Hoy, en lo que yo llamo el día de la condena, al ser la fecha en la que se cumple un aniversario, en este caso el de la caída de las torres, y un día, y sin saber muy bien porque las sentencias judiciales habitualmente añaden ese día suelto de propina, si es por recochineo o simplemente por hacerse notar, podemos hacer rápido, simplista y somero análisis de que tal han ido estos siete años en lo que hace referencia a eso que se (mal) llama la guerra contra el terrorismo, de su eficacia y de en que situación nos encontramos.
Creo que el balance es, en general, decepcionante. Hoy estamos peor que hace siete años, independientemente de que se hayan frustrado atentados o no. Y estamos peor porque, entre otras cosas, occidente, y Estados Unidos a la cabeza, han perdido gran parte de la legitimidad histórica que han tenido en esta batalla, y sobre todo el sentimiento de afecto que se extendió a medida que un hongo de polvo y mierda asolaba Manhattan. Hoy para muchos es Guantánamo el símbolo de esta lucha antiterrorista, no los complots desarticulados en Inglaterra, España y otras naciones, y eso ya es un síntoma preocupante. En lo que se refiere a la guerra pura y dura, instrumento poco eficiente para combatir este tipo de fenómeno, la situación es de estancamiento. Tras una campaña a finales de 2001 y principios de 2002 en Afganistán (¿alguien se acuerda de eso?) el nombre de Irak empezó a surgir por todas partes, y ese país y esa guerra la que han ocupado todas las portadas, debates y discusiones. Confieso que, a día de hoy, no alcanzo a entender porqué Estado Unidos se metió en ese avispero, equivocado y erróneo, salvo por una causa psicológica derivada de la venganza, la ira y el resentimiento. Varios años de esfuerzo, miles de millones de dólares gastados y, sobre todo, vidas perdidas a montones, no han servido para casi nada. El país empieza a estabilizarse poco a poco, a medida que el gobierno irakí empieza a coger un cierto fuste y poseer elementos propios de autodefensa, y en dos años sacar las tropas norteamericanas será algo trivial, porque probablemente no harán falta. A este proceso también ha ayudado que la población irakí ha rechazado la doctrina de Al Queda, se ha horrorizado cada vez más con sus terribles y sádicos atentados, y desea recuperar su país. Si Irak poco a poco se arregla, y desaparece paulatinamente de nuestros medios, Afganistán, el origen de todo, se descontrola cada vez más. En un combate sucio, oscuro, sin frentes que narrar ni ciudades que tomar y enseñar, el polvorín afgano no deja de crecer, engullendo cada vez más recursos y tropas, sin que parezca haber un plan director sobre qué hacer en el pías, o como queramos llamar a eso. La zona fronteriza con Pakistán es un territorio sin ley donde a saber que se mueve, y el propio Pakistán parece caer poco a poco en un marasmo del que la salida se presume difícil. Los esfuerzos norteamericanos por controlar su gobierno, y de paso los arsenales nucleares, no parecen estar sirviendo de mucho.
Y, por cierto, ¿Dónde está Bin Laden? Siete años después no tenemos ni idea de por donde se mueve el forajido más famoso del mundo, el instigador y último responsable de la masacre del 11S. El gobierno de Bush ha fracasado en el objetivo de capturarle, uno de los más claros y precisos objetivos que debía cumplir a partir del atentado. Es de esperar que bien McCain u Obama rectifiquen muchas de las políticas de estos últimos años, y sean capaces de enfrentarse al enorme reto que, ahora agazapado tras una voraz crisis económica, se esconde en medio de ese desierto polvoriento.
La semana que viene me cojo vacaciones por lo que, salvo sorpresa, no habrá entradas nuevas hasta el Lunes 22 de Septiembre. Ser felices.
1 comentario:
David!
Esperaba algún comentario sobre la sentencia del TJCE... ya se que te ahs centrado en el aniversario de las Torres Gemelas, para algo es el título de tu blog...
Cuando quieras lo comentamos (la sentecia y lo que la rodea).
Saludos desde Elorrio!
Susana SG
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