Quizás una de las maneras de
acabar con la crisis del PSOE es que las facciones enfrentadas viajen a Marte
y, en el camino, arreglen sus diferencias. Y si no son capaces, que al menos se
queden allí, lejos de La Tierra y sin causar más problemas de los que ya
tenemos. El anuncio de esta semana de Elon Musk sobre sus intenciones marcianas
se lo pone en bandeja. El osado presidente de Tesla Motos y SpaceX se ha
lanzado a la piscina, dudoso que contenga agua, con un plan soñador,
apabullante, salido de un relato de ciencia ficción sito en unas cuantas
décadas por delante de nuestra era. Pero es indudable. Musk tiene un plan.
Tanto por las dimensiones de las
naves y cohetes que quiere emplear como por las tripulaciones que se mencionan,
que serían capaces de transportar a tres comités federales del PSOE de una sola
tacada, el anuncio de Musk ha sido acogido con mucho escepticismo por la
comunidad científica y los expertos en la materia. Suena a algo tan
descabellado, grandioso y avanzado que, probablemente, aún esté en el horizonte
de lo que somos capaces de lograr con nuestra tecnología actual. Y obviamente,
suena caro, muy caro. Poner cifras de inversiones, costes y hacer presupuestos
de lo que Musk presentó es, simplemente, elevarse a unas cifras que exceden por
completo no ya la capacidad financiera de las empresas de este visionario, que
siguen perdiendo dinero, sino las posibilidades de muchos gobiernos. ¿Es posible
acometer un plan de este tipo? Sí, es factible, pero se requiere un esfuerzo y
una dedicación que nos sobrepasa. Visto en perspectiva, el viaje del hombre a
la Luna puede suponer la situación más parecida, tanto por el reto que supuso a
una tecnología espacial por entonces muy en mantillas y, sobre todo, a una
informática que entonces no era capaz aún ni de ser llamada así. Pero en menos
de una década se logró el hito de viajar a nuestro satélite, y no sólo una vez.
Sin embargo, el contexto político y económico de entonces era muy diferente. El
proyecto lunar triunfó porque una superpotencia puso todo su empeño en él para
así derrotar a la otra superpotencia. Recursos, personal, dinero, todos los
medios imaginables se destinaron sin freno alguno, para ganar esa carrera. EEUU
triunfó, y las dimensiones del programa Apollo aún no han sido alcanzadas. Se
vuelve a demostrar que, si se quiere, se puede. La gran pregunta es esa, quién
quiere embarcarse en la aventura marciana. Es obvio que Musk está entre el grupo
de pioneros, pero si no cuenta con recursos financieros (muy) abundantes y un
respaldo político y social, el plan presentado esta semana puede volver a
convertirse en otro de esos powerpoint maravillosos que nos hablan de un
prometedor futuro, similar a esas imágenes que, tras el viaje lunar, nos
hablaban de colonias en el espacio allá por el año 2000 y similares. Verlas hoy
resulta melancólico, y es realmente difícil imaginar cómo el sueño espacial
arraigó con fuerza en aquella sociedad, para luego desvanecerse poco a poco,
una vez lograda la meta lunar, vencida la carrera contra una desfondada URSS y,
tras ello, comprobar que los planes espaciales ni existían ni, desde luego,
eran rentables. Musk sabe todo esto (y muchísimas cosas más) mucho mejor que
yo, por lo que, quizás, la presentación de esta semana buscase, sobre todo,
empezar a despertar el sueño marciano.
Como siempre, les
recomiendo que lean el excelente artículo de Daniel Marín al respecto de los
planes de Musk. Comparto plenamente su opinión y me fío por completo de su
sabiduría en este tema, que está a años luz de distancia de la mía, pero como
le comenté en unos tweets, el mérito de Musk está siendo, sobre todo, generar
una batalla tecnológica en los sectores en los que está implantado. El coche eléctrico
o el piloto automático ya no se entienden sin pensar en Tesla, los cohetes reutilizables
eran una idea de lunáticos hasta que SpaceX nos enseñó que eran posibles. Esa labor
de pionero, a veces con los pies en el suelo, otras con el riesgo de vender
mucho humo, es el principal mérito de Musk. Su labor, en ese sentido, merece
todo el reconocimiento posible. Sigo soñando en ver llegar al hombre a Marte
antes de morir