lunes, septiembre 01, 2014

El gran Lunes de Septiembre


Hoy, día 1, comienza semana y mes, y para muchos es el final de sus vacaciones, el día en el que se reincorporan al trabajo, en el que vuelven a la rutina de la que trataron de escapar cuando comenzó ese periodo mitificado hasta el absurdo llamado agosto. Septiembre es el mes del retorno, de los exámenes, del atasco de vuelta, el de reemprender el conocido camino hacia el trabajo, y es visto con malos ojos por muchos. Dicen algunos estudios que el día más triste del año se sitúa en torno al principio de Febrero, cuando las fiestas navideñas ya son historia lejana y los propósitos de año nuevo ya han fracasado. Hoy no le irá muy a la zaga.

Desde hace unos años se viene hablando del llamado síndrome postvacacional, una especie de tristeza que entra cuando, por ejemplo hoy, a media mañana, muchos se vean sepultados nuevamente por los papeles y tareas que habían dejado en su oficina. Creo que esto de denominar como enfermedad a cualquier cosa que nos pasa es síntoma, curiosamente, de lo enferma que está nuestra sociedad, aquejada de un infantilismo rayano en el absurdo, pero sobre todo es un sistema muy sencillo para que uno pueda liberarse de sus problemas, achacárselos a un mal externo y, aún mejor, que un tercero cobre por solucionarlo, bien sea mediante la recomendación de tomar pastillas de uno u otro tipo o por cualquier otra vía. Reincorporarse a la rutina laboral no es malo. Es más, muchos lo estarán deseando, porque habrán comprobado que sus idílicas vacaciones en familia no son tanto. De hecho este mes suele registrar un repunte en las peticiones de separación o divorcio, porque la convivencia a veces tiene sus complicaciones, y pasar varios días juntos tras estar gran parte del año sin verse puede ser una prueba muy dura para cualquier pareja. Y no digamos si hay niños alrededor. Yo creo, desde mi ignorancia en estos asuntos, que parte de la tristeza que nos embarga en la vuelta se debe a los excesos de expectativas que nos hacemos a la ida. Demonizamos el trabajo, volcamos en él todas nuestras amarguras, tristezas, frustraciones y miserias, y vemos las vacaciones justo como lo contrario, el paraíso, la salvación, el cielo que me sirva para escapar del infierno laboral. Y poner tantas expectativas en ese cielo puede hacer que, una vez llegado a él, comprobemos que hay nubes y a veces llueve. Y tras la estancia celestial, volver al infierno se antoja como una pesadilla, y de ahí la tristeza y amargura postvacacional. Es cierto que en muchas ocasiones el trabajo no es precisamente fuente de alegría, y el hecho de que nos paguen por hacerlo muestra hasta qué punto lo hacemos sin gusto (¿trabajaría usted sin cobrar? ¿En qué? ¿Cuánto tiempo?) y hay días, no pocos, en los que salir de la oficina se convierte en una necesidad vital, porque no podemos estar peor. No lo voy a negar, sería estúpido hacerlo, pero no es menos cierto que en el día a día del trabajo tenemos oportunidades, a veces escasas, otras no, de pasarlo bien, de confraternizar con la gente que está a nuestro alrededor, de compartir con ellos nuestras penas y alegrías. Uno no va al trabajo a hacer amigos, pero puede llegar a encontrárselos. Junto con las relaciones tóxicas, que abundan mucho, también se dan situaciones de apoyo y compañerismo, que son muy valiosas en sí mismo, y que pueden hacernos ver que en el trabajo también podemos encontrar resquicios de cielo, o al menos claros entre las nubes.

Seguro que nada de esto lo verán hoy millones de españoles que, a estas horas, 8:13 AM, o ya han llegado a su destino o están camino a él, por carreteras nuevamente llenas o estaciones y paradas de transporte público abarrotadas, en medio de un septiembre que comienza con el calor de pleno agosto. Mucho ánimo y fuerzas a todos, y también, aún más, a los que hoy se levantan con el trabajo de buscar trabajo, que añoran esos atascos, apretujones en el metro y discusiones en la oficina, porque saben que siempre puede haber grados en el infierno. Que tarden poco en encontrar un lugar donde, tras dejarse mucha piel, puedan pedir vacaciones.

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