viernes, septiembre 30, 2016

El sueño marciano de Elon Musk

Quizás una de las maneras de acabar con la crisis del PSOE es que las facciones enfrentadas viajen a Marte y, en el camino, arreglen sus diferencias. Y si no son capaces, que al menos se queden allí, lejos de La Tierra y sin causar más problemas de los que ya tenemos. El anuncio de esta semana de Elon Musk sobre sus intenciones marcianas se lo pone en bandeja. El osado presidente de Tesla Motos y SpaceX se ha lanzado a la piscina, dudoso que contenga agua, con un plan soñador, apabullante, salido de un relato de ciencia ficción sito en unas cuantas décadas por delante de nuestra era. Pero es indudable. Musk tiene un plan.

Tanto por las dimensiones de las naves y cohetes que quiere emplear como por las tripulaciones que se mencionan, que serían capaces de transportar a tres comités federales del PSOE de una sola tacada, el anuncio de Musk ha sido acogido con mucho escepticismo por la comunidad científica y los expertos en la materia. Suena a algo tan descabellado, grandioso y avanzado que, probablemente, aún esté en el horizonte de lo que somos capaces de lograr con nuestra tecnología actual. Y obviamente, suena caro, muy caro. Poner cifras de inversiones, costes y hacer presupuestos de lo que Musk presentó es, simplemente, elevarse a unas cifras que exceden por completo no ya la capacidad financiera de las empresas de este visionario, que siguen perdiendo dinero, sino las posibilidades de muchos gobiernos. ¿Es posible acometer un plan de este tipo? Sí, es factible, pero se requiere un esfuerzo y una dedicación que nos sobrepasa. Visto en perspectiva, el viaje del hombre a la Luna puede suponer la situación más parecida, tanto por el reto que supuso a una tecnología espacial por entonces muy en mantillas y, sobre todo, a una informática que entonces no era capaz aún ni de ser llamada así. Pero en menos de una década se logró el hito de viajar a nuestro satélite, y no sólo una vez. Sin embargo, el contexto político y económico de entonces era muy diferente. El proyecto lunar triunfó porque una superpotencia puso todo su empeño en él para así derrotar a la otra superpotencia. Recursos, personal, dinero, todos los medios imaginables se destinaron sin freno alguno, para ganar esa carrera. EEUU triunfó, y las dimensiones del programa Apollo aún no han sido alcanzadas. Se vuelve a demostrar que, si se quiere, se puede. La gran pregunta es esa, quién quiere embarcarse en la aventura marciana. Es obvio que Musk está entre el grupo de pioneros, pero si no cuenta con recursos financieros (muy) abundantes y un respaldo político y social, el plan presentado esta semana puede volver a convertirse en otro de esos powerpoint maravillosos que nos hablan de un prometedor futuro, similar a esas imágenes que, tras el viaje lunar, nos hablaban de colonias en el espacio allá por el año 2000 y similares. Verlas hoy resulta melancólico, y es realmente difícil imaginar cómo el sueño espacial arraigó con fuerza en aquella sociedad, para luego desvanecerse poco a poco, una vez lograda la meta lunar, vencida la carrera contra una desfondada URSS y, tras ello, comprobar que los planes espaciales ni existían ni, desde luego, eran rentables. Musk sabe todo esto (y muchísimas cosas más) mucho mejor que yo, por lo que, quizás, la presentación de esta semana buscase, sobre todo, empezar a despertar el sueño marciano.

Como siempre, les recomiendo que lean el excelente artículo de Daniel Marín al respecto de los planes de Musk. Comparto plenamente su opinión y me fío por completo de su sabiduría en este tema, que está a años luz de distancia de la mía, pero como le comenté en unos tweets, el mérito de Musk está siendo, sobre todo, generar una batalla tecnológica en los sectores en los que está implantado. El coche eléctrico o el piloto automático ya no se entienden sin pensar en Tesla, los cohetes reutilizables eran una idea de lunáticos hasta que SpaceX nos enseñó que eran posibles. Esa labor de pionero, a veces con los pies en el suelo, otras con el riesgo de vender mucho humo, es el principal mérito de Musk. Su labor, en ese sentido, merece todo el reconocimiento posible. Sigo soñando en ver llegar al hombre a Marte antes de morir

jueves, septiembre 29, 2016

El fracaso del PSOE

Qué fina es la frontera entre la tragedia y el esperpento, cuánto se rozan ambos sentimientos y qué hábil debe ser el narrador de una escena de corte trágico para evitar caer en ese vicio que provoca, a veces, la risotada de los espectadores cuando menos es demandada. La situación que vive ahora mismo el PSOE bordea ese estrecho y resbaladizo filo, y es complicado saber hacia qué lado se decantará la historia que se vive en Ferraz y aledaños, en medio de una crisis de proporciones inmensas para una formación centenaria, que ha vivido años muchos más oscuros que los actuales, pero que no resta gravedad al dilema al que se enfrenta.

Tras la dimisión de los críticos de la ejecutiva federal, consumada ayer por la tarde, el enroque de Sánchez al frente de la secretaría general del partido es absoluto, numantino y, probablemente, condenado a acabar como las ruinas romanas de esa ciudad. La batalla que se vivió ayer sobre la interpretación de los reglamentos internos del partido refleja una división total, sin cuartel y, probablemente, sin solución hasta que una de las dos partes ceda. Y muestra también la total pérdida de legitimidad del liderazgo de Sánchez, que no ha sabido conducir esta crisis ni afrontar la situación, terriblemente complicada, en la que se encuentra el PSOE desde hace algunos años, indefinido en lo ideológico, sin discurso económico, desmembrado territorialmente y asediado por otra formación, que se dice de izquierdas, y que ayer debió pegarse un banquete de palomitas y champán viendo por la tele la retransmisión, en directo, del hara kiri socialista. No se si Sánchez se merece la editorial que hoy le dedica El País, fiera como pocas veces se ha visto, pero es cierto que es el gran culpable de la situación que vive ahora mismo su partido. Pero no es menos cierto que un fracaso de estas dimensiones, y que ha llegado a generar escenas como las vividas ayer, es también un fracaso colectivo, de todos los que conforman ese partido y, desde luego, de sus dirigentes, barones y demás cargos orgánicos. Las derrotas se han sucedido en el PSOE a nivel nacional y regional, los amagos de golpe y rebelión de los críticos han sido muchos pero ninguno claro, y siempre amagados cuando tenían que salir a la luz en los órganos de dirección. Sánchez ha fracasado como líder y el PSOE lo ha hecho como colectivo político. Cierto es que estas crisis en los partidos son frecuentes y, casi siempre, se producen en ausencia de poder, ese gran aglutinante que lo cohesiona todo. Pónganse a pensar en la situación en la que estaría un PP en la oposición y seguro que empiezan a imaginarse batallas y enfrentamientos de órdago. El PSOE es un partido de gobierno, de poder, y la ausencia del mismo mina su organización. La apelación a la militancia por parte del secretario general atrincherado frente a la presunta deslegitimación de los órganos federales de gobierno es una forma de atrincherarse en el populismo casi tan intensa como la de aquellos que, habiendo ganado elecciones en algunas regiones, pretenden erigirse en voz única en el partido, exhibiendo unos galones que son mucho más grandes de lo que sus escasas pecheras les permiten llevar. Entre unos y otros tienen al partido sumido en una gresca cruel y sucia, que destroza por completo sus expectativas electorales a cortísimo plazo y lo sume en el desconcierto y parálisis. Y España es un país que necesita a un PSOE fuerte y, sobre todo, con ideas sobre qué hacer. Durante estos cuarenta años de democracia suyos han sido la mayoría de los gobernados, y para bien y para mal, sus políticas definen nuestro país. Su recuperación es necesaria para todos.

