jueves, septiembre 25, 2014

Francia y su primera baja en la guerra contra el islamismo


Esto parece un maldito rosario de cabezas cortadas. Primero fueron las de los americanos, periodistas ambos, con los que el EI no tuvo piedad alguna. Luego le tocó sufrir al reino Unido, que vio como uno de sus ciudadanos retenidos, cooperante en este caso, sufría el mismo y cruel destino, mientras que la suerte de otro de los suyos aún se desconoce. Ayer le tocó a Francia, que asistió asombrada hace unos días al secuestro de un guía turístico de dicha nacionalidad en Argelia por parte de un grupo que se había asociado al estado del terror proclamado por el EI. Ayer ese grupo asesinó a Hervé Gourdel, que así se llamaba el rehén.

Hollande, del que me he reído bastante en este blog, y que en general se ha mostrado incapaz de ejercer la presidencia como era de esperar, tuvo ayer un día horrible de verdad, de los malos. En su comparecencia ante la ONU en la Asamblea General (mejor no discutir si esa Asamblea sirve para algo o no) fue el propio Hoollande el que confirmó el asesinato, la decapitación, la barbarie cometida sobre uno de los ciudadanos que pudieron votarle hace unos años. Y con eso Francia entra de lleno en esta guerra contra el islamismo que no queremos llamar guerra pero que lo es. Días atrás cazas franceses participaron en operaciones de ataque contra algunas posiciones del EI en Irak, y el Lunes 15, en la mañana en la que yo paseaba por el Louvre, tuvo lugar una reunión no muy lejos de allí, en el Elíseo, de los ministros de exteriores de los países que se comprometían a colaborar en la lucha contra el terrorismo y fanatismo islamista. En este sentido Francia se ha mostrado muy cooperadora e impulsora de la acción militar frente al EI, lo cual es un poco curioso dado el, en realidad, escaso potencial militar que puede aportar a la causa y la situación de debilidad económica y política en la que se encuentra el país, pero en todo caso me parece un ejemplo encomiable y que debiera ser seguido por España, aunque no espero que Rajoy mueva un solo pelo de la barba en este asunto, dado que la mera mención de las palabras “guerra de Irak” hará que todos sus pelos se ericen como hirientes púas. Cuando llegaba al hotel por la noche en mi semana parisina ponía la tele, que sólo me ofertaba canales en francés, idioma que no conozco, y trataba de entender algo de los informativos de 24 horas, que se centraban fundamentalmente en tres asuntos. Los rumores (confirmados, Dios mío) de la vuelta de Sarkozy, la moción de confianza que Manuel Valls pasó por los pelos, y la implicación francesa en la guerra contra el EI. Por lo que podía apreciar había un debate intenso respecto a este punto (y no se imaginan hasta qué punto sobre los otros dos) en el que, en general, las opiniones mayoritaria era la de apoyar la postura del gobierno de Hollande, pero con muchas voces que advertían de los riesgos que suponía esta implicación, al sobreexposición que estaba ofreciendo Francia como principal valedora política, aparte de EEUU, de los ataques sobre el terreno, y los riesgos que suponía. Muchos periodistas y expertos advertían de que, como es obvio, estas cosas no salen gratis, y que la posibilidad de ataques terroristas sobre el país o sobre nacionales que se encontrasen en el extranjero crecían cada día que pasaba. El asesinato del rehén británico, que tuvo lugar mientras yo me encontraba en París, aumentó la intensidad de este debate y las voces críticas a la presencia francesa, que justificaban la intervención por las atrocidades que comete el EI, pero trataban de frenar a una Francia que veían más lanzada de lo que militar y socialmente era recomendable o posible. Así, noche tras noche, argumentos de uno y otro tipo se cruzaban ante mi envidia, al ver como el país sí debatía un asunto en que el ellos, y nosotros, y todos, nos jugamos mucho. En España, por el contrario, ni se habla de esto ni parece ser relevante para la dirigencia.

Supongo que hoy será un día triste en Francia, y que sus medios de comunicación llevarán a cabo el terrible ejercicio de contar las consecuencias del terrorismo no con corresponsales en otro país, sino con los periodistas de local en la casa de los familiares del asesinado. Una vuelta por las webs de Le Monde o Le Figaro, por poner dos ejemplos, muestra la misma imagen de portada, de un crespón negro sobre una foto del asesinado que cuelga de un balcón, y titulares que hablan de dolor y rabia por un cruel asesinato carente de sentido. Francia hoy llora a su primera baja en esta nueva guerra, sabiendo, me temo, que no será la última.

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