Esta noche se ha celebrado la entrega de los Óscar de Hollywood. La lucha entre las dos favoritas se ha decantado por El discurso del Rey, que ha ganado el de mejor película, director, actor y guión original. El premio de la actriz, quinielas cumplidas, ha sido para Natalie Portman por Cisne Negro, y La Red Social, la favorita, mi favorita, se ha llevado tres premios, el de montaje, banda sonora original y, aleluya, el que más ilusión y expectativas me hacía de toda la noche, el de mejor guión adaptado, al maravilloso trabajo que, sobre un libro normalito, realiza un genio llamado Aaron Sorkin.
Y es que tengo que confesar que le debo una muy grande a Sorkin. Este sábado terminé de ver el último de los DVDs de la séptima y última temporada de El Ala Oeste de la Casa Blanca. Desde que empecé en agosto con los capítulos de la primera temporada, he pasado seis meses alucinando con una serie inmensa, que es fruto de la mente y el trabajo de Sorkin. Las cuatro primeras temporadas salieron de su puño y letra, con unos guiones y unas tramas que son incluso a veces más complejos de lo que lo puede ser la misma realidad. De tener tiempo Sorkin hubiese creado el desmadre que se está produciendo en el Magreb, y lo haría tan bien que nos parecería irreal!!! La serie cuenta el día a día de una administración demócrata, encabezada por Joshia Barlett, papel encarnado por Martin Sheen. Junto a él hay un grupo de papeles alucinante que son interpretados por maestros del teatro, la dicción y el carácter. Llevo meses siguiendo las desventuras del jefe de gabinete Leo McGArry y su ayudante Josh Lyman, tratando de elaborar un discurso político y viendo como el Senado, la Cámara de Representantes y decenas de intereses creados y lobistas se lo bloquean día a día, de cómo Toby Ziegler, el jefe de comunicaciones, se desespera para poder crear discursos y frases que sirvan al presidente para desarrollar su agenda y no se conviertan en sus enemigos, admiro con todo mi fervor a CJ Cregg, la portavoz de la administración Barlett, que sale al encuentro de las fieras de la prensa y, desde su podium, con su aparente seguridad, trata de que no se le note que está aterrada porque no saber casi nada de lo que le van a preguntar, y decenas de personajes que pululan por unos pasillos atestados de papeles, trabajo, responsabilidades, miedos y angustias. Hay escenas, capítulos enteros que, en mi modesta opinión, son obras maestras del teatro, en los que se dicen frases de una solemnidad y con un realismo que para sí quisiera la política de verdad. Hay pasajes shakesperianos, no me importa elevar a Sorkin a esa categoría de endiosamiento, porque esa es la sensación que me ha transmitido. Los que hayan visto La Red Social se habrán quedado no sólo con las imágenes y la historia, magníficamente contada, sino con unos diálogos acerados, rápidos, nerviosos, ametrallantes a veces, difíciles de seguir por su velocidad y complejidad, ya desde la primera escena en el bar (y en versión original ni se lo imaginan). Ese es el estilo Sorkin, esa es su grandeza, y deseaba que por encima de todo él ganase el premio…… y se lo han dado!!!!!
En una de las múltiples veces que John Spencer, intérprete del papel de Leo McGarry, jefe de gabinete, tuvo que recoger un premio por su papel en la serie, dijo que para los actores el guión lo es todo, y que él tenía la suerte de que, sin saber como, todas las semanas Sorkin le entregaba oro puro, arte escrito para poder ser interpretado, y que el mérito no era tanto del actor como del genio que creaba su pape. Spencer murió poco antes de finalizar la séptima y última temporada, y hoy no puede ver como Sorkin se corona en Hollywood, pero desde el cielo de los actores donde se encuentra, seguro que aplaude a rabiar.
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