¿Qué es lo que va a pasar ahora? Imposible saberlo, sobre todo si Sánchez, como alumno aventajado de Rajoy, opta por no moverse y seguir manteniendo la ficción de que lidera un partido. Me da la sensación de que las terceras elecciones, las de diciembre, se alejan, porque en esta coyuntura los 85 escaños del PSOE en el Congreso son para ellos un cielo más que un suelo, pero es muy arriesgado predecir algo en medio de una situación tan convulsa y, hasta cierto punto, absurda. Confío en que, en pocos días, el panorama se aclare y las aguas se tranquilicen, pero es esta otra crisis, local, que añadir a la crisis, global, en la que se encuentra la política española. Y ese es, a mi entender, el aspecto más grave de todo este asunto.

miércoles, septiembre 28, 2016

El fracaso de Pedro Sánchez

Alguien dijo, no recuerdo quien, que un periódico no es sino la crónica diaria de la lucha por el poder. A veces esa lucha es soterrada, silenciosa y suave, otras descarnada. En ocasiones se viste de celebración, como las vividas este pasado domingo por el PP en Galicia o el PNV en el País Vasco, y también se viste de duelo, como el que viven los derrotados en ambas comunidades, pero que nunca se exterioriza, porque asumir la derrota es la peor de las tragedias para un político, cuya vida, sueño y desvelo es constante y único en todo momento. Alcanzarlo y, una vez logrado, mantenerse en el poder.

Vemos en estos días en el PSOE la versión más cruel, salvaje y sucia de esta batalla, que es la que sucede entre compañeros de partido, presuntos aliados y, en más de una ocasión, los peores rivales posibles. Varias derrotas consecutivas de los socialistas frente a un PP que no logra ganar del todo, y el aliento constante de los dictatoriales podemitas en el cogote han convertido, finalmente, al partido de Ferraz no en una jaula de grillos, no. Más bien es una celda llena de fieras hambrientas de poder que ven como lo pierden a chorros sin ser capaces de frenar esa sangría. Quizás, de tener algún resorte de poder de entidad en la mano o perspectivas de tranquilidad en el futuro la situación sería distinta, pero el escenario es descabellado. En apenas un mes, si no hay cambios relevantes, se convocarán automáticamente unas terceras elecciones donde es muy probable que el PSOE siga perdiendo votos frente a un PP que, según dicta la lógica, aunque no se fíen, debiera seguir subiendo en escaños. Y para evitar ese escenario sólo hay dos opciones, una abstención socialista que permita arrancar el gobierno de Rajoy o un pacto antinatura con Podemos, su peor enemigo, y los independentistas, que sería como desguazar el partido entre aquellos que buscan su destrucción. Y en medio de esta pesadilla está Pedro Sánchez, un político joven, guapo, y empecinado en seguir al frente de una organización que se le deshilacha, cabeza visible de las derrotas, no culpable de todas ellas, líder insuficiente de una formación en la que no ha sabido imponer rumbo ni concierto. Su investidura fallida de febrero, en la que fue vilmente traicionado por Podemos (lección que no parece haber aprendido) fue su punto álgido. Tras ella todo ha sido desastroso para él y su partido, con el hito señalado de las elecciones de junio, donde la marca mínima obtenida en diciembre volvió a ser perforada. Desde entonces Sánchez decidió atrincherarse con su ejecutiva, con sus fieles, en un movimiento desesperado típico de los que se saben rodeados de enemigos. Creyendo que aquellos que mucho amagan en los medios por descabalgarle pero poco hacen luego en los órganos del partido seguirían en su misma lógica, Sánchez ha ido elevando el tono de reto con el que trata a los díscolos entre los suyos, que cada vez son más, y crecido en el orgullo herido, se muestra altivo, carente de responsabilidad respecto a lo que pueda pasar con su formación y, desde luego, incapaz de controlarla y devolverle el sosiego necesario no ya para afrontar unas elecciones, sino para simplemente sobrevivir como partido.

Sánchez, quiera reconocerlo o no, ha fracasado. Su proyecto, que nunca ha estado muy definido, se ha encontrado con una coyuntura hostil que lo ha marchitado. Tratando de sobrevivir al aliento de Podemos no ha logrado crear una alternativa creíble a un PP que ofrece muchos flancos por donde poder atacarlo. Ha mostrado un carácter huraño, esquivo, sin ofrecer una imagen de gestor serio y eficiente. Ahora se enfrenta al riesgo de perder esa posición que detenta y acabar en la irrelevancia, la nada, la pérdida total de poder, que es la pesadilla del político. Si en algo valora el país y su partido, con una guerra que pinta perdida, debiera renunciar para evitar un destrozo mayor. Esa será, quizás, su última responsabilidad.

viernes, septiembre 16, 2016

El inesperado éxito de First Dates

El gran éxito televisivo del verano ha sido First Dates, FD, primeras citas, el programa de emparejamiento de Cuatro. Sito en la franja que da acceso a la máxima audiencia nocturna, solapado con los telediarios de La 1 y Antena3 y el programa del Wyoming, FD empezó con el ánimo de suplir a alguna serie que se encontraba de capa caída y, poco a poco, empezó a coger audiencia, sin bajarse del millón de espectadores, y ha acabado siendo el programa de referencia del verano. Sin llegar a cotas disparatadas, marca tendencia y empiezan a surgir proyectos en otras cadenas que lo copias. Eso es tener éxito, que te imiten.

Reconozco que no lo he visto entero en su totalidad, no puedo, pero sí he echado algún que otro vistazo a un formato que tiene su interés en ciertos aspectos, pero que no deja de comercializar con algo tan íntimo como son las relaciones personales y, sobre todo, exhibe a sus protagonistas ante todo el mundo. En el casting previo ellos y ellas mandan sus gustos, preferencias y algunos aspectos de su pasada vida sentimental, y el programa trata de emparejarlos con quien cree que puede haber una posibilidad de relación. El resto es una cerna en un restaurante preparado al efecto en el que se encuentran el resto de parejas de la noche en cuestión. Como en todos los (incomprensibles) programas de telerrealidad parte del éxito se basa en esa preselección de candidatos, y en explotar en lo posible rarezas, extremos y todo aquello que pueda ser chocante y atractivo para una audiencia ávida de personajes que le llamen la atención, lo cual no deja de tener su lógica, dado que el programa, como antes comentaba, se basa en exhibir personalidades ante los ojos de los demás. Ese es uno de los aspectos que más me repele de todos estos espacios y, en particular, de este. Muchos de los que acuden han tenido relaciones en el pasado, o no, pero no les da vergüenza que todos les vean intentando ligar, o conocer, a alguien, delante de las cámaras de televisión, ante las cuales pocos se comportarán de manera natural. En los fracasos sentimentales el dolor generado puede ser muy intenso, quizás el más profundo y duradero de los posibles, y que algunos quieran expurgar ese dolor delante de una cámara es algo que no logro comprender. Hay fragmentos que he presenciado que me recuerdan a mi experiencia personal, aunque no por completo (es la mía una muy particular en este asunto) y me preguntaba al contemplarlo si sería capaz de acudir a un programa de televisión para paliar el daño que poseo, similar al que mostraba esa persona con la que me podía sentir identificado, y algo profundo en mi interior bramaba en contra de esa idea, le parecía horrendo pasearse como un modelo a la vista de todos, mostrando y pregonando características muy íntimas de una persona, aquella, yo, que pocas personas en la vida real conocen. ¿De dónde surge la necesidad de que todos lo sepan? ¿De que todos me vean? Imaginaba por un momento la escena y más que vergüenza o pudor, me entraba un sentimiento de tristeza. Quizás, dirán algunos, todos los caminos son buenos si permiten a alguien paliar sus problemas, en este caso de amor y soledad, y si alguno de los que ha participado en el programa ha conseguido ser feliz en compañía, ha merecido la pena. El argumento de siempre de que si funciona, hazlo. Y ante aquella persona a la que le ha ido bien, jamás podría rebatirle de manera alguna lo que ha hecho. En todo caso, y de manera sincera, le felicitaría por haber logrado arreglar un problema emocional que puede llegar a ser devastador.

