Vaya final de año.. sólo con la vuelta a casa de Aminatu Haidar de ayer por la noche y lo de Copenhague de hoy habría materia para reflexionar hasta las campanadas, pero dado que todavía hay incertidumbres en lo segundo, a ello me voy a dedicar. La llegada de los líderes (llamémoslos así) pretende provocar el acuerdo que de momento no se da en la cumbre, cuya misión según muchos es salvar la tierra, tierra que según ZP al finalizar su discurso, pertenece al viento. Trataré de ser un poco menos cursi y algo más práctico.
Lo que Copenhague ha mostrado estos días es la imagen de un fracaso. Desastre organizativo, miles de individuos intentado colarse en al cumbre para hacerse propaganda, caso en las calles, manifestantes de todo tipo y reivindicación.... lo que debiera ser un encuentro de técnicos en climatología se ha convertido en un circo de varias pistas, y encima es probable que sin que de ahí surja acuerdo alguno. Añado aún más. Si al final se llega a un acuerdo se incumplirá, como ha pasado con el protocolo de Kyoto. Es cierto que esta vez, si se firma un compromiso, lo harán casi todos los países (ahora voy con las excepciones) y será más difícil que en ocasiones anteriores echar la culpa a unos o a otros gobiernos en concreto. Las citadas excepciones son posiblemente dos, EEUU y China. Realmente nos podíamos haber ahorrado toda esta cumbre si Hu Jintao se hubieran reunido en una cabaña finlandesa, por poner un lugar invernal bonito, y hubieran acordado ellos dos una reducción de sus emisiones que, no dispongo de los datos exactos, son enormes respecto al total mundial. Si eso no se produce de una manera o de otra da más o menos igual que países pequeños como España, o ridículos en su dimensión mundial como toda África, reduzcan sus emisiones. Los americanos han ofrecido como solución de última hora contribuir al fondo que se va a crear para financiar la reducción de emisiones en los países en vías de desarrollo, pero lo siento, soy escéptico. Ni me creo que ese dinero finalmente llegue a esos países con ese fin ni directamente que, en la coyuntura actual, las economía occidentales, endeudadas hasta las cejas, se pongan a donar dinero a mansalva a otros países. Y además está China. China no va a aceptar un programa de reducción de emisiones reales si eso supone una reducción de su potencial y tasa de crecimiento. Hará declaraciones a la galería, pero no reducirá. Y si China no se apunta esto no sirve de nada, con el añadido de que las ONGs y demás organizaciones sociales no tienen lo que hay que tener para meterse contra el gobierno chino, especialista en detener y hacer desaparecer a todo opositor que le moleste mucho. De seguir así las cosas una falta de acuerdo, o un papel firmado sin valor salvaría la cara a muchos gobernantes y permitiría diluir las culpas del fracaso. Así, todos contentos y con unas cuantas cajas de galletas danesas para casa.
Bonito panorama, verdad? En fin, me da al sensación de que esto no ha servido para casi nada, excepto si me apuran para volver a constatar que en el mundo actual son dos los actores predominantes, los americanos y los chinos, y el resto somos una mera comparsa. Debiéramos olvidarnos de qué van a hacer estos dos países, que se moverán en función de sus intereses, y empezar a preocuparnos por nuestro medio ambiente local, nuestros bosques, ríos y ciudades, nuestro abastecimiento energético y nuestros residuos. No esperen que Copenhague les plante un árbol junto a su casa o les traiga un aire más limpio a su ciudad, no.....
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