. ¿Qué pasa? Miré por la ventana pero no se veía mucho, porque era un continuo de relámpagos que te dejaba velado, y de vez en cuando se vislumbraba algún granizo suelto. “Ah, eso será el ruido, granizos que golpean el edificio... pues deben ser grandes” pensaba, hasta que de repente el ruido se convirtió en un estruendo, y ya no eran unos guijarros de hielo lo que caía, sino una cascada de pelotas heladas que hacían un ruido ensordecedor. Alucinado, sin saber muy bien que hacer, cerré la ventana del cuarto cuando ya algunas bolas me habían pegado con fuerza en la cabeza, es el problema de vivir en casas sin aleros en el tejado que te protejan. El ruido era horroroso, como cuando una hormigonera gira a toda velocidad y notas como los áridos que están en su interior se golpean, o como el bombo de los niños de San Ildefonso, lleno de bolitas. Subí la persiana del cuarto del todo y, asombrado, pese a no distinguir mucho los granizos, veía como las ramas de los árboles que cubren mi vista eran salvajemente golpeadas, magulladas y arrancadas. Hojas y ramitas caían sin piedad, empezando a alfombrar un suelo que cogía poco a poco una tonalidad blanca redondita. En medio de un ruido insoportable, cientos de relámpagos, y con la sensación de que la casa, poca cosa, se me venía encima, abrí la ventana de al cocina, que da al patio, y allí, sobre la repisa, se acumulaban bolas de granizo de diámetro superior al de canicas, yo diría que más de un centímetro con facilidad. El ruido en el patio era horroroso, enorme. Traté de hacer alguna foto, pero mis intentos de sacar el brazo y la cámara se saldaban con un montón de golpes de bolas en mis manos, que hacían bastante daño, y el rebote de algunas de ellas hacia el interior de casa, lo que empezaba a preocuparme, porque no era plan tener agua dentro con la que se estaba montando fuera. Algunas imágenes saqué, pero a falta de comprobarlo, me temo que el resultado será decepcionante. Y así, con un ruido realmente terrible y la sensación de estar en un cascarón a merced de los elementos, y con el temor de que en cualquier momento el techo se venga encima, hasta la 1:30. Quince minutos de fragor. LA mayor granizada que he visto en mi vida.
Lo raro de las tormentas es que, tal como vienen, se van. Y se pagó el ruido casi de golpe, y pude abrir las ventanas, y el paisaje nocturno era desolador. El suelo del barrio era tan verde como blanco, de todas las hojas que habían sido arrancadas. Hoy por la mañana, al salir de casa, quedaban acumulaciones de granizo, pero ya sólo los restos de vegetación tapizaban las calles, provenientes de árboles que, en medio de la oscuridad, deduzco que han sido parcialmente arrasados. No sólo mi barrio se ha visto afectado, perece que otros también han tenido lo suyo en esta noche que sí prometía. De hecho ayer estuve hasta las 21:30 en el parque de las tetas, viendo cuatro tormentas simultaneas en los alrededores de Madrid. Tras eso me fui a casa.. y alguna de ellas me siguió!!! En serio, alucinante.
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