Los que me conocen, y que con razón me acusan muchas veces de hablar de cosas de las que poco se por lo vivido, clamarán esta vez al cielo, dado que el tema del amor y la pareja es, probablemente, del que más desconozco en esta vida, y quizás vean mi punto de vista sobre el programa retrógrado, cerril y nada moderno. Y puede que tengan razón, no se lo niego. Pero, para no utilizar el tajante adverbio nunca, veo prácticamente imposible que yo acabe en un programa de ese tipo, o usando algunas de las aplicaciones que hoy en día pueblan las web y nuestros teléfonos, que nos prometen amor, no se muy bien qué nos dan, y que se basan en la soledad, difusa a veces, sideralmente inmensa y fría en ocasiones, en la que vivimos demasiados.

Subo a Elorrio y cojo semana y media de vacaciones. Si todo va bien, el próximo artículo será el Miércoles 27, tras las elecciones vascas y gallegas, y un poco más cerca de las posibles terceras nacionales.

jueves, septiembre 15, 2016

La nada ejemplar Rita Barberá

Día nefasto ayer para PP y PSOE, en el que se evidenciaron claramente sus fracturas internas, sus luchas y problemas de fondo. Por méritos propios es el PP el que se llevó la mayor parte de los titulares, encarnado en una lideresa que hasta hace poco era exhibida como estandarte de todas las virtudes habidas en el mundo entero, y cuyo nombre ya no es pronunciado por el líder del partido, que usa esa táctica de escapismo, tan infantil, para hacer saber a los suyos y demás que la caída en desgracia del personaje ya es efectiva. A la cada vez más larga lista de palabras tabú de Mariano Rajoy se han añadido dos nuevas: Rita Barberá.

Políticamente destruida desde que los tribunales encausaron a todo su equipo por las prácticas corruptas en las que ha estado sumido el PP valenciano desde tiempos inmemoriales, Barberá se parapetó tras las murallas de un Senado vacío de significado, y que para muchos ciudadanos quizás ya sólo sea un lugar desde el que los políticos buscan defenderse de la justicia. Otra institución rota por el mal uso que de ella se ha hecho. La posición de Barberá se hizo completamente indefendible el martes, tras la admisión a trámite por parte del Supremo de la investigación de esa trama corrupta, y el clamor de voces dentro del PP para que la antigua jefa se largase del todo crecía con fuerza, sobre todo desde las agrupaciones de País Vasco y Galicia, que ven con horror cómo el principal oponente a sus campañas es su propio partido. Rajoy, como quien oye llover desde la ventana, miraba y nada hacía, muy en su tónica, y sin mover un dedo esperaba que la acusada diera el paso para no ejercer el liderazgo por el que cobra, pero para el que no es válido ni resolutivo. Ayer por la tarde Rita emitió un esperado comunicado, en el que cedía un brazo, pero mantenía una posición de peineta ante todo el mundo desde el otro que bien que conservaba. Dejaba de ser militante del PP, pero no renunciaba a su escaño en el Senado, por el mero hecho de ser su último parapeto para que no sea encausada por el tribunal ordinario que juzga a todos los que antaño fueran los suyos. Como orgullosa pasajera de primera clase, el Senado es su bote particular en el que trata de huir del hundimiento del Titanic valenciano, mientras que los que algún día estuvieron bajo su cargo se ahogan, en medio de la indiferencia absoluta de su jefa. En ese escrito Barberá usa excusas baratas, lanza amenazas insidiosas a sus compañeros, a los que acusa de ser responsables únicos de los malos resultados electorales que puedan obtener, y demuestra un egoísmo que raya con los psicótico, haciendo propio, como si del anillo de poder se tratase, un escaño, “su tesoro” que no obtuvo por voto popular, sino por designación autonómica. Bien sabe que no se presentó a elecciones para conseguirlo y que, por tanto, se repitan una o más veces, no se lo quitará el sufragio electoral. Rita se ha hecho fuerte en su silla, la base de su privilegio, y le da igual que su posición suponga la deshonra de la institución y el desprecio a la ley y los tribunales, no le preocupa en lo más mínimo. Quizás porque es lo que lleva haciendo desde hace muchísimos años, con la connivencia y aplauso de tantos, empezando por sus propios jefes, y se cree investida de un derecho natural, de una atribución especial que recae sobre sus hombros y bolso. Como otros tantos en el pasado, llámense Pujol, Matas, Rato, Chaves, Maleni y un rosario de nombres que pueden poner ustedes de aquí hasta la Luna, Barberá actúa como si estuviera más allá, en otra sociedad, en otro mundo, en el que la norma, la ley, la ética y la responsabilidad fueran ajenas. Porque de hecho, hasta hace nada, lo han sido.

De cara a ese concepto tan bonito que es la ejemplaridad pública, puesto de moda por el filósofo Javier Gomá, Barbera es el contraejemplo perfecto y, por tanto, una fuente de la que aprender mucho. Como se decía de Fernando VII, el peor Rey de la historia de España, basta con saber lo que hizo y hacer justo lo contrario para ser un buen gobernante. Con Barberá pasa lo mismo. Estudien sus gesto, sus actitudes, acciones y declaraciones, y hagan exactamente lo contrario, y ahí tienen la receta para el político honesto, modesto, preocupado por su sociedad, responsable de sus actos y ejemplar en sus actitudes. Barberá, con sus formas, y en el fondo, desnuda a muchos que como ella son, en su partido y en otros. Y los vuelve a todos insoportables.

miércoles, septiembre 14, 2016

Hillary Clinton, enferma

La imagen es muy reveladora y supone un duro golpe para su campaña electoral a la presidencia de EEUU. Hillary se acerca a su coche de campaña, uno de esos enormes monovolúmenes negros tintados que parecen tanques que tanto abundan en EEUU, tras abandonar el homenaje a las víctimas del 11S tras un oficial “golpe de calor”. Rodeada de guardaespaldas y fieles, la vemos de lejos, de espaldas, titubeante, y a menos de un metro del citado vehículo, se desploma, mareada, y es sujetada entre los, supongo, atribulados que la rodean, impidiendo que caiga al suelo. El círculo de personas se cierra en torno a ella y no vemos más.

