Una de las propuestas que ha
votado, y aprobado el Ocngreso esta semana, es de lo más curiosa, y está llamada
a generar un encendido debate en todo el país. Hablo de
esa medida consistente en cambiar el uso horario en el que ahora mismo se
encuentra España, retrasándolo una hora, hasta hacerlo coincidir con el inglés,
abandonando el horario centroeuropeo. Técnicamente, pasaríamos de vivir en
GMT+1 a GMT, por lo que nuestra hora sería la misma que la de las islas
británicas, Irlanda, Portugal o Marruecos, y viviríamos a una hora de distancia
de Parías, Roma o Berlín, cuyos relojes ahora marcan lo mismo que los nuestros.
La idea, curiosa pero muy
interesante, se enmarca en una ponencia que busca racionalizar los horarios de
trabajo y vida en España, con el fin de aumentar la productividad laboral del
país y mejorar las condiciones de vida que permitan una mayor conciliación
laboral y familiar. Quizás la medida de la hora sea la más impactante pero,
desde luego, ni es la más difícil de tomar ni la que más costaría llevar a la
práctica. Es necesario cambiar hábitos y costumbres que pensamos que están aquí
desde hace mucho tiempo, que son de toda la vida, y que apenas tienen unas
décadas de existencia. Lo cierto es que hasta los años treinta del siglo pasado
los horarios españoles no divergían demasiado de los del resto de Europa. Se
madrugaba más, se iba a la cama antes (cierto, no había televisión… afortunados
eran) y se comía a horas más tempranas…. Y la hora era la del meridiano de
Greenwich, la británica, que es la que le corresponde de manera natural por la
posición que ocupa España en el continente. “¿Cómo?” dirán ustedes, “¿que la
hora estaba retardada?” Pues sí, lo estaba. La decisión del cambio la tomo
Franco en 1940. Tras la guerra civil y el arrollador inicio de la segunda
guerra mundial por parte de Hitler, Franco determinó que los relojes de España no
podían marcar la hora de la enemiga Inglaterra, sino que debían caminar al mismo
tiempo que lo hacían los de Berlín, y de golpe y porrazo el reloj se adelantó.
Luego la guerra mundial acabó como acabó, pero Franco siguió bastante tiempo en
el poder y, como es sabido, era poco partidario de admitir errores y mucho
menos corregirlo, por lo que no se volvió a hablar de la hora y no se tocó,
hasta que en los años setenta, con motivo de la crisis del petróleo, toda
Europa, la paria España incluida, se apuntó al cambio horario de invierno y
verano para ahorrar energía aprovechando las diferencias de luz solar entre las
estaciones, pero manteniendo cada país el desfase o acople existente. La cuestión
es que ahora mismo, que son las 8:06 de la mañana en Madrid, amanece de una
manera preciosa en Madrid, mientras que en Berlín, que son las 8:06, llevan ya
algo más de una hora de pleno día, y en Londres o Lisboa, donde son las 7:06,
amanece como lo hace en Madrid. Este desfase provoca que los amaneceres en
España sean más tardíos y los atardeceres mucho más prolongados, especialmente
en verano, donde pasadas las 22 horas siguen siendo casi de día. Esto no tiene
mucho sentido, y lo lógico sería volver al horario natural, retardando la hora,
de tal manera que el cuerpo se acostumbre a una cadencia de luz y de sombra que
sería más acorde con lo que marcan las manecillas o el display del reloj. Al
principio habría protestas, porque el acortar las tardes restaría algo de gracia
a las terrazas de verano, pero con el tiempo, literalmente, nos acostumbraríamos
y notaríamos sus ventajas. De hecho no veo yo que en Lisboa, a pocos cientos de
kilómetros de Madrid y a una hora menos, les vaya la vida muy mal por tener una
hora menos.
Pero, y esto es muy importante, amoldarse al nuevo
horario requeriría, como antes he comentado, alterar costumbres nefastas que
están muy arraigadas, ya que sin ello los objetivos productivos y de conciliación
serían una utopía, y nos quedaríamos en la anécdota. Hay que cambiar la forma
de trabajo, entrando mucho antes, saliendo mucho antes y comiendo en un breve
espacio de tiempo, habrá que alterar los horarios escolares, las parrillas de
programación televisiva, adelantando los programas de máxima audiencia y los
informativos… en definitiva, ir al modelo de horarios europeo, mucho más racional,
lógico y beneficioso que el nuestro. Y los de Canarias que no se preocupen,
ellos también retardarían el reloj, por lo que seguiríamos oyendo la frase “una
hora menos en Canarias” todos los días y a todas…. horas.
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