lunes, septiembre 08, 2014

España, un país que no cuenta en el mundo


Tras los años de la política exterior de Aznar, caracterizados por la sobreexposición y la obsesión por hacer todo lo que un equivocado EEUU determinase, la llegada al poder de ZP supuso un giro total en este plano, logrando que España desapareciese del plano internacional. Se acusó al anterior presidente del gobierno, con razón, de hacernos irrelevantes, de escondernos, de convertir a España en un país de segunda regional (no somos de primera, pero al menos seamos de la segunda buena) y de convertir nuestra política exterior en algo que oscilaba entre lo absurdo y lo ridículo. Esas críticas eran, a mi modo de ver, acertadas.

Pues bien, esas mismas críticas, ese mismo discurso, incluso algunas de las mismas crueles palabras que se destinaron a la diplomacia de ZP en el pasado pueden utilizarse hoy para calificar la postura de España, encarnada en la esfinge de Mariano Rajoy, en la pasada cumbre de la OTAN celebrada en Gales. Esa cumbre tenía dos asuntos fundamentales entre manos, a cada cual más grave e importante. Uno era el de Ucrania, en el que España acordó enviar buques de vigilancia a la zona si se considera oportuno y, tras múltiples gestiones, logró un encuentro bilateral entre Rajoy y el presidente ucraniano Poroshenko, un día después de lo que previamente se había informado. El otro asunto es el de la lucha contra el islamismo asesino del Ejército Islámico, el EI, y pásmense, a las reuniones sobre este asunto Rajoy no asistió. Se vino de vuelta a España tras anunciar a sus socios que, sobre el particular, ofrecía una posición de apoyo táctico y logístico a lo que se anunciase, pero que España se quedaba en la retaguardia. Asombroso. Casi la mitad de la cumbre dedicada a cómo abordar uno de los problemas más complejos y peligrosos a los que se enfrenta occidente, y las libertades en su conjunto en gran parte del mundo, y España decide que ni asiste a la reunión. Un encuentro en el que, seguramente, se expusieron las dudas, temores, recelos y problemas que cada uno de los países allí presentes veía sobre cómo atajar el crecimiento del EI, un problema muy muy complicado, y de paso ver cómo encauzar la vuelta de los combatientes, muchos de ellos europeos, que militan en sus filas y que poseen pasaporte comunitario, y que tal como se fueron a la yihad a las arenas del desierto, pueden volver para extenderla en la campiña inglesa o el páramo castellano. ¿Cuál es la opinión de España al respecto? ¿Qué opina el gobierno sobre el crecimiento del EI y sus cada vez mayor poder? ¿Qué plantea España para controlar a los yihadistas retornados? Estas y otras cientos de posibles y trascendentes preguntas no las va a contestar nadie, porque nadie en el gobierno habla de este asunto. Es alucinante. Amparados en una discreción cobarde que esconde vergüenzas más propias que ajenas, el gobierno de Rajoy, sospecho, se escuda en que el concepto de “guerra” e “Irak” remueve fantasmas que no quiere ni volver a imaginarse. Lo único que necesita ahora la posición, pensarán en Moncloa, es un banderín de enganche como la guerra para movilizar por completo a sus huestes, cuando nos enfrentamos a un problema muy distinto al de 2003, de una gravedad e intensidad muy diferente, y donde la pedagogía ante la población, como si no fueran suficientes los vídeos islamistas, sería muy útil para hacerla comprender que vamos a una guerra justa, con todos los matices que se puedan expresar al respecto, que los hay. Pero no, Rajoy opta por callar y esconderse. Como casi siempre.

Ante esta postura, ¿cuál sería la valoración de usted, querido lector, en caso de ser un dirigente de otra nación aliada? ¿Qué pensaría si uno de sus socios, que pide puestos de responsabilidad en instituciones varias y contar a la hora de tomar decisiones, no apoya ni ayuda cuando más se le necesita? ¿Nos vería como socio o como gorrón? Quizás en casa a Rajoy le funcione la táctica del avestruz, que no me gusta nada pero, hay que reconocérselo, le ofrece resultados. Pero en el extranjero, donde no se puede engañar a todo el mundo de una manera tan burda, ni Rajoy ahora ni ZP en el pasado son tomados como personas serias, porque eluden sus responsabilidades. Qué bien lo cuenta Carlos Sánchez. Léanle, léanle

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