¿Cuántos votos le puede costar esta escena a Hillary? Porque esa, y no otra, es la pregunta de fondo que atraviesa todos los actos, gestos y actitudes de los candidatos a las presidenciales. Desde el entorno de Trump se lleva meses criticando a Clinton por todo, y también porque oculta su verdadero estado de salud. Se dice que está mucho peor de lo que ella afirma y que elegirla como presidenta es poner a un enfermo al cargo del país y debilitar la institución, lo cual tiene mérito dicho desde el entorno de alguien mentalmente tan sano como Trump. Lo cierto es que esta escena del 11S ha sido un duro golpe para la campaña demócrata, tanto por la imagen de debilidad transmitida como por la razón parcial que otorga a los argumentos republicanos como, sobre todo, por la sensación de que algo trascendente relacionado con la salud de la candidata se ha ocultado a los votantes. En un par de días Hillary reconocía que le estaban tratando de una neumonía mal curada, y que las pastillas que toma por ello junto al calor habían sido los desencadenantes del mareo y posterior desvanecimiento. Rápida de reflejos, ha admitido que cometió un error al ocultar este asunto, creyendo que no le iba a pasar factura, y se ha comprometido a hacer púbico su historial médico de manera detallada. Esta rectificación de una política anterior basada en el ocultismo es una buena táctica para salvar el problema, aunque deja la duda en el electorado de qué otras cosas se habrán ocultado y que, como el desmayo del 11S, pueden acabar surgiendo en algún momento. La salud de los candidatos presidenciales en EEUU y, en general, en todos los países, es un tema de estado, más cuanto más relevante es la figura que encarna el cargo y mayor son sus atribuciones. Los reyes de sus naciones, tengan poder o sean sólo representativos, generan noticas médicas que son relevantes, y sólo tenemos que acordarnos de los partes que, referidos a la rodilla y a otro tipo de males, eran cada vez más habituales al final del mandato de Juan Carlos I. Este problema de la salud puede ser muy relevante en naciones en las que la presidencia encarna el Poder, con mayúsculas, y los casos más obvios y cercanos son Francia y EEUU, y ambas naciones tienen anécdotas de todo tipo sobre presidentes que, en el ejercicio del cargo, han ocultado su situación médica para que no afectase a su credibilidad. Pudiera parecer algo menor que la salud de un dirigente afectase a sus expectativas de voto y capacidad de ejercer el cargo, pero una enfermedad es vista como síntoma de debilidad en aquel que encarga las virtudes y fortalezas de un país, del “comandante en jefe” como a veces es presentado el Presidente de EEUU. Por ello, sea cierto o no, siempre ofrece una imagen de salud, vitalidad y vigor a prueba de bombas, y una vez dejado el cargo se comprueba si eso es realmente así o no. Pero es condición necesaria para que te voten los electores el que seas tan fuerte y vigoroso como aparentas ser.

Quizás la mejor opción de Hillary para superar este bache es que se ría de su traspiés y que, en algunos de esos shows televisivos que abundan en las noches televisivas, aparezca como una desahuciada en un hospital, a punto de la nada, y que haga muchos chistes sobre ello. El humor, bien utilizado, puede ser un arma muy poderosa para responder. Sobre este tema la serie “El Ala Oeste de la Casa Blanca” en la que aparece todo, también posee una subtrama, que dura varias temporadas, sobre la enfermedad que sufre el ya (ficticio) presidente Bartlett y cómo se afronta el hecho de comunicarla o no, los riesgos que supone para el ejercicio de sus funciones y su posterior campaña para la reelección. Se exponen allí argumentos de todo tipo y que son muy convincentes. No lo duden, dejen de leerme y véanla.

martes, septiembre 13, 2016

Guindos y el fuego amigo

Comparece ante el Congreso Luis de Guindos esta tarde, a partir de las 17, en un acto que ha estado precedido por la enorme, y pueril, polémica sobre si debía hacerlo en pleno o en comisión. Los partidos, todos ellos, se han enredado en un debate secundario, en el que se sienten muy a gusto, dejando lo relevante orillado. Y lo relevante es que Guindos, además de lo que tenga que decir de la prórroga presupuestaria y los objetivos de déficit (que no se cumplirán), explique por qué se nombró a Soria para un cargo para el que técnicamente estaba capacitado, pero moral y éticamente no, y el inexistente procedimiento por el que se tomó esa absurda decisión.

Guindos es un hombre listo, tanto en lo profesional como en lo político. En medio de la devastadora crisis que nos ha sacudido ha sabido mantener el tipo y no quedar como el peor parado en las encuestas, ni mucho menos. No se presenta a las elecciones y no es militante del PP, consiguiendo así mantener un aura de independiente, que desde hace tiempo es muy mal vista por sectores influyentes del partido, que lo consideran un aprovechado y, sobre todo, alguien ajeno a ellos. Se lleva las glorias del poder pero no las durezas de lograrlo, piensan mucho por lo bajo, y no tanto. Guindos también ha destacado en estos años por ser un Ministro que ha dado explicaciones de lo que ha hecho, que ha comparecido tanto ante el Congreso como ante otros foros a petición ajena y propia, y todas sus intervenciones, hayan gustado más o menos, o hayan sido convincentes o no, han dejado un poso de profesionalidad, cosa que es muy escasa, y por tanto valiosa, en nuestra vida política. La intervención de Bankia, ese Frankenstein que estuvo a punto de llevarse a todo el país por delante, le obligó a cesar a quien antaño fuera su jefe, el todo poderoso Rodrigo rato, entonces amado e idolatrado en el PP. Y Guindos lo hizo. Al destapar el asunto de las tarjetas black acabó por hundir la imagen del idolatrado superministro Rato y de otros ilustres miembros del PP, junto a notables del resto de partidos y entidades participantes en el nefasto consejo de administración de la quebrada Bankia, como sindicatos, patronales y demás. Guindos, así, se ha ido ganando poco a poco muchos enemigos que ven como su cabeza puede ser el trofeo que les exige satisfacer la venganza. Y creo que la mayor parte de los que conspiran contra él se sientan en los bancos de su propio partido, o más bien el partido del gobierno al que pertenece. Los rumores, antiguos, de que en caso de desacuerdo para formar gobierno tras las elecciones se podría ensayar una solución “a lo Monti” con la imposición de un presidente tecnócrata, con responsabilidades económicas y poco más, colocó a Guindos en el disparadero de muchos rumores. Era, junto a la “operación Menina” (el ascenso de Soraya Sáez de Santamaría) la vía sobre la que más se hablaba para un posible relevo de Rajoy, que es uno de los obstáculos para poder formar gobierno. Estos rumores daban aún más relevancia al poder de Guindos, que no parecía querer menos que una supervicepresidencia económica en un futuro gobierno (debiera haberla habido en el pasado) y, para no pocos, empezó a ser una figura incómoda. El nombramiento de Soria, absurdo, defendido con arrojo por guindos y con ardor por Rajoy, se convirtió en apenas un par de días en el argumento perfecto para golpear las aspiraciones del inquilino de la planta noble de la torre de Cuzco. Soria presenta su renuncia a un nombramiento imposible, Rajoy se aparta (sin que esté muy claro si él es el responsable de la renuncia o no) y los acólitos de Mariano cambian el discurso en minutos para que sea Guindos, y sólo él, el responsable de esa nefasta decisión. El olor de la venganza se empieza a notar en muchos pasillos y despachos.


