Se celebra durante esta semana y la que viene en la fría Copenhague la cumbre de la ONU sobre le cambio climático, aderezada con variadas actividades para mitigar ese frío nórdico y “calentar” la cumbre. En sus orígenes esta cumbre iba a ser la que elaborase una nueva versión del protocolo de Kyoto, pero es probable que sus resultados sean muy descafeinados, aunque hay visiones tan contrapuestas en este asunto que es difícil saber con que quedarse. A ver si logro explicar un poco mi visión de algo tan complejo y difícil de analizar como es el clima, y creo que la entra de hoy no será suficiente.
Simplificando mucho, dos posturas se presentan en la cumbre. Una la encabezan los, llamémosles así, tremendistas, que amenazan diciendo que si no se toman drásticas medidas de reducción de emisiones de CO2 nos enfrentaos a un futuro apocalíptico, que pone en riesgo a toda la humanidad. Por otro lado están los llamados negacionistas, que dicen que esto del cambio climático es una patraña organizada por lobbys ecologistas y que no se sustenta más que en opiniones de algunos excéntricos y muchas mentiras. ¿Y cuál es la postura cierta? Sospecho que, como suele ser habitual, la intermedia. Hay que empezar asumiendo que el clima es algo tan complejo que se nos escapa del entendimiento, las predicciones climáticas suelen fracasar porque la dinámica del fenómeno es endiabladamente complicada. Resulta evidente que el uso y el abuso que los humanos hacemos del planeta debe tener algún tipo de efecto en el clima a largo plazo, pero es difícil determinar cuanto mide ese efecto y hacia donde se dirige. Se sabe que ha habido ciclos climáticos en los pasados siglos de épocas más frías (el mínimo de Maunder en el paso del siglo XVII al XVIII) y más cálidas sin que se sepa muy bien a que se han debido, descartándose en ese caso la influencia humana por su irrelevancia. A analizar este difícil problema no contribuyen mucho los medios de comunicación, que se obstinan en confundir clima con tiempo, es decir, las tendencias generales futuras y a largo plazo con lo que ocurre hoy por la mañana. Frecuentemente se escucha que tal tormenta, helada, inundación u ola de calor es fruto del cambio climático, y eso es mentira. El clima es el resultado de las observaciones meteorológicas diarias durante muchos años , lo que permite determinar un patrón. De ahí que sea tan difícil, con el poco tiempo transcurrido desde que se ha empezado a estudiar este fenómeno el determinar si el cambio climático existe y en que medida nos afectará más o menos. En definitiva, un problema que debe ser estudiado por científicos, pero que es espoleado hábilmente por políticos de uno y otro signo, que buscan sacra u rendimiento a sus medias y empresas subvencionadoras, sean de molinos eólicos o petroleras, como sospecho que es el caso de la extravagante Sarah Palin. Recordemos que en ciencia no hay dogmas, y que es el estudio, la experimentación y el análisis la fuente del conocimiento, no la democracia y el acuerdo entre partes. Eso es política, interesante y necesaria, pero no es ciencia. Me da que en Copenhague va a haber mucho más de política que de ciencia, y eso ya me resulta algo frutrante.
Si quieren un análisis serio, riguroso y científico del clima, cómo ha evolucionado en el pasado y que tendencias se observan en él, lean a Manuel Toharia y su libro “El Clima”; Editorial Debate, 2006, que ya está en bolsillo. Verán que el bueno de Toharia cree que sí estamos ante un lento proceso de calentamiento global, pero que frente a los posibles riesgos y peligros que entraña, el autor señala que casa día miles de personas se van a morir de hambre, sea o no por el clima, sin que cumbre alguna se preocupe de ellas. Y es que el factor pobreza y el que haya posibles ganadores y perdedores en el juego del clima enturbia aún más el problema. A ver si mañana puedo explicárselo.
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