Empieza la semana navideña, en la que los desplazamientos por todo el mundo son incesantes, sobre todo a partir del día 23. Coincidiendo con estas fechas se ha vuelto a recrudecer el temporal de invierno que, desde hace semanas, azota a Centroeuropa. En España tenemos previsión de lluvias intensas en el sur y centro, y frío en el norte con menor precipitación para el inicio de esta semana, pero nada que ver con las nevadas que mantienen bloqueadas a miles de personas en Inglaterra, Francia, Bélgica y Alemania.
De hecho los aeropuertos ingleses están viviendo algo similar a lo que sucedió en España en el puente de la constitución, pero esta vez debido a causas naturales. Similares imágenes de caos, impotencia, desesperación de miles de personas y descoordinación general a las vividas en Barajas o el Prat en esos días se repiten en Heathrow, el mayor aeropuerto de Europa y uno de los principales en el mundo, y en otros nodos básicos de la red aeroportuaria del continente, como son Frankfurt o el Charles De Gaulle parisino. Las previsiones anuncian que el temporal seguirá, aunque parece que la cota de nieve subirá, esperemos que lo suficiente para permitir que toda esa gente pueda llegar a sus destinos. Ayer decía la tele que el Reino Unido está viviendo su invierno más crudo desde hace un siglo, lo que es complejo dado que aún no estamos en invierno (entramos la noche del martes al miércoles) pero es cierto que está nevando mucho en Londres, más de lo habitual. La imagen de la ciudad nevada es preciosa, y el otro día al verla en unos planos aéreos pensé en escenas de película como el joven Sherlock Holmes, o incluso en Peter Pan, imaginando a unos niños abriendo el portón de una de las buhardillas que estaban medio sepultadas por la nieve. La realidad es más prosaica, y al igual que sucede en Madrid, cuando nieva en una gran ciudad las consecuencias son negativas, en forma de atasco, caos, retrasos y accidentes variados, poco importantes en su mayoría, pero muy molestos. ¿A qué se debe este crudo final de otoño, tan invernal? No lo se, y puede que no haya causa estricta. Quizás es lo que toque. Me comentaba un amigo por teléfono este fin de semana que había oído que podía estar relacionado con la corriente de la “niña”, el fenómeno inverso al conocido “niño” que se forma en el mar de las costas peruanas con cierta regularidad, y que también podía ser todo efecto de la nube de cenizas que arrojó el volcán islandés allá al inicio del año, seguro que lo recuerdan. Es cierto que las grandes erupciones generan más frío, porque arrojan polvo y cenizas a la atmósfera que impiden que la radiación solar llegue con la fuerza acostumbrada a la superficie, haciendo así de cortina protectora y provocando una bajada de las temperaturas. Es lo que sucedió a nivel global, en poca cuantía pero medible, con la erupción del volcán Pinatubo en Filipinas, en 1991. Los estudios demostraron que, en efecto, tubo un nivel significativo en todo el planeta. Más conocido e intenso fue el caso del volcán Krakatoa, que explotó frente a las islas de Java y Sumatra en el siglo XIX y que produjo algunos de los inviernos más fríos que se recuerdan en occidente, a aparte de unos atardeceres con una luminosidad muy especial por el polvo el suspensión, y que fascinaron a varios pintores de la época.
Sin embargo, aún es pronto para saber si toda esta nieve proviene de las cenizas de Islandia. De serlo no dejarái de tener su gracia que el causante del mayor caos aéreo en la historia de Europa occidental lo volviese a hacer en el mismo año, primero directamente y luego de manera más retorcida y sibilina. De momento habrá que seguir atentos a las predicciones y, como todo tiene su reverso positivo, disfrutar de las imágenes que nos deja esta gran nevada en las grandes ciudades y en los campos, como muestra esta galería, por ejemplo. Y en todo caso, estén donde estén, abríguense. Este año el invierno no es de juguete.
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