Por ello, en la comparecencia de hoy, la oposición acribillará a Guindos, que sabe perfectamente que sus auténticos oponentes serán los que respondan, y le miren, desde las filas de la bancada popular. Una escena muy shakesperiana. Y mañana, en un acto en la Fundación Rafael del Pino, Guindos presentará su libro sobre sus percepciones y experiencias en estos años de gobierno y el rescate financiero, entre aplausos y abrazos de muchos de los “suyos”, Rajoy incluido. Y Guindos sabrá que muchos de los apretones de manos de hoy y mañana serán, en realidad, puñaladas a una carrera política que, como mínimo, se encuentra en la cuerda floja, víctima del fuego amigo que, en política, es el más cruel y efectivo.

lunes, septiembre 12, 2016

Otra tregua en Siria

Tras cinco años de imparable y salvaje guerra en Siria, cada uno de los anunciados altos el fuego que se han sucedido ha ido seguido de un mayor escepticismo. Treguas humanitarias, para crear corredores de abastecimiento y huida de ciudades sitiadas, que se ponían en marcha un lunes y, para el viernes, no eran sino mero recuerdo entre el nuevo fragor de los disparos y bombardeos. Con el paso del tiempo esa guerra se ha ido envileciendo y complicando de una manera tal que, hoy en día, nadie es capaz de afirmar qué es lo que la podrá parar. Hoy comienza una nueva intentona. Ojalá me equivoque, pero es probable que sirva para muy poco.

De hecho, la ambición del pacto es tan escasa que sólo aspira a detener la guerra durante dos días, cuarenta y ocho cutres horas sin combates, apenas un respiro. Menos es nada, cierto, pero esto casi lo es. Por buscarle algo positivo al acuerdo, lo han rubricado EEUU y Rusia, las dos grandes potencias que actúan en el tablero sirio apoyando a algunos de los agentes en conflicto (EEUU a las milicias rebeldes no islamistas y Rusia al gobierno de Asad) y se ha sumado a la tregua el gobierno turco, que ha abierto estas semanas un nuevo frente en el norte al penetrar con tanques en territorio sirio para luchar contra los kurdos. La principal fragilidad de este acuerdo, y de todos los que se suscriban en el futuro, es que son demasiados los agentes que se están atacando sobre el terreno y las dos grandes potencias apoyan, pero ni mucho menos controlan, a solamente dos de ellos. Es por ello que, pese a que desde Washington y Moscú se quieran embridar los combates, éstos ya poseen una dinámica propia que los hace muy difícil poder parar: Recordemos que, junto a los dos bandos clásicos mencionados (Asad versus rebeldes) se enfrentan las milicias islamistas, tanto de la rama de Al Queda como de DAESH, los kurdos y los turcos. Casi se puede decir que se enfrentan todos contra todos, y poseen territorios que se cruzan y superponen en medio de un desierto atroz. Recordemos también que el objetivo de las potencias internacionales es doble, por un lado parar la guerra y, por otro, lograr la derrota de los islamistas, especialmente de DAESH (de hecho este nanoacuerdo permite seguir combatiendo a esas milicias islamistas, cesando el resto de frentes), lo que hace que, en el fondo, se apoye a todos los grupos que luchan contra esos desquiciados. Y esa es la gran baza que posee Asad para seguir usurpando un poder ilegítimo que no suelta ni a tirso, muy literalmente. El enjambre sirio ha desestabilizado la zona en su conjunto y ahora mismo no es sino un agujero negro que, en contra de lo que sucede en la física, expele refugiados a millares mientras devora vidas y recursos sin cesar. Quizás sea ahora mismo la guerra más mortífera y compleja de todas las que se desarrollan en el mundo, y nadie es capaz de determinar ni cómo ni cuándo se acabará. Lo único seguro es que el país está destrozado, la mitad de su población ha huido, más de cuatrocientas mil personas han muerto y nada queda de lo que una vez fue una nación señera en lo comercial, turístico y simbólico. Siria ha muerto en el transcurso de la guerra.


Es evidente que estas iniciativas de treguas parciales no sirven para mucho, aunque quizás sean la única manera de encauzar una guerra completamente descontrolada. Parece obvio que en Washington y Moscú se ve claramente cómo seguir apoyando al socio local (esto es más sencillo para los rusos que para los norteamericanos) pero no se tiene una estrategia clara ni de cómo derrotar al adversario ni, al menos, llegar a una situación de tablas que obligue a todos a parar los combates. Quizás sea el mero agotamiento, la muerte de todos los que están sobre el terreno lo que acabe frenando los combates. Recordemos. Cinco años de guerra, cinco años. Y el horizonte es desolador.

viernes, septiembre 09, 2016

15 años del 11 de Septiembre

Este próximo domingo se cumplirán quince años desde los salvajes atentados contra Washington y Nueva York, que supusieron la destrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center y el asesinato de miles de personas. En este último año hemos visto cómo el fanatismo islamista nos ataca muy cerca, golpeando duramente a Europa, y dejando un nuevo reguero de víctimas que sumar a la memoria de dolor que desde ese fatídico 11S no deja de crecer. El recuerdo a los caídos, la perseverancia en la lucha contra el terror y la convicción de que la ley y la razón vencerán al fanatismo deben ser nuestras guías a lo largo de los tiempos, largos y duros, que nos quedan por recorrer hasta vencer.


Homenaje a las víctimas, de ayer, de hoy y de siempre. Recuerdo y apoyo a sus familiares y seres queridos.

jueves, septiembre 08, 2016

El calor da una tregua

Si usted ha llegado hasta aquí, mi más sincera enhorabuena. Ha sobrevivido al inicio de septiembre más caluroso desde que ha y registros, con temperaturas que en Madrid han llegado a los cuarenta grados, oficiales en estaciones como la de Ciudad Universitaria, que se transforman a pie de calle y tráfico en sensación de decenas de millones. En Córdoba los termómetros han escalado hasta cifras inverosímiles, de 45 grados, más propias de Bagdad o Kuwait, y en general se han batido récords para este mes de septiembre en un montón de capitales de provincia. Ha sido un inicio de mes achicharrante.

Como hoy empiezan los colegios en muchas comunidades, entre ellas ésta en la que estoy, se acaba sentimentalmente el verano, por lo que es un buen momento para hacer balance de, al menos en lo meteorológico, como se ha comportado. En comparación el infinito y abrasador verano de 2015, que empezó en primavera y se prolongó hasta unas navidades de manga corta, el de este año puede calificarse de normal. De hecho ha habido pocas olas de calor dignas de tal nombre, sí episodios puntuales de repunte, pero que no iban más allá de un par o tres de días, para luego volver a moderarse y dar una cierta sensación de alivio. En Madrid hubo dos tormentas consecutivas el 4 y 5 de julio, de cierta entidad, que afectaron a toda la ciudad y su entorno, pero después apenas algún cirro cobarde ha osado asomarse sobre nuestras cabezas, y nada de agua ha caído con fundamento. Algunos chubascos dispersos afectaron a zonas del norte de la ciudad hace un par de semanas, pero de manera puntual y durante muy poco tiempo. En la sierra ha habido un par de episodios tormentosos de intensidad pero han sido aislados, sin reiterarse durante varios días. En general julio y agosto han sido calurosos, dentro de lo normal, y extremadamente secos, lo que tampoco es raro del todo. Fruto de todo ello, los jardines de mi barrio, que viven de lo que cae del cielo, y que a principios de julio aún lucían bastante verdosos tras la lluviosa primavera que hemos vivido, empezaron a secarse para mediados de julio y ya ofrecían un aspecto lastimoso con el cambio de mes. A lo largo de agosto las briznas y pajas secas que alfombran el terreno han ido convirtiéndose en polvo, siendo ese amarillo reseco el color dominante. Por entre la sequedad, millones de hormigas han hecho caminos, como no había visto yo nunca en años pasados, y se ha dedicado a recoger parte de esas briznas resecas, supongo que para consumirlas en sus ciudades subterráneas, así que es probable que el primer día en el que vuelva a llover (espero que alguna vez lo haga de nuevo) millones de ellas fallecerán ahogadas en algo similar a un cataclismo bíblico, en versión hormiguero. En el conjunto del país el verano ha sido bastante tranquilo, salvo en la zona de Aragón Cataluña, donde se han sucedido numerosos episodios de tormenta, en algunos casos con granizo. Granizadas fuertes han afectado también a algunas cosechas en zonas localizadas de Galicia (ribeira sacra sobre todo) Rioja e interior de valencia (maestrazgo). Ha sido un año de intensos temporales de levante y de temperaturas que, curiosamente, han sido más altas en la segunda quincena de agosto que en la primera, al contrario de lo que suele ser habitual. Para rematar la temporada de calores, ha sido septiembre el mes que nos ha sofocado más que todos los anteriores con la excepción, quizás, de la última semana de julio, que también fue muy calurosa en la mayor parte del país.

