Al igual que la semana pasada fueron los demócratas los protagonistas de la política norteamericana, y mundial si me apuran, esta semana les toca el turno a los republicanos, que celebran la convención en Mineapolis. Si bien las primeras jornadas del encuentro han quedado deslucidas por el huracán Gustavo, que azotó Nueva Orleáns, en los últimos días la cosa se ha animado, especialmente por la sorprendente elección que ha hecho John McCain de la candidata a vicepresidente. Una mujer, Sarh Palin, joven, atractiva, conservadora, y con una vida personal y familiar tumultuosa.
Durante esta semana nos hemos enveredado de bastantes cosas de esta actual gobernadora del estado de Alaska. Su perfil conservador clásico, antiabortista, amante de las armas de fuego, cristiana convencida y fogosa le ha permitido suplir las carencias que en estos asuntos demuestra el propio McCain, que le hacían alejarse del votante medio del republicanismo, especialmente de grupos poderosos, como es el caso de los evangélicos del sur, que son, entre otros, los que han cimentado la victoria de Bush en las dos últimas ocasiones. Pero resulta evidente que el perfil personal de Palin no es precisamente “conservador”. Perteneció durante su juventud, es decir, hasta hace poco, a un partido independentista de Alaska, participo en el certamen de belleza del estado y quedó segunda (a mi me parece una mujer muy guapa, desde luego), recaen sobre ella acusaciones de abuso de autoridad y una hija suya de 17 años ha debido confesar en medio de la convención que está embarazada, lo que ha hecho que el novio de al chica, su ya marido de facto, aparezca en todas las televisiones aplaudiendo fervoroso a su suegra. A mi esta escena y el revuelo que se ha formado me recordaban al principio de la película “Una jaula de grillos” en la que el gran Gene Hackman, alto cargo del partido de la decencia y la moral (o algo así) recibe al noticia del que el líder del partido ha muerto acostado en la cama de una puta negra apodada “chocolatito”. Todo esto es muy americano, y me da un poco igual. No votaría a Palin o dejaría de hacerlo porque tenga un ahoja que es ligera de cascos, esté embarazada o se dedique a las oscuras artes de la consultoría. Eso son asuntos privados de la vida de la candidata y de su familia, y que no deben suponer ni una ventaja ni un inconveniente. Palin tiene un marcado perfil político, mucho más rudo de lo que aparenta su agradable figura de chica empollona y reservada, y buena muestra de ello fue el discurso que realizó antes de ayer. Duro, mordaz, casi violento contra Obama, acusándoles de inexperiencia y de incapacidad para asumir la presidencia de los EE.UU. trago en le que no le veo a ella mucho más capacitada en el caso de que, si ganase McCain, algo le sucediese a ese hombre de 72 años, el de mayor edad en la historia en presentarse por primera vez a la elección presidencial.
¿Votaría yo por Palin? La respuesta es no. No comparto su ideología, pero es que, además, Palin es creacionista. Pertenece a ese grande y poderoso grupo norteamericano que defiende que la creación de la humanidad lo ha sido por intervención divina, no por evolución, y que, por tanto, la teoría de la selección natural de Darwin no es cierta. Y no podría emitir mi voto a favor de un candidato que niega semejante avance del progreso científico. En definitiva, ya tenemos conformados los dos equipos electorales, la fecha del 4 de Noviembre se acerca y, pase lo que pase, algo va a cambiar en los Estados Unidos y, claro, en el resto del mundo.
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