Al menos no se les puede negar puntualidad. Tal y como estaba previsto, la cúpula de Batasuna presentó ayer en Bilbao las líneas maestras del estatuto de la nueva formación con la que quieren presentarse a las elecciones de Mayo. Un texto diseñado para pasar la ley de partidos, que contiene avances notables en lo que al lenguaje violento se refiere, con frecuentes rechazos de la violencia etarra, pero que ni hace condena expresa de la misma ni menciona palabra alguna sobre el sufrimiento causado por la banda de asesinos a la que siguen asociados. ¿Un avance? Sí, ¿el avance? Lo dudo mucho.
Todo esto me recuerda a la fábula de la rana y el escorpión. La rana se fía que el escorpión, deseoso de pasar el río montado sobre ella, no le mate porque supondría el fin de los dos. En medio de las aguas el escorpión pica a la rana y, mientras esta agoniza, le pregunta porqué lo ha hecho, y él responde que está en su naturaleza. Así, esta Batasuna nueva de ayer sigue teniendo el aguijón mortífero de una ETA en tregua, pero que no ha renunciado definitivamente a las armas, y que permanece vigilante en un segundo plano por si las cosas no van como desea. A esto debemos sumar la credibilidad de Batasuna. ¿Ustedes les creen? ¿Se fían de ellos? El argumento principal para la bajada de pantalones que presenciamos ayer es el de concurrir a las elecciones, su paso de río particular. No albergo duda alguna de que si no hubiese elecciones no veríamos todo lo que estamos viendo. Así, movidos por un interés táctico, Batasuna trata de presentarse a unos comicios que son su última oportunidad real de salvación. Es obvio que ese mundo está en crisis, desmotivado, debilitado y sin referentes. Con una ETA débil, que es detenida a pares, una presencia social muy disminuida, entre otras cosas por la ausencia del brazo político en las instituciones y, fundamental, sin recursos económicos que “alimenten” la causa, el entramado etarra se acerca a la ruina. Nunca han estado peor que ahora, ye so en sí mismo es bueno. Nunca se han visto tan necesitados de acudir a unas elecciones como las de Mayo, porque si pierden esta oportunidad abandonarán los ayuntamientos, y con ello el último resquicio de poder y presupuesto público que les queda. La representación de ayer, sea sincera o fingida, es para el grupo de mafiosos que allí se reunía, la constatación de su fracaso, aunque obviamente no lo quieran reconocer, y una muestra del éxito de la política antiterrorista llevada a cabo en los últimos años. Su aislamiento, persecución y menosprecio social ha sido constante, y eso les ah dejado en la posición de implorar para poder presentarse. Me atrevo a pensar que si, finalmente, no acceden a las elecciones, ese mundo se derrumbará en breve. Asfixiados del todo, sin relevancia y sin dinero no pueden existir, y las grietas y fugas que ya se ven en su mundo (presos especialmente) crecerán sin fin. Es una oportunidad de oro.
Así, ¿qué se debe hacer? La fiscalía y los jueces dictarán sentencia, pero me parece obvio que, usando el mismo lenguaje que utiliza ETA, es necesario “verificar” hasta que punto la voluntad expresada ayer es sincera o sólo es una treta más. Con tantos antecedentes, firmar un papel no le basta a ese mundo para ser creíble. Batasuna, Sortu, su nueva marca, no debe estar presente en las elecciones de Mayo, como test para verificar su voluntad de rechazo a las armas. Si esa postura se mantiene, y ETA no actúa, tendrá el camino libre para las generales de 2012 y la autonómicas de 2013, y habremos empezado a terminar, por fin, con el terrorismo en el País Vasco. De ellos depende.
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