Con la esperada y deseada bajada de temperaturas de hoy se puede dar por acabado este episodio de calor intenso y, con la progresiva inestabilidad de la atmósfera que empezará nuevamente en el triángulo tormentoso de Aragón Cataluña las nubes empezarán poco a poco a dibujarse no sólo en los mapas, sino también en nuestros cielos. No se hagan ilusiones, aún puede haber repuntes y picos de calor, pero la semana que viene pinta más otoñal que las pasadas. Los días ya ha acortado mucho y es lo que empieza a tocar. Y la esperada lluvia, que necesita tanto el campo como las ciudades y nuestro aire, quizás llegue de manera más extensa y consistente a finales de la semana que viene. Ojalá sea así, falta hace.

miércoles, septiembre 07, 2016

Francis “Rajoy” Underwood, Soria y Guindos

Estuvo ayer muy atinado un analista en twitter cuando afirmó que Rajoy es el único animal que tropieza dos veces en la misma Soria. La renuncia del exministro a su propuesta al cargo en el Banco Mundial, conocida ayer por la tarde, fue una bomba informativa, que los medios contrarios al PP convirtieron en sangre fácil y los favorables distorsionaron, transformando la lógica y justa concesión de hace un par de días por parte de un comité técnico en el justo sacrificio realizado por un concernido Rajoy. Vericuetos absurdos para enmascarar una decisión del gran jefe Mariano que sólo ha generado costes para su persona y entorno, y que era vista por todos como un error garrafal.

O no, que diría el gran Mariano, porque todo puede ser mucho más retorcido. Ya en algunos medios figuraba ayer por la tarde, tras la renuncia de Soria, una teoría muy interesante que a quien ponía en el disparadero no era al frustrado exministro, tampoco a Rajoy, sino al poderoso ministro Guindos. En todo este proceso de nombramiento, en el que el concurso y la comisión a la que tanto se han mencionado ni han existido como tales ni suelen darse (lo apañan los tecos entre ellos) el que más ha salido a defender a la palestra lo sucedido y se ha comprometido a hacerlo ante el Congreso es el Ministro Luis de Guindos, cuyo papel en el gobierno no ha dejado de crecer con los años. Desde hace meses incluso se ha barruntado su nombre como un posible candidato de consenso de cara a conformar un gobierno técnico, una versión hispana del interregno de Mario Monti en Italia, gobierno centrado en la economía, el cumplimiento de los compromisos con Bruselas y el funcionamiento de la administración, sin apenas gestión política. Recordemos que Guindos ni es afiliado al PP ni se ha presentado en las listas electorales. Ese papel de figura emergente ha sido desmentido con fuerza por cualquier portavoz del PP y de otras formaciones, y tomado como absurdo por parte del propio Guindos y su entorno, pero el rumor existe desde hace tiempo, y la imposibilidad de formar gobierno tras dos elecciones fallidas no ha hecho sino acrecentarlo. Pues bien, la teoría que ayer se comentaba y hoy se publica es que la jugada de Soria lo que ha logrado, en realidad, es desactivar a Guindos como alternativa a Rajoy. Siguiendo los consejos de su jefe Mariano, Guindos habría otorgado el puesto a Soria contando con que esa decisión sería respaldada por el gobierno y PP, pero a la vista de la reacción social generada por un nombramiento claramente injusto, y el revuelo en un PP que se enfrenta a elecciones decisivas, no tanto en País Vasco, pero sí en Galicia, Rajoy no ha dudado nada en desdecirse, darle la vuelta al argumentario, aparecer como el salvador que ve la realidad y admite que Soria no puede ocupar el puerto por decencia política, y por consiguiente deshace esa decisión. Y deja a Guindos, valedor y mano ejecutora del proceso, colgado de una brocha. “Así que ese es el criterio moral del tecnócrata aspirante a sucederme” parece querer Rajoy que pensemos todos los que nombremos el nombre de Guindos, en vano o no. Con todo este extraño y chusco episodio, error mayúsculo en todos los sentidos, lo que dicen estas voces es que no hemos asistido a una comedia de enredo entre incautos e incapaces, sino a un episodio de “House of Cards” en versión hispánica, con un cruel cruce de navajazos entre ambiciones políticas cuyo resultado deja a un peso pesado tocado en su despacho de la torre de Cuzco.

La teoría, vista en su conjunto, cuadra, lo cual la hace atractiva, aunque para mi sigue siendo demasiado retorcida. Lo cierto es que, sean cuales sean las fuerzas que se han movido tras el escenario de este extraño episodio, hay ganadores y perdedores, y Rajoy puede acabar no estando entre estos últimos, lo cual vuelve a demostrar, a propios y extraños, que ese curioso personaje de la política con pinta de abuelo bonachón es, como todos los que han llegado a ese puesto, un profesional de exterminar a sus rivales, un individuo poseedor de un afilado colmillo político y una criatura especializada en sobrevivir en el hostil entorno de la cúspide del poder. Otra vez se demuestra que infravalorar a Rajoy es un grave error por parte de quien lo comete.

martes, septiembre 06, 2016

El populismo avanza en Europa. Perdió Alemania

El único consuelo que le puedo encontrar a la patética situación política española es la deriva a la que se enfrenta una Europa asaltada por los populismos. Hasta final de año tenemos dos citas muy importantes, una cumbre en Bratislava este septiembre, sobre el futuro de la UE tras el Brexit, en la que pintaremos aún menos de lo habitual, y el referéndum constitucional italiano de noviembre, que si fracasa puede hacer caer al gobierno de Renzi. Pero visto el panorama, cada elección que se va a dar en el continente va a ser una lucha sin cuartel contra el populismo, que avanza por todas partes.

