Esta noche Obama ha pronunciado uno de los discursos más complicados de lo que lleva de mandato, apenas un año desde que fuera escogido. En West Point, quizá la academia militar más prestigiosa del mundo, ha esbozado el plan de acción en Afganistán par los próximos años, basado en el incremento de las tropas, más de 30.000 efectivos norteamericanos, y el esbozo de un inicial calendario de salida. Con este aumento los efectivos norteamericanos en el terreno sobrepasarán las 100.000 unidades, para hacerse una idea, equivale a todo el ejército español. Vamos a ver todo esto poco a poco.
El incremento de las tropas responde a la demanda que ya hizo pública hace unos meses el general Stanley McChrystal. Su idea, siguiendo los dictados de la doctrina que estableció Colin Powell y que lo regidores del Pentágono en la época Bush despreciaron, consiste en vencer al enemigo por aplastante superioridad, de tal manera que si, como es cierto, el ejército norteamericano es el mayor del mundo, sobredimensiones los efectivos que desplaza al lugar de conflicto de tal manera que la resistencia del enemigo sea barrida lo antes posible. Esto así mismo garantiza un menor número de bajas en las filas americanas y en teoría unas guerras más intensas pero cortas. Este planteamiento tiene un problema de fondo, que es el de qué hacemos cuando el enemigo es, como sucede en Afganistán, no un ejército regular que presenta batalla en campo abierto sino una nube de terroristas, simpatizantes y sombras que se camufla con la población civil. Es en este atolladero donde están los americanos, y nosotros con ellos, de ahí que el anuncio simultáneo de que en tres años la guerra habrá terminado, o al menos comenzará un repliegue significativo me da que es un mensaje destinado al consumo interno, a aplacar a una población que ve como el avispero en el que se han convertido Afganistán y Pakistán no deja de crecer y de traer a casa cadáveres de jóvenes norteamericanos. Nos queda por saber casi todo, especialmente la estrategia que va a seguir el ejército en el combate contra los talibanes, el cultivo de opio y su exportación, el control de la frontera con Pakistán y la simbiosis que allí se está produciendo entre al población civil y los grupos talibanes, etc. Pero lo cierto es que Obama en su discurso de ayer decidió, y lo hizo en pos de ganar la guerra, de implicarse con más recursos humanos y financieros, con un mensaje a su población de que “no queda mucho” (no es cierto) pero “nos vamos a implicar a fondo” (eso sí es cierto). En épocas de vacas flacas en las finanzas de Washington, con un paro creciente y un descontento social ante la crisis que, aunque tenue, no cesa de crecer, Obama ayer se arriesgó, y eso es meritorio por su parte. Queda por ve como se traduce esto en la práctica, y es de suponer que eso afectará, y mucho, a gran parte del auditorio que ayer, todo uniformado, le escuchaba con atención.
Pero tranquilos, que el resto de países no nos vamos de rositas. En su discurso Obama reclamó el esfuerzo por parte del resto de países que contribuyen a la misión afgana, entre ellos España. Esto supone una presión a aumentar nuestras tropas desplazadas allí, y parece que el gobierno de ZP va a acceder a esa petición, con el envío adicional de 200 soldados, medida con la que, pese a que sea muy impopular, estoy de acuerdo. Nos jugamos mucho en Afganistán y en Pakistán, los americanos y loa españoles y el resto del mundo, y la única manera de terminar con aquel problema, como con todos, será esforzándonos al máximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario