lunes, septiembre 02, 2013

Obama, encerrado en el laberinto sirio


Resulta cuando menos paradójica la evolución de los acontecimientos de la crisis siria. Sin haber lanzado aún un solo misil por parte de las fuerzas occidentales, las bajas son numerosas y de gran calibre en nuestro bando, mientras que Assad sigue riéndose a carcajadas. David Cameron sigue en la unidad de achicharrados tras perder una votación en el parlamento británico en la que solicitaba permiso para acompañar a EEUU, y para algunos, el primer fallecido en esta escaramuza ha sido la relación “especial” que mantiene el Reino Unido y los EEUU. Veremos a ver si es cierto, dado que hay mucho enterrador prematuro de relaciones, expresidentes y gente mayor en general, pero es cierto que, como mínimo, esa relación está ingresada con serios politraumatismos.

Y Obama, el presidente de los EEUU, se encuentra cada vez más chamuscado por la sucesión de los hechos, que en principio debiera controlar, y que parecen haberle sobrepasado. Tras la comparecencia del Jerry del viernes, dando detalles sobre la información de que disponía Washington, haciendo hincapié en el número de fallecidos y cuántos de ellos eran niños, es decir, mostrando un “casus beli” de libro todos dimos por sentado que el ataque norteamericano, breve, externo y conciso, sería en horas, a lo sumo en un par de días. Sin embargo el Sábado Obama compareció para afirmar que, pese a que podía lanzar el ataque sin requerirlo, iba a someterlo a votación en la Cámara de Representantes y el Senado, para otorgarle legitimidad nacional. Y a partir de ahí todo se va a la porra. Las cámaras están de vacaciones y reanudan su trabajo regular el Lunes 9 de Septiembre, hoy es festivo nacional en EEUU, el día del trabajo, y se supone que no se podrá adelantar votación alguna antes de ese día 9 tanto por la ausencia de congresistas como, sobre todo, por la incertidumbre que existe sobre cuál será el sentido de su voto, dado que las encuestas revelan que no existe unanimidad, más bien animadversión, entre la población norteamericana al respecto del ataque a Siria. Tremendo. Así, lo que en principio se suponía iba a ser una reacción rápida, quirúrgica y de demostración de fuerza por parte de la comunidad internacional ante la satrapía imparable de un Assad acorralado se ha convertido en un tema de negociación interna de la política de Estados Unidos, para el que se tomarán decisiones en función de los intereses particulares de los congresistas, los más que posibles apoyos financieros o de recortes impositivos que reclamen para sus estados y demás zarandajas locales de valor muy importante para los votantes del estado en el que fueron elegidos los representantes, sí, pero que poco o nada tienen que ver con este asunto. Además, hay dos derivadas muy peligrosas para Obama, su administración y su prestigio en este asunto. Una, relacionada con lo anterior, es qué pedirán a cambio algunos congresistas para otorgar su voto a favor. ¿Parálisis en los programas sanitarios o en otras políticas de Washington? ¿Decisión a la hora del relevo en instituciones como la FED? Obama se arriesga a destrozar parte de su segunda y última legislatura con este asunto, al verse obligado a asumir intercambios (léase coacciones, chantajes) que destrocen su agenda. Y eso en el caso de que la votación salga adelante, porque el escenario de pesadilla para Obama es que el resultado sea como en el parlamento británico, con un NO que resuene en todo el mundo. ¿Qué pasa si sale que no? ¿Se verá obligado Obama a retractarse y dar marcha atrás en su compromiso de intervenir? ¿Sería sostenible una posición tan débil como la que mostraría un presidente que no es capaz de llevar a cabo una actuación como comandante en jefe de su ejército? Esto, que visto desde aquí no parece ser muy importante, es de enorme significatividad para los estadounidenses. El ridículo de Obama en caso de un resultado negativo sería, muy probablemente, el fin de la operación en Siria, pero más aún, sería el fin de su presidencia de facto, tocado por unas cámaras que no le respetan y habiendo perdido legitimidad a espuertas. Un desastre en toda regla para él, fruto en gran parte de su ingenuidad.

Y es que es muy ingenuo llevar una medida de este tipo a votación cuando ni es necesario hacerlo ni se disponen de los votos que garanticen la aprobación. Obama debía actuar en este asunto como lo hizo con la caza y captura de Bin Laden. En secreto, con sus asesores, tomando las medidas oportunas en base a la información disponible y, después, contar los resultados de sus actos. No se si es el miedo escénico a actuar o la ingenuidad de pensar que estando en su situación se iba a librar de gestionar muertes y sangre, pero su error es, potencialmente, catastrófico, en primer lugar para él mismo. Debió hacer caso a esa sentencia que Obi Wan-Kenobi en La Guerra de las Galaxias a un joven e inexperto Luke: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.”

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