El último caso ha sido el de las elecciones regionales en el estado alemán de Mecklemburgo-Pomerania Occidental (nombre sencillo, sí) uno de los más pequeños en tamaño y población del país, sito al norte, encima de Berlín, antiguo territorio del este, que pesa poco a la hora de las elecciones federales, pero que es el lugar de nacimiento de Ángela Merkel, es su terruño, por así decirlo. Allí la CDU de Merkel lleva ganando desde la reunificación, pero el resultado de este domingo no supuso sólo la derrota de esa CDU a manos de los socialdemócratas del SPD, sino su relevo al tercer puesto, dado que también fue superada por Alternativa por Alemania, AfD, el partido de extrema derecha xenófoba, valga la redundancia, que por primera vez logra convertirse en uno de los dos más votados en un territorio. Su discurso, extremista, falaz, populista y vociferante, que tiene a los refugiados en todo momento como objeto de ataque, ha calado en la población del estado que, quizás, haya visto menos refugiados de toda Alemania. Ese discurso del miedo ha calado en una población que vive bien, que no es la que posee más renta de todo el país, pero que tampoco ve “amenazada” su posición por la llegada de inmigrantes al territorio. Simplemente AfD ha sembrado el miedo en unas gentes que siempre están, estamos, dispuestas a temer a lo desconocido, y su táctica ha sido muy exitosa. Frente al 30% de los votos cosechados por el SPD y el 20% de la CDU, AfD logra un excelente y muy preocupante 21%, y se convierte en una alternativa de poder real para el conjunto del país. Desde el recuento de la tarde del domingo son tres, no dos, los partidos que cuentan con opciones de ganar en las elecciones federales alemanas, que son el año que viene, y uno de ellos tiene un programa repleto de basura, demagogia, populismo y ruido. Como se podrán imaginar, la noticia, que era esperada por muchos y temida por casi todos, ha sentado como un jarro de agua congelada en la política alemana y, no es para menos, en la europea. En un momento de dificultades serias para el proyecto de la Unión, de falta de rumbo y alternativas, de presión para que en la referida cumbre de Bratislava surja un impulso político y moral que encarrile una desnortada UE, el creciente peso de los populismos en Alemania y Francia (elecciones presidenciales el año que viene) suponen una amenaza de primer orden, no ya sólo contra el sueño de una Europa Unida, sino simplemente contra la convivencia, la democracia y el estado de derecho en nuestras naciones. Formaciones de este tipo, que crecen en todos los países al calor de los efectos sociales de la crisis (aquí nos ha tocado Podemos) son una fuente de inestabilidad social que aún no alcanzamos a comprender en toda su dimensión. Urge una respuesta unificada, creíble, seria y sólida por parte de la política de verdad, frente a estos movimientos. Si no existe el serio riesgo de que alguno de ellos se haga con poder efectivo en uno de los grandes países, y el panorama entonces será demencial.

Lo repito una y mil veces. Tenemos en frente a unos señores equivocados, creyentes en una fe de odio, miedo y exclusión, con el nacionalismo, el radicalismo, la xenofobia y el intervencionismo por bandera. Equivocados, sí, pero creyentes y combativos. Luchan sin descanso por lograr sus objetivos, y poco a poco avanzan. Y en el bando de los demócratas, mucho ruido, indefinición, discusiones, posturas enfrentadas y ninguna coordinación para salvaguardar las esencias e ideas que hacen de Europa el espacio de libertas y seguridad más grande y complejo del mundo. Si nosotros no luchamos por defender ese ideal, por mal que funcione en la práctica, no esperemos que nuestros enemigos nos ayuden. Hay que responder.

lunes, septiembre 05, 2016

La investidura de Soria

Pocas sorpresas, realmente ninguna, tuvieron lugar el viernes en el hemiciclo del Congreso, donde en segunda vuelta Rajoy salió rechazado por los repetidos 180 votos registrados dos días antes. El ambiente, si quieren ustedes, era más tenso, y las despectivas alusiones del portavoz del PP Rafael Hernando a Ciudadanos y la velada intención que dejó el incauto Pedro Sánchez de volver a hablar con quienes ya le traicionaron hace unos meses fueron las únicas notas de interés en una sesión deprimente, fracasada y abocada a la nada, como todas las habidas desde las elecciones del pasado diciembre. Ya llevamos un embarazo de fracaso.

Dos minutos después de esta votación, se hacía pública la noticia del nombramiento del exministro de Industria, Jose Manuel Soria, como representante español en el Banco Mundial, ocupando un puesto de director ejecutivo. Soria es funcionario de carrera, pertenece al cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, uno de los más prestigiosos y de acceso más difícil de los que existen en la administración (conozco a unos cuantos, varios han sido jefes) y está dentro de las prerrogativas de ese cuerpo el acceder a los puestos que ocupa España en los organismos económicos internacionales. Visto desde la asepsia exterior, el nombramiento de Soria para el cargo es coherente. Pero estaremos todos de acuerdo en que eso no basta. Soria dejó el Ministerio hace pocos meses a cuenta de los Papeles de Panamá, en los que figuraba él y su familia, y tras un proceso de explicaciones en las que, día a día, se iba hundiendo en la confusión, tuvo que cesar de su cargo en medio del abandono de todos, también los suyos. Soria, sí, se fue del Ministerio por la puerta de atrás, dejando un balance de luces y sombras que, sobre todo en lo referente al déficit de tarifa eléctrico, es positivo. Pero esa forma de irse, esa causa, lo empañó todo. Otorgar ese puesto, puestazo, a Soria, es una manera de recompensarle por la baja en el gobierno, y sobre todo, vuelve a ser un mensaje de cara a la sociedad, diciendo alto y claro que no importa si alguien ha cometido delitos o no, o ha usado el presupuesto público para su beneficio, o ha eludido sus obligaciones. Si ese alguien es de los míos, sus malas artes serán recompensadas. Y si usted ha cumplido fielmente con las obligaciones tributarias, fiscales y de cualquier otro tipo, “pringao” que ha sido. Este es el mensaje que lanza el nombramiento de Soria. Nuevamente el PP, con Rajoy a la cabeza, organiza una operación absurda en la que el propio partido es el perjudicado gracias al afán de ayudar a un “amigo” que se ha sacrificado por nosotros, dejando nuevamente ver ante la sociedad el concepto patrimonialista, usurpador, privativo que de la política y de los cargos públicos posee gran parte de nuestra dirigencia. Ocurrió en el pasado con el PSOE, ahora es el PP el que aprovecha todo lo que puede, y entre ambos, con gestos absurdos e inmorales de este tipo, alientan el populismo barato de Podemos, que se encuentra con una ventana abierta en el cielo en forma de nombramiento innombrable.


Muchas veces aquí les he hecho referencia al concepto de la ejemplaridad que desarrolla el filósofo Javier Gomá a lo largo de su obra. El fondo de la idea es que en una sociedad abierta no basta con cumplir la ley, siendo ese un prerrequisito, sino que de nuestra conducta y comportamiento públicos se deducirá si somos dignos de admiración o no, si con nuestro ejemplo nos ganamos el respeto. El nombramiento de Soria, que debiera ser rectificado de manera inmediata, es un magnífico ejemplo de lo que no es ejemplaridad, una prueba de que el propósito de la enmienda está muy lejos de entrar en la mollera de los dirigentes públicos y, en este caso en particular, en un Rajoy que sigue ajeno a la realidad.

viernes, septiembre 02, 2016

Los testigos no son siempre fiables

Los testigos juegan un papel primordial a la hora de fijar en la memoria colectiva detalles de los sucesos, presentes y pasados. Sus relatos son una fuente imprescindible para saber qué pasó en un momento dado, los detalles del acontecimiento y cómo transcurrió todo. En los juicios poseen un papel determinante, y en muchas ocasiones su testimonio dirime a un condenado entre la libertad y la cárcel (o la muerte). Sin embargo, los profesionales y entendidos en el tema saben que el testimonio de un testigo es, en muchas ocasiones, una visión distorsionada de la realidad, y que a veces es muy difícil saber qué es cierto y qué sugestión.

