Jugar a bolsa “en cortos” es una manera de ganar dinero en el mercado cuando la acción baja, bastante arriesgada, pero que puede dar buenos beneficios. Funciona de la siguiente manera. Supongamos que creo que una acción puede bajar a lo largo de un mes. Acudo a un dueño de las acciones y firmo un contrato para que me las preste, pagando yo una comisión de, pongamos, 1% y me comprometo a devolvérselas en un mes. Nada más tener las acciones en la mano las vendo, cojo el dinero y espero a que la acción baje. Sea que, en efecto, cae un, pongamos, 5%. Recompro las acciones y en el plazo dado se las devuelvo al titular. Tras el pago de la comisión he ganado un 4% en un movimiento de bajada. Todos contentos.
Evidentemente esto permite ganar dinero al inversionista si la acción, en efecto baja. Si a lo largo de ese mes la acción sube un, pongamos, 6%, al final del plazo estaré obligado a comprarlas y pagar la comisión, por lo que perderé un 7%, mal negocio para el apostante. Por eso, pese a que la operativa en corto es legal y aporta beneficios al mercado, se ha visto habitualmente con resquemor, con miedo a que los de los cortos puedan provocar caídas que les beneficien y, en todo caso, operar desde una posición de buitre carroñero, buscando sacar rédito de las bajadas de mercado. Cuando las cosas se ponen feas no son pocos los operadores bursátiles que prohíben la operativa en corto durante un determinado tiempo y, en general, es obligatorio que los fondos que así actúan declaren cuánto están jugando en esta modalidad cuando el capital de la empresa con el que operan supera volúmenes significativos. Una vía por la que, si quisiéramos, el fondo que opera en corto sufriría mucho, es forzar la subida de la acción cuando sabemos que el fondo se ha posicionado corto en ella. Cuanto más hagamos subir el valor más dinero perderá el fondo que opera en corto, y las pérdidas duelen, siempre, mucho. Pues bien, a lo largo de estos días se ha estado desarrollando una fiera batalla en Wall Street entre clásicos fondos de cobertura, hedge funds, que operan en corto, y miles de pequeños inversores millenials usuarios de aplicaciones de inversión, con el objetivo en la mente de estos últimos de arruinar a los hedge funds. Acciones de compañías con poco movimiento y finanzas en estado dudoso, como la cadena de cines AMC o la empresa de videojuegos GameStop han experimentado subidas espectaculares, de más del 100% de su valor en apenas días. ¿Por qué? Esas empresas tenían declaradas posiciones cortas de varios hedge funds, y en estos días, a través de foros de internet como Reddit y mediante aplicaciones de inversión como RobinHood se ha puesto en marcha un movimiento viral de miles de pequeños inversores jóvenes que han intentado quebrar los fondos. La orden era clara, coge tu dinero e inviértelo en esas empresas, chicharros en el argot de la bolsa española, y todos unidos hagamos quebrar a los operadores de corto. Con subidas de varios cientos en porcentaje esos fondos han perdido millones, muchos millones de euros con este movimiento, en lo que algunos han llamado una guerra de inversores idealistas frente a oscuros operadores de mercado, pero que en el fondo no es sino otro episodio de la codicia que se despierta al calor del mercado de valores. Cuando las acciones de GameStop han subido como lo han hecho los primeros “idealistas” se habían forrado al duplicar o triplicar el valor de su inversión, y a medida que más idealistas se sumaban al carro, cada vez más caro, la ganancia que iban a obtener menguaba al ritmo en el que la acción se disparaba. El último de los idealistas ha palmado dinero como lo han hecho los fondos, y el que la acción de GameStop ayer bajase un 44% es indicativo de que muchos de los idealistas han perdido lo que han metido en este juego de una manera distinta, pero igualmente dolorosa, a como lo han hecho los fondos de cobertura tras el conjunto del movimiento. Eso sí, los primeros que se subieron al carro del ataque idealista han hecho el gran negocio, quizás con los ahorros de un fin de semana, quizás con mucho más dinero. A saber.
Lo que ha sucedido esta semana es espectacular, y la SEC, el equivalente norteamericano a la CNMV, ha anunciado investigaciones para determinar quiénes han provocado estos movimientos y si hay acciones ilegales detrás. Lo cierto es que estos días han sido frenéticos, aderezados cada cierto tiempo con tuits de Elon Musk que lo calentaban todo aún más, y con unas cotizaciones que eran el reflejo de una histeria de jugadores, no de nada relacionado con la inversión, convirtiendo por unas horas a Wall Street en el mayor y más peligroso casino del mundo. Seguro que Michael Lewis acabará contando todo esto de una manera magistral en uno de sus libros. Deseando estoy ya de poder leerlo.
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