viernes, septiembre 30, 2016

El sueño marciano de Elon Musk

Quizás una de las maneras de acabar con la crisis del PSOE es que las facciones enfrentadas viajen a Marte y, en el camino, arreglen sus diferencias. Y si no son capaces, que al menos se queden allí, lejos de La Tierra y sin causar más problemas de los que ya tenemos. El anuncio de esta semana de Elon Musk sobre sus intenciones marcianas se lo pone en bandeja. El osado presidente de Tesla Motos y SpaceX se ha lanzado a la piscina, dudoso que contenga agua, con un plan soñador, apabullante, salido de un relato de ciencia ficción sito en unas cuantas décadas por delante de nuestra era. Pero es indudable. Musk tiene un plan.

Tanto por las dimensiones de las naves y cohetes que quiere emplear como por las tripulaciones que se mencionan, que serían capaces de transportar a tres comités federales del PSOE de una sola tacada, el anuncio de Musk ha sido acogido con mucho escepticismo por la comunidad científica y los expertos en la materia. Suena a algo tan descabellado, grandioso y avanzado que, probablemente, aún esté en el horizonte de lo que somos capaces de lograr con nuestra tecnología actual. Y obviamente, suena caro, muy caro. Poner cifras de inversiones, costes y hacer presupuestos de lo que Musk presentó es, simplemente, elevarse a unas cifras que exceden por completo no ya la capacidad financiera de las empresas de este visionario, que siguen perdiendo dinero, sino las posibilidades de muchos gobiernos. ¿Es posible acometer un plan de este tipo? Sí, es factible, pero se requiere un esfuerzo y una dedicación que nos sobrepasa. Visto en perspectiva, el viaje del hombre a la Luna puede suponer la situación más parecida, tanto por el reto que supuso a una tecnología espacial por entonces muy en mantillas y, sobre todo, a una informática que entonces no era capaz aún ni de ser llamada así. Pero en menos de una década se logró el hito de viajar a nuestro satélite, y no sólo una vez. Sin embargo, el contexto político y económico de entonces era muy diferente. El proyecto lunar triunfó porque una superpotencia puso todo su empeño en él para así derrotar a la otra superpotencia. Recursos, personal, dinero, todos los medios imaginables se destinaron sin freno alguno, para ganar esa carrera. EEUU triunfó, y las dimensiones del programa Apollo aún no han sido alcanzadas. Se vuelve a demostrar que, si se quiere, se puede. La gran pregunta es esa, quién quiere embarcarse en la aventura marciana. Es obvio que Musk está entre el grupo de pioneros, pero si no cuenta con recursos financieros (muy) abundantes y un respaldo político y social, el plan presentado esta semana puede volver a convertirse en otro de esos powerpoint maravillosos que nos hablan de un prometedor futuro, similar a esas imágenes que, tras el viaje lunar, nos hablaban de colonias en el espacio allá por el año 2000 y similares. Verlas hoy resulta melancólico, y es realmente difícil imaginar cómo el sueño espacial arraigó con fuerza en aquella sociedad, para luego desvanecerse poco a poco, una vez lograda la meta lunar, vencida la carrera contra una desfondada URSS y, tras ello, comprobar que los planes espaciales ni existían ni, desde luego, eran rentables. Musk sabe todo esto (y muchísimas cosas más) mucho mejor que yo, por lo que, quizás, la presentación de esta semana buscase, sobre todo, empezar a despertar el sueño marciano.

Como siempre, les recomiendo que lean el excelente artículo de Daniel Marín al respecto de los planes de Musk. Comparto plenamente su opinión y me fío por completo de su sabiduría en este tema, que está a años luz de distancia de la mía, pero como le comenté en unos tweets, el mérito de Musk está siendo, sobre todo, generar una batalla tecnológica en los sectores en los que está implantado. El coche eléctrico o el piloto automático ya no se entienden sin pensar en Tesla, los cohetes reutilizables eran una idea de lunáticos hasta que SpaceX nos enseñó que eran posibles. Esa labor de pionero, a veces con los pies en el suelo, otras con el riesgo de vender mucho humo, es el principal mérito de Musk. Su labor, en ese sentido, merece todo el reconocimiento posible. Sigo soñando en ver llegar al hombre a Marte antes de morir

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