Ayer se dio un caso de estos en Madrid. En medio de la psicosis colectiva de atentado que vivimos en occidente gracias al mal hacer de los fanáticos islamistas, una avería en el metro de Madrid se convirtió en un episodio de histeria terrorista. Algunas explosiones o reventones en un convoy que se averió, parece ser que en el contacto del tren con la catenaria (pantógrafo es el nombre de ese dispositivo que la toca) hicieron creer a muchos pasajeros que lo que oían no eran estallidos mecánicos, sino disparos, o explosiones de otro tipo, y el pánico empezó a correr, libre como es él. Gritos, carreras, confusión, nervios, escenas aceleradas en las que lo importante era escapar de un peligro que muchos, sin duda, no habían presenciado, pero que podían percibir en los rostros de los que les rodeaban. Con el tiempo y la intervención de la seguridad del metro el incidente se aclaró, y todo quedó convertido en un susto sin consecuencias, pero a la hora de relatar su experiencia no eran pocos los testigos que afirmaban que sí habían escuchado algo que era parecido a disparos, tanto que a buen seguro tenía que serlo. Una pasajera afirmaba incluso haber visto a una persona con una pistola en la mano disparando. Relatos cruzados que, en todo momento, describían la escena de un tiroteo real, de un atentado terrorista. Dado que ahora sabemos que nada de eso se produjo, ¿cómo interpretar estos testimonios? Es difícil asumir que no son ciertos, y sobre todo será muy difícil hacerlo para aquellas personas que tuvieron la certeza de sentirse protagonistas, rehenes, víctimas de un atentado que finalmente no ha existido. Su cabeza les decía que había disparos, pero eso no era cierto. Esa señora que vio a un hombre con el arma en la mano, no tengo duda alguna, lo vio, pero sólo ella, en su interior. Su mente le hizo ver esa escena para que cuadrara con la sensación y las percepciones que le llegaban. Su estrés, sus nervios, le fabricaron una imagen que concordaba con la realidad que creía percibir. Ante cualquier tribunal, polígrafo o corte que podamos imaginar, esa mujer relataría, serena, que vio al atacante, porque ella realmente lo vio, pese a que no existiera. ¿Cómo se sentirá hoy esa mujer? Seguramente muy mal, y sin motivo alguno para ello, porque nada malo ha hecho, pero la certeza de haber vivido una escena que no era cierta no deja de ser una experiencia perturbadora. Pónganse ustedes en su pellejo, en el de la creencia absoluta en algo real, palpable, físico, no un ente paranormal o religioso, que es tan falso como el objetivo de déficit público. Seguro que no les haría ninguna gracia, y que la reacción de muchos de sus conocidos al esterarse de este episodio les iba a resultar desagradable, ya que no serían pocos los que, disimuladamente o no, se reirían de usted. Pero es probable que, ante un hecho similar, en las mismas condiciones, muchos de ellos también hubieran “visto” ese atacante y pistola.

La escena de ayer en el metro nos pone, nuevamente, ante el dilema de hasta dónde podemos creer los testimonios de testigos que asegura, “sin duda alguna” que “eso fue así”. Hay una escena en una película de los Hermanos Marx en la que Groucho, engañando como siempre a la ricachona de turno, y ante las dudas de ella por sus comentarios, le suelta “pero señora, ¿a quién va a creer más, a lo que ven sus ojos o a mi?”. En el contexto de la trampa la frase es un chiste muy bueno, pero fuera de ese citado contexto, se convierte en una cruda reflexión sobre lo que es la realidad, lo que percibimos de ella y lo que recordamos. Y normalmente esas tres cosas son distintas, en ocasiones ligeramente. A veces, radicalmente. Un libro recomendable al respecto, y excelentemente escrito, es “El sentido de un final” de Julian Barnes.

jueves, septiembre 01, 2016

La prima de riesgo, a cien puntos básicos

Se acabó agosto, y hoy es quizás uno de los días más temidos y odiados por muchos de los que vuelven a casa y a las obligaciones. Bienvenidos todos ellos. El pasado mes tiene fama, merecida a lo largo de los últimos años, de ser convulso y financieramente muy peligroso. Los inversores se van a la playa y, en muchas ocasiones, los ahorros se van a la porra en medio de estrepitosas bajadas de los índices, que pocos son capaces de explicar y, por supuesto, ninguno pudo prever. Fiel a la tradición, la primera semana de agosto fue muy mala, con pronunciadas bajadas del IBEX y resto de bolsas, pero luego la cosa ha mejorado mucho, y el Ibex cerró ayer el mes con una ganancia superior al 1%.

Lo que más ha destacado en los medios en este mes en lo referente a noticias financieras ha sido la ruptura de la barrera de los cien puntos básicos de la prima de riesgo española, sí, esa prima que nos volvió locos hace no muchos años y que casi acaba con nosotros. Recordemos que esa prima no es sino cuánto renta de más el bono español a diez años sobre el de referencia de nuestra área monetaria, que es el alemán. Un punto básico es una centésima de 1%, por lo que si el alemán renta un, pongamos, 2%, y el español renta el 3,5%, estaremos ciento cincuenta puntos básicos por encima de él. Cuanto menor es la diferencia con el referente mejor para nosotros, porque dado que Alemania es quien más barato se financia de la UE, menor diferencia implica menor coste comparado. Desde que el mago Drgahi dijo en 2012 aquello de que haría todo lo que fuese necesario para salvaguardar el euro, y que sería suficiente (whatever it takes, and believe me, it would be enough) las primas de riesgo de todos los países han caído por obra y gracia de un BCE que se ha desmelenado. El que las hipotecas estén tan baratas, el que el euríbor a ustedes y a mi nos cueste cada vez menos, el que los depósitos ya no renten nada, el que los tipos de interés estén muertos… todo eso es obra de Draghi y el BCE, por lo que si tiene deudas puede correr a santificarlo y si posee ahorros le caerá muy mal. Todas estas acciones del BCE han ido aumentando la dimensión de su balance y contribuyendo a lo que se denomina ya en todas partes, la burbuja de los bonos, porque a medida que el BCE y resto de bancos centrales compran bonos y hacen aumentar su precio, el tipo de interés que rentan disminuyen (se mueven de manera inversa) y los tipos en global caen. El que compró bonos españoles en 2012 a un precio de risa, cuando nadie los quería y se pagaban a más de seiscientos puntos de prima sobre el alemán, ha visto hoy como ese bono es mucho más caro, y de ahí su menor rendimiento. Y no hablemos de los bonos que rentan en negativo, que es absurdo, pero están por todas partes. Títulos de inversión que cobran por mantener el importe del principal y devuelven al ahorrador menos de lo que invirtió inicialmente, y a sabiendas. Esta burbuja de bonos y los tipos negativos son algo completamente irracional y suponen una distorsión en los mercados de ahorro globales que no es buena, porque el tipo de interés, el rendimiento, es lo que sirve para medir hasta qué punto una inversión es segura o no, y posee atractivo. Cuando títulos de naciones tan dispares como la nuestra o la alemana rinden casi lo mismo (y cerca de la nada) ese vehículo de información que es el tipo de interés se para y no comunica nada. Se mire por donde se mire, es una situación anómala y no puede mantenerse mucho tiempo así, pero sinceramente ya nada es como era, así que a saber.

El desplome de tipos se ha dado no sólo en los países de la UE, también fuera de ella, e independientemente de sus gobiernos y acciones. Es una especie de regalo caído del cielo fruto del desmadre monetario de los bancos centrales. Por ello es absurdo que partidos de uno u otro signo se lo apunten como un mérito, porque naciones con tasas de crecimiento de PIB tan dispares como la española (crecemos a más del 3% anual) o la griega y portuguesa (estancadas o decrecientes) han visto cómo sus primas se derrumbaban igualmente. En este desplome de los tipos la política ha jugado un papel muy secundario, aunque muchos no quieran vender esa idea. Créanme que es a Don Mario Draghi a quien se lo debemos, para bien o para mal. Será el largo plazo el que juzgue si la suya fue una decisión acertada o no. De momento, para nosotros, nación endeudada hasta las trancas, es un regalo del cielo.