Si ayer las imágenes que llegaban del desastre de Haití eran individuales, y transmitían en los ojos de una persona o el rotor de un deambulante la crudeza de lo vivido, hoy son colectivas, y en ellas se intuye el hedor ene. que transitan los supervivientes al atravesar calles, o zonas en las que los escombros permiten andar, rodeados de cadáveres. Decenas. Cientos de cuerpos apilados en las esquinas, o alfombrando unos prados que hasta el Miércoles estaban abandonados y ahora son el destino final de un montón de personas anónimas.
Poco a poco se ve que la magnitud del desastre es tan grande como era de imaginar por las primeras noticias, y que el estado en Haití, que ya era tan frágil como su nivel de desarrollo, ha quedado tan destruido como las casas de Puerto Príncipe. Cooperantes que llegan por goteo, técnicos, bomberos, enfermeros.. muchos profesionales venidos de todo el mundo se encuentran al llegar con una situación desbordad en al que no hay luz de noche, el pillaje se extiende y la zona de la capital es lo más parecido a un escenario de Apocalipsis. Se habla de equivalencia con una bomba nuclear o de calles convertidas en morgue. En esta situación los primeros que han tomado un poco el control de la situación son los integrantes del ejército norteamericano que han empezado a llegar a la isla. Creo que la situación es lo suficientemente grave como para usar a Haití como experimento no ya de una cooperación internacional, sino directamente como zona intervenida. Ya antes de este desastre Haití era un fracaso como país, con una población mísera y maltratada por décadas de desgobierno y violencia corrupta. Dadas como están las cosas creo que nos podemos saltar a la torera el principio de no ingerencia, y se puede plantear que el país se convierta en un protectorado de la ONU y sea regido por funcionarios de la organización, pero no se yo sin al ONU está en condiciones de realizar esa labor. Otra opción es que el país sea completamente tomado por los americanos, muy próximos geográficamente, y que se transforme en un estado libre asociado a EE.UU, en un estatus similar al que ahora tiene Puerto Rico, que es independiente pero sólo hasta cierto punto, pero hasta ese momento sería un protectorado del ejército americano, de tal manera que se pudiera canalizar de manera adecuada los donativos que llegan de todas partes y al ayuda material y humana, y en una segunda fase, planificar una reconstrucción del país, la generación de instituciones libres y democráticas y tutelar un proceso de transición a una democracia y procurar en paralelo el desarrollo económico del país. Puede que todo esto suene a chino, y al final Haití, como les pasa a todos, sea sustituido en nuestros telediarios por otras noticias y el olvido caiga sobre ellos, como ha sucedido en muchas otras catástrofes recientes. Sin embargo creo que debemos aprovechar esta ocasión e intentar hacer un buen trabajo. No sólo los cooperantes de la primera semana. Rehacer Haití es un trabajo de años que debe ser llevado a cabo con dedicación y tesón por parte de todos.
Ahora mismo lo importante es rescatar gente de los escombros. Ayer por la tarde, en el metro camino a casa, una joven le iba contando a otra que había logrado contactar con una amiga suya que estaba en el hotel Montana, que se derrumbó. La amiga tenía un brazo y pierna rota, pero estaba bien. Sin embargo contaba que su madre, que debía estar en el momento del derrumbe en alguna planta superior, no había aparecido aún entre los cascotes, y que se temía lo peor, y las amigas se miraban compungidas al comentarlo, y eso tan lejano de Haití, que vemos como si hubiera sucedido en otro planeta, se hacía presente en un vagón de metro a la altura de Sainz de Baranda, en pleno Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario