martes, septiembre 23, 2008

Ahora es fácil decirlo....

Quizás de todas las preguntas que hacía ayer al respecto de la crisis la más interesante sea la del porqué hemos llegado a esta situación. Como todo suceso complejo, una crisis económica no responde a una sola causa, sino a un conjunto de ellas que se coordinan y crean el fruto, en este caso la bajada. Quizás fuese de ayuda el preguntarse porqué hemos crecido tanto estos años pasados, de donde surgía esta prosperidad infinita que ahora se vuelve contra nosotros, quizás demostrando que esta caída es solo el reverso del repunte anterior. Apunto algunas ideas al respecto, aunque lo voy a hacer bastante peor que el sabio Abadía. Leerle a él también.

Lo básico es que, nuevamente, estamos asistiendo al pinchazo de una clásica burbuja, en este caso inmobiliaria. En todas las épocas ha habido burbujas, la anterior a esta fue la de las .com, y se producen siempre por al misma causa. El valor de un activo empieza a crecer, y la gente se lanza a por él, lo que provoca que crezca más. Llegados a ese punto, y si la AVARICIA y la CREDULIDAD de los inversores son grandes, el proceso de crecimiento y arrastre serán enormes. Todo el mundo se apuntará al mismo, siguiendo esa vieja ley de “tonto el último” y se llegará a la exuberancia irracional. Así hasta un punto en el que alguno, el primer listo e iluminado, se de cuenta de que ese proceso no es sostenible, se largue, alguien le siga y el precio del activo se estabilice. Los últimos en acceder se encontrarán muy endeudados, y los primeros virtualmente forrados, y todos desearán salirse rápido, espoleándose un proceso de derrumbe del valor inverso y a veces más brusco que el auge inicial. En medio de la bajada llegarán las pérdidas, las ruinas y los lamentos. En el caso que nos ocupa han sido los pisos, las casas, el bien deseado. Alimentado por unos tipos de interés ridículos, a veces negativos comparados con la inflación, las entidades financieras norteamericanas, y luego las europeas, se lanzaron a la concesión de préstamos a todo el mundo, estuvieran en condición de poder pagarlos o no. No había problema porque el precio de las casas no dejaba de subir y cubría el valor del préstamo, en caso de impago, y claro, “
como los pisos no van a bajar nunca” la bola seguía engordando. Hace dos años todo el mundo se alarmaba de los caros que estaban los pisos, de lo imposible que era acceder a los mismos, pero no van a bajar, decían TODOS los analistas, salvo escasas excepciones, y pensábamos TODOS los ciudadanos. Ahora el precio SÍ está bajando y eso está arrastrando a todos los involucrados en la burbuja, desde los particulares hipotecados hasta los bancos, cajas y otras entidades que se metieron en el negocio fácil de los préstamos arriesgados. Además, el proceso de “titulización” de las hipotecas, que las ha convertido en un bien de inversión como otro cualquiera, ha hecho que esos préstamos arriesgados finalmente estén en manos de cualquier agente económico que haya hecho inversiones en los mercados financieros. A partir de ahí empieza a surgir el temor (¿Qué porcentaje de mi cartera de inversión está “contaminado”? ¿y mi rival? ¿estará peor o mejor que yo?) y el miedo a prestar dinero a cualquiera, dado el riesgo de que no te lo pueda devolver. Esta es la causa del estrangulamiento del crédito que vivimos ahora. Con todas estas fuerzas desatadas las bancarrotas, quiebras, impagos y pánicos se extienden como una mancha de aceite.

La especial gravedad de la crisis a la que nos enfrentamos deriva de que es global, dado que no se circunscribe a un país concreto como ocurrió con el derrumbe inmobiliario japonés de los noventa, y es muy profunda, porque son muchas las personas y entidades que han apostado muy fuerte en el mercado inmobiliario, y claro, cuanto más apuestas más puedes ganar o, como es el caso, perder. Esto genera los llamados riesgos sistémicos, es decir, que quiebre algo tan gordo que arrastre a la economía a un callejón sin salida, a una crisis total. Aún no hemos eludido ese riesgo, aunque lo vamos sorteando. Supongo que tras esto les surgirán aún más preguntas que ayer, empezando por una muy sería. ¿Qué han hecho las autoridades al respecto? Y sobre todo ¿qué no han hecho?

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