jueves, septiembre 08, 2016

El calor da una tregua

Si usted ha llegado hasta aquí, mi más sincera enhorabuena. Ha sobrevivido al inicio de septiembre más caluroso desde que ha y registros, con temperaturas que en Madrid han llegado a los cuarenta grados, oficiales en estaciones como la de Ciudad Universitaria, que se transforman a pie de calle y tráfico en sensación de decenas de millones. En Córdoba los termómetros han escalado hasta cifras inverosímiles, de 45 grados, más propias de Bagdad o Kuwait, y en general se han batido récords para este mes de septiembre en un montón de capitales de provincia. Ha sido un inicio de mes achicharrante.

Como hoy empiezan los colegios en muchas comunidades, entre ellas ésta en la que estoy, se acaba sentimentalmente el verano, por lo que es un buen momento para hacer balance de, al menos en lo meteorológico, como se ha comportado. En comparación el infinito y abrasador verano de 2015, que empezó en primavera y se prolongó hasta unas navidades de manga corta, el de este año puede calificarse de normal. De hecho ha habido pocas olas de calor dignas de tal nombre, sí episodios puntuales de repunte, pero que no iban más allá de un par o tres de días, para luego volver a moderarse y dar una cierta sensación de alivio. En Madrid hubo dos tormentas consecutivas el 4 y 5 de julio, de cierta entidad, que afectaron a toda la ciudad y su entorno, pero después apenas algún cirro cobarde ha osado asomarse sobre nuestras cabezas, y nada de agua ha caído con fundamento. Algunos chubascos dispersos afectaron a zonas del norte de la ciudad hace un par de semanas, pero de manera puntual y durante muy poco tiempo. En la sierra ha habido un par de episodios tormentosos de intensidad pero han sido aislados, sin reiterarse durante varios días. En general julio y agosto han sido calurosos, dentro de lo normal, y extremadamente secos, lo que tampoco es raro del todo. Fruto de todo ello, los jardines de mi barrio, que viven de lo que cae del cielo, y que a principios de julio aún lucían bastante verdosos tras la lluviosa primavera que hemos vivido, empezaron a secarse para mediados de julio y ya ofrecían un aspecto lastimoso con el cambio de mes. A lo largo de agosto las briznas y pajas secas que alfombran el terreno han ido convirtiéndose en polvo, siendo ese amarillo reseco el color dominante. Por entre la sequedad, millones de hormigas han hecho caminos, como no había visto yo nunca en años pasados, y se ha dedicado a recoger parte de esas briznas resecas, supongo que para consumirlas en sus ciudades subterráneas, así que es probable que el primer día en el que vuelva a llover (espero que alguna vez lo haga de nuevo) millones de ellas fallecerán ahogadas en algo similar a un cataclismo bíblico, en versión hormiguero. En el conjunto del país el verano ha sido bastante tranquilo, salvo en la zona de Aragón Cataluña, donde se han sucedido numerosos episodios de tormenta, en algunos casos con granizo. Granizadas fuertes han afectado también a algunas cosechas en zonas localizadas de Galicia (ribeira sacra sobre todo) Rioja e interior de valencia (maestrazgo). Ha sido un año de intensos temporales de levante y de temperaturas que, curiosamente, han sido más altas en la segunda quincena de agosto que en la primera, al contrario de lo que suele ser habitual. Para rematar la temporada de calores, ha sido septiembre el mes que nos ha sofocado más que todos los anteriores con la excepción, quizás, de la última semana de julio, que también fue muy calurosa en la mayor parte del país.

Con la esperada y deseada bajada de temperaturas de hoy se puede dar por acabado este episodio de calor intenso y, con la progresiva inestabilidad de la atmósfera que empezará nuevamente en el triángulo tormentoso de Aragón Cataluña las nubes empezarán poco a poco a dibujarse no sólo en los mapas, sino también en nuestros cielos. No se hagan ilusiones, aún puede haber repuntes y picos de calor, pero la semana que viene pinta más otoñal que las pasadas. Los días ya ha acortado mucho y es lo que empieza a tocar. Y la esperada lluvia, que necesita tanto el campo como las ciudades y nuestro aire, quizás llegue de manera más extensa y consistente a finales de la semana que viene. Ojalá sea así, falta hace.

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