Ayer pensé escribirles sobre la
reunión del día del BCE, pero a última hora, o minuto, decidí cambiar de tema
ante el riesgo de que las dos o tres personas que me leen huyeran corriendo
ante un nuevo artículo sobre Draghi y sus medidas. Y menos mal que actué así,
porque, les confieso, tenía previsiones sobre la reunión de ayer que, en gran
parte, eran erróneas, así que mi escrito hubiera sido como el de cualquier otro
oráculo. Lleno de sentido pero errado en lo profundo. Corolario, no se crean ni
lo que yo les diga ni a los oráculos, en este y otros campos de la vida. La
pose es importante para hacer creer que se sabe de lo que habla, pero en el
fondo hay fenómenos, como la economía, donde predecir es, demasiadas veces,
fracasar.
Tras su discurso de Jackson Hole
había muchas expectativas sobre la reunión del BCE de ayer. La mayor parte de
analistas daban por seguro que no se tocarían los tipos de interés (yo también
lo pensaba) que se anunciaría la posibilidad de medidas no convencionales (yo
también lo creía) que quizás se implantase un programa de compras de deuda
pública (yo no lo creía) y que, osados los más, Draghi podría ponerse a comprar
otras cosas que no fueran de estados (me parecía una opción muy interesante
pero difícil de ser aprobada por el consejo del BCE). Ayer, a media mañana, la
situación era divertida. Con las bolsas europeas cayendo suavemente, había
titulares de prensa de sesudos analistas que daban por sentada la intervención
del BCE mientras que otros, igual de sesudos, anticipaban una decepción, un
exceso de expectativas que Mario se encargaría de enfriar. Uno leía un poco de
todo y llegaba a la conclusión de que tanto unos opinadores como otros tenían
razón, lo que era un poco carente de sentido. Parecía más bien que cada uno de
ellos apostaba por una actuación en concreto y buscaba en su escrito la
secuencia lógica de argumentos que justificara su posición. En el fondo, a eso
de las 11 de la mañana, nadie en Europa tenía ni idea de qué haría Mario y sus
chicos. Un poco antes de las 13 saltó la sorpresa, porque Reuters filtró, hecho
inédito, que el BCE sí anunciaría un programa de compras de activos, no de
deuda pública de estados, sino de los llamados ABS y cédulas hipotecarias. Esto
es complicado de explicar, pero dicho de manera cutre viene a ser que el banco
coge los préstamos que ha dado a empresas y particulares y los “vende” al BCE,
que le otorga a cambio el importe del préstamo concedido, con la garantía de
que el señor o empresa que recibió el préstamo lo pagará. Esto permite al banco
transformar un derecho de cobro que figura en su activo en pura liquidez, que
pudiera volver a ser prestada, por lo que la medida, si todo funciona
correctamente, permite aumentar la capacidad de crédito del banco, uno de los
objetivos expansionistas del BCE. Esta era la posible cuarta medida que
comentaba al principio, la compra de activos no vinculados a deuda pública, que
yo veía con buenos ojos, pero difícil de ser aprobada. La noticia era
impactante, y las bolsas reaccionaron dándose la vuelta y pasando de una suave
bajada a subidas del 0,5%. El BCE anunciaba compras de activos!!!, un QE a la
europea, por fin!!! Sorpresa gorda. Sin embargo la sorpresa más gorda, que es más
simbólica que efectiva, vino a las 13:50 cuando se supo que Mario bajaba los
tipos de interés del 0,15% al 0,05%, mínimo absoluto en Europa. Esto era un
mensaje de que el BCE iba a tirar la casa por la ventana, hacer lo que fuera
necesario y más para reactivar la economía de la eurozona. La bolsa se disparó
y cerró el día con subidas del 2% y el euro cayó por debajo de la barrera del
1,3 por primera vez en mucho tiempo.
Así, mis previsiones se vieron incumplidas en su
mayor parte, y Draghi nos sorprendió a todos. Sus medidas tendrán grandes
efectos en la eurozona, pero recordemos que no bastarán para salir de este
agujero por sí mismas. De hecho una lectura tenebrosa de las mismas es que muy
asustado tiene que estar el BCE ante los datos de la eurozona para hacer lo que
hizo ayer. Tiene
que ver la deflación instalada, el espectro de un Japón de los noventa
reencarnado en una Europa actual, y eso da mucho que pensar. En todo caso
Draghi hizo ayer historia en la economía europea, y nos lanzó un mensaje “Ahora
que yo he puesto todo mi arsenal sobre la mesa, os toca al resto, políticos y
ciudadanos, hacer lo mismo para salir de esta”: ¿Le seguiremos?
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