Si lee estas frases desde la comodidad de su habitación de casa a las horas laborales, felicidades, y sepa que este que escribe ya ha consumido sus vacaciones navideñas, en una Navidad bastante desangelada por la crisis, en la que he notado menos espíritu de juerga y celebración que en otros años, y ya pongo por delante que no soy yo el juerguista empedernido para poder juzgarlo en la mejor posición. Pero no se, han sido unas navidades algo descafeinadas, con espumillones en las tiendas, pero sin clientes alegres, con mucho scrugge y poco espíritu de las fechas.
¿Es esta una sensación que sólo tengo yo? La he oído en algunas tertulias de radio, y es cierto que ni en Navidad ni en Nochevieja ha habido esos mensajes de felicitación cachondos, obscenos y procaces que abundaban en otras ocasiones. Cierto es que 2010 tiene un rima compleja (pez, fez, tez, pardiez y otros términos que no dan mucho juego morboso) pero si exceptuamos los colgados que han salido en todas las televisiones a cuenta de la macrofiesta que se organizó en la casa de campo el 1 de enero el resto de noticias de la nochevieja trataban de los cotillones en los que aún había plazas, del precio del marisco que no había subido como otros años y de, en definitiva, efectos del retraimiento del consumo por la crisis. Es lógico que no haya mucho ambiente de celebración entre aquellos que no tienen trabajo o ven el suyo peligrar. Si casi el 80% de los españoles está preocupado por el paro la alegría de la Navidad vendrá a consola esta situación, pero poco. Para terminar de empañar las fiestas apareció Al Queda con un intento de atentado en Detroit y con amenazas en Yemen, país que estas fechas muchos han descubierto que existe en el mapa, pero que no olvidemos que en él perdieron la vida, entre otros, un grupo de turistas españoles en el verano de 2007. La psicosis de los aeropuertos crece, unida al caos propio de estas instalaciones, en las que parece que nada acaba de funcionar bien, salvo la remuneración a los controladores y otros colectivos con ciertos privilegios. Se anuncia la instalación de esos escáneres de cuerpo entero que desnudan al pasajero para ver que lleva bajo la ropa, y que pueden hacer que las terminales se conviertan en una nueva edición del can can parisino, si uno se anima y se pone a contorsionarse de manera sensual mientras sus partes íntimas son vistas en tonos grises y azules por un supuesto equipo de seguridad, que va a ser un reducto de voayeurs y mirones profesionales, y muy bien remunerados. Entre sustos y paros encubiertos, y abandonos de pasajeros por parte de compañías tan “serias” y “profesionales” como Air Comet (y no tengo comillas suficientes) volar ha sido una de las pesadillas navideñas. No me ha tocado, así que me he librado, pero me imagino que pasear un día de estos por las terminales de Barajas, el Prat, o Canarias ha podido ser un magnífico despliegue de espíritu navideño, sonrisas y caras de felicidad por doquier, seguro que se lo imaginan.
Bueno, no todo es desastroso. Podemos endulzar nuestras penas diarias a base de chocolatinas y dulces típicos como el mazapán o el turrón.... pero no en todas partes. No se si debido al incremento de la demanda o a la imprevisión (por no llamarlo estupidez) de los comercios, pero para el 30 de Diciembre se acabó el turrón en el duranguesado, en todas sus modalidades. Ibas al Eroski o al Sabeco y veía cajas y cajas de espárragos, gambas, conservas, pimientos y otras cosas que a mi no me gustan nada, pero ni una mísera caja de turrón. Esto o es la crisis que golpea con fuerza inusitada...... o que tenían que traerlo por avión.
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