martes, septiembre 24, 2013

Terror islamista en el centro comercial


Tiros, disparos, explosiones, carreras locas en busca de la seguridad perdida, nervios, ojos desorbitados por la presencia del terror, angustia, llanto, pánico… y todo ello con un escenario de fondo bastante vulgar, las interminables estanterías de un centro comercial de lujo. Anaqueles de productos idénticos, organizados y diseñados para una venta rápida, cómoda y satisfactoria, que de repente se convertían en barreras de protección, en lugares donde esconderse de un horror que, aparecido de la nada, se había hecho dueño y señor de todo.

Cuatro días después del inicio de semejante pesadilla, el ejército de Kenia asegura que ha tomado el control del lujoso centro comercial de Nairobi en el que un grupo de terroristas islamistas se hicieron fuertes el fin de semana y, tras asesinar a sangre fría a decenas de clientes que pasaban por allí, se atrincheraron en el interior del complejo con un número indeterminado de rehenes. Sin embargo, parece ser que aún se escuchan disparos provenientes del emporio comercial, y el humo y fuego siguen presentes en diversas zonas del edificio. Por lo tanto, la situación sobre el terreno no está nada clara, y parece que aún pasarán varios días para que se pueda dar por terminado este horrible episodio terrorista, sepamos la identidad concreta y nacionalidades de origen de los asaltantes y detengamos el siniestro cómputo de víctimas, que parece situarse con total seguridad por encima de las sesenta, pero a partir de ahí se adentra en la niebla de los rumores. Lo único seguro es que el grupo autor de la matanza es la organización islamista denominada Al Shabab, que en árabe quiere decir La juventud, un grupo islamista radical que opera en la guerra de Somalia, y que afirma haber atacado Kenia como represalia por el apoyo del ejército keniata a las tropas que luchan en Mogadiscio y demás zonas del país somalí en contra de las milicias islamistas que quieren instaurar allí un califato rigorista de corte wahabí. Esto ha hecho volver la atención tanto a la oscura y cruel guerra que, de manera intermitente, no cesa en el cuerno de África como al terrorismo islamista internacional, que de vez en cuando sigue mostrando sus garras y ofreciéndonos salvajes ejemplos de hasta qué punto puede llegar la crueldad humana y el fanatismo religioso. Hace no demasiados años que Al Shabab emitió un comunicado en el que mostraba su adhesión a la red de Al Queda, convirtiéndose en la franquicia local en Somalia, uniéndose de esta manera a la constelación de subgrupos que operan, de manera autónoma e irregular, desde el Magreb hasta oriente Medio, en nombre de la organización fundada en su momento por Bin Laden, organización muy debilitada, pero que persiste, y que ha mutado claramente en una estructura multiforme, degenerada y difícil de analizar, en la que múltiples grupúsculos de nombres complejos, localizaciones exóticas y razonamientos iluminados conforman una constelación de “ejércitos” que orbitan en torno a una Al Queda convertida más en una idea o referencia mental que en una auténtica organización estructurada. Así, los servicios de inteligencia occidentales hoy estudian directamente a esos grupúsculos, algunos de ellos muy activos, como AQMI, o Al Queda en el Magreb islámico, responsable de ataques frecuentes en esa zona, como el sufrido por la planta regasificadora argelina a principios de año, y que acabaron por provocar la intervención francesa en Malí para recuperar Tombuctú, hechos que seguramente recuerdan, o la rama de la península arábiga, que mantiene una guerra sin cuartel en Yemen para hacerse con el control del país. Son estos grupos la actual vanguardia del terrorismo internacional, y durante estos días Al Shabab se ha convertido en su estandarte.

Seríamos muy ingenuos si, analizando los atentados islamistas producidos en los últimos años, nos relajáramos al comprobar que casi todos ellos han tenido lugar en las zonas de implantación de estas franquicias, y apenas se han producido ataques en occidente, o desde luego nada comparable en intensidad y balance de fallecidos. Haríamos mal, muy mal en relajarnos. Ahora mismo Siria es un hervidero de islamistas, una llamada internacional a la Yihad, y un campo de entrenamiento perfecto para todos aquellos que quieren luchar y que, el día en el que la guerra termine, volverán a sus países de origen y, como sucedió tras Chechenia, habrán aprendido a ser soldados letales y actuarán “en casa”. No olvidemos esto nunca, no existe la guardia baja frente al permanente peligro del terrorismo islamista.

No hay comentarios: