jueves, septiembre 01, 2016

La prima de riesgo, a cien puntos básicos

Se acabó agosto, y hoy es quizás uno de los días más temidos y odiados por muchos de los que vuelven a casa y a las obligaciones. Bienvenidos todos ellos. El pasado mes tiene fama, merecida a lo largo de los últimos años, de ser convulso y financieramente muy peligroso. Los inversores se van a la playa y, en muchas ocasiones, los ahorros se van a la porra en medio de estrepitosas bajadas de los índices, que pocos son capaces de explicar y, por supuesto, ninguno pudo prever. Fiel a la tradición, la primera semana de agosto fue muy mala, con pronunciadas bajadas del IBEX y resto de bolsas, pero luego la cosa ha mejorado mucho, y el Ibex cerró ayer el mes con una ganancia superior al 1%.

Lo que más ha destacado en los medios en este mes en lo referente a noticias financieras ha sido la ruptura de la barrera de los cien puntos básicos de la prima de riesgo española, sí, esa prima que nos volvió locos hace no muchos años y que casi acaba con nosotros. Recordemos que esa prima no es sino cuánto renta de más el bono español a diez años sobre el de referencia de nuestra área monetaria, que es el alemán. Un punto básico es una centésima de 1%, por lo que si el alemán renta un, pongamos, 2%, y el español renta el 3,5%, estaremos ciento cincuenta puntos básicos por encima de él. Cuanto menor es la diferencia con el referente mejor para nosotros, porque dado que Alemania es quien más barato se financia de la UE, menor diferencia implica menor coste comparado. Desde que el mago Drgahi dijo en 2012 aquello de que haría todo lo que fuese necesario para salvaguardar el euro, y que sería suficiente (whatever it takes, and believe me, it would be enough) las primas de riesgo de todos los países han caído por obra y gracia de un BCE que se ha desmelenado. El que las hipotecas estén tan baratas, el que el euríbor a ustedes y a mi nos cueste cada vez menos, el que los depósitos ya no renten nada, el que los tipos de interés estén muertos… todo eso es obra de Draghi y el BCE, por lo que si tiene deudas puede correr a santificarlo y si posee ahorros le caerá muy mal. Todas estas acciones del BCE han ido aumentando la dimensión de su balance y contribuyendo a lo que se denomina ya en todas partes, la burbuja de los bonos, porque a medida que el BCE y resto de bancos centrales compran bonos y hacen aumentar su precio, el tipo de interés que rentan disminuyen (se mueven de manera inversa) y los tipos en global caen. El que compró bonos españoles en 2012 a un precio de risa, cuando nadie los quería y se pagaban a más de seiscientos puntos de prima sobre el alemán, ha visto hoy como ese bono es mucho más caro, y de ahí su menor rendimiento. Y no hablemos de los bonos que rentan en negativo, que es absurdo, pero están por todas partes. Títulos de inversión que cobran por mantener el importe del principal y devuelven al ahorrador menos de lo que invirtió inicialmente, y a sabiendas. Esta burbuja de bonos y los tipos negativos son algo completamente irracional y suponen una distorsión en los mercados de ahorro globales que no es buena, porque el tipo de interés, el rendimiento, es lo que sirve para medir hasta qué punto una inversión es segura o no, y posee atractivo. Cuando títulos de naciones tan dispares como la nuestra o la alemana rinden casi lo mismo (y cerca de la nada) ese vehículo de información que es el tipo de interés se para y no comunica nada. Se mire por donde se mire, es una situación anómala y no puede mantenerse mucho tiempo así, pero sinceramente ya nada es como era, así que a saber.

El desplome de tipos se ha dado no sólo en los países de la UE, también fuera de ella, e independientemente de sus gobiernos y acciones. Es una especie de regalo caído del cielo fruto del desmadre monetario de los bancos centrales. Por ello es absurdo que partidos de uno u otro signo se lo apunten como un mérito, porque naciones con tasas de crecimiento de PIB tan dispares como la española (crecemos a más del 3% anual) o la griega y portuguesa (estancadas o decrecientes) han visto cómo sus primas se derrumbaban igualmente. En este desplome de los tipos la política ha jugado un papel muy secundario, aunque muchos no quieran vender esa idea. Créanme que es a Don Mario Draghi a quien se lo debemos, para bien o para mal. Será el largo plazo el que juzgue si la suya fue una decisión acertada o no. De momento, para nosotros, nación endeudada hasta las trancas, es un regalo del cielo.

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