viernes, diciembre 21, 2018

Fin de un convulso año político en España


El consejo de Ministros que se celebra hoy en Barcelona, los incidentes que protagonizarán los de la kale borroka versión senny catalán y la reunión previa de ayer en formato masaje de Sánchez con Torra son la traca final de un año que, políticamente, ha sido incluso más intenso de lo que se esperaba, dado que venía con expectativas. Partíamos con un gobierno de Rajoy débil, que dudaba sobre cuándo presentar los presupuestos al no tener atado el necesario pacto con el PNV, un pacto en el que el tractor de Aitor empezaba a convertirse en un auténtico ejército de cosechadoras que recolectaban mies sin fin. Los casos de corrupción se iban agolpando, o más bien los procesos judiciales asociados a los mismos, y la letanía nacional se mantenía.

Todo cambió a finales de mayo. Coincidiendo con el cincuenta aniversario del mayo del 68 francés, vivimos días de vértigo en el Congreso y, por extensión, en todo el país. Rajoy consiguió atar, comprar, el apoyo del PNV a sus presupuestos, y los aprobó, y a los pocos días el PSOE presentó esa moción de censura que ya es parte de la historia política de España con motivo de una sentencia judicial en la que se acusaba al PP de ser parte integrante de un entramado corrupto. La moción, debatida a toda prisa, se presumía fallida, pero para sorpresa de casi todos, tanto de los perjudicados como de los beneficiados, resultó ser un éxito, porque el PNV cambió de bando apenas haber cerrado las arcas repletas de mies, y Sánchez llegó a la Moncloa, desalojando a Rajoy, que pasó una tarde de jueves de agonía viendo como el poder salía de su cuerpo y se alojaba en uno nuevo experimentando algo similar a una transfiguración pero en negativo. Desde entonces algunas cosas, sobre todo de marketing y propaganda, han cambiado, otras no tanto. Y tenemos a una multitud de presidentes de gobierno, dado que Pedro Sánchez se ha mostrado como el más hábil para utilizar ese dicho de “donde dije digo digo Diego” y retractarse unas veces sí, otras o y luego ya veremos, de cosas que dijo cuando no era presidente, hecho que su vicepresidenta Carmen Calvo ve como de lo más natural cuando el resto del país lo contemplamos tanto con preocupación, por el trastorno multipolar que evidencia Pedro como con sorna, porque hay que tomarse a guasa que a uno le tomen el pelo de esta manera. El PP, sonado tras la pérdida del poder, realizó unas primarias para elegir un nuevo jefe y rumbo. Soraya y Cospedal se despedazaron y Pablo Casado emergió como ganador inesperado, único tras la renuncia de la primera y la defenestración de la segunda. Seguro de sí mismo, con ganas de retornar a un pasado supuestamente glorioso que ya no existe, casado escora el PP poco a poco hacia esa “derecha sin complejos” que le irá restando votos y escaños, pero que, como pasó en las elecciones andaluzas, le puede permitir carambolas que le hagan tocar poder cuando menos capacidad tiene para ejercerlo. Los otros dos partidos, Ciudadanos y Podemos, tampoco salieron indemnes de la moción de censura. Grogui se quedó Rivera tras el resultado, pero ha ido rehaciendo el discurso, y la deriva derechosa del PP y los errores del PSOE le aben margen para crecer por el centro y servir de bisagra múltiple, aunque su techo parece claro. Podemos, que debiera haber sacado bastante rédito del resultado de la moción, no deja de caer en las encuestas, ligera pero constantemente, en gran parte por sus bandazos y el corte mesiánico que su amado líder Pablo no deja de imponer allá donde vaya, lo que hace que casi cada día algunos de los que fundaron la formación lo dejen. Las tensiones territoriales le pasan factura y su apoyo (absurdo de alguien que se dice de izquierdas) a los nacionalistas le desangra en gran parte del país. Hay una quinta formación, Vox, que ha emergido con fuerza, y que será clave para pactos en elecciones futuras. Su presencia es una mala noticia.

Las perspectivas para el año que viene son de máxima incertidumbre sobre cuándo tendrán lugar unas elecciones generales cada vez más necesarias, y de muy incierto pronóstico. Sólo es segura la cita de finales de mayo para europeas, municipales y gran parte de las autonómicas. Lo que parece también probable es que 2019 será un año en el que el ciclo económico empezará a ir a la baja con claridad, o eso apunta el derrumbe de las bolsas que estamos viviendo, y eso añadirá aún más presión si cabe a la eterna y demagógica disputa de todos contra todos que vivimos en nuestro día a día, mientras los grandes problemas de futuro siguen abandonados sin que nadie les preste la atención debida. No espero novedades al respecto en el año nuevo. ¿Y usted?

Subo a Elorrio a pasar los días navideños. Si todo va bien, nos leemos el próximo jueves 3 de enero. Sean muy felices, descansen, abríguense y no coman demasiado.

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