Gracias a las películas aprende uno que en primero de apocalipsis se asaltan los supermercados con pasamontañas y bates de béisbol, arramplando con las estanterías y dejándolo todo perdido. En marzo, cuando ir al súper se convirtió en odiseas dignas de ser contadas, nos saltamos esa lección y el civismo parecía imperar. Quizás en alguna esquina existieran traficantes de papel higiénico, reconvertidos luego en harineros, pero en general ni hubo problemas de abastecimiento ni conductas reprochables. Superamos aquella prueba y dejamos para la ficción las escenas de violencia y botes arrojados por doquier. Eso, quizás sólo eso, salió bien.
Pero en los últimos cursos de apocalipsis, empezando a vislumbrarse la posibilidad de obtener el graduado, estamos cayendo de cabeza en los vicios que tanto han recreado guionistas de todo tipo, vicios que salen de nuestro egoísmo e instinto de supervivencia. Primero eran casos anecdóticos, sueltos, pero poco a poco el goteo se está convirtiendo en una avalancha de personajes de todo tipo, muchos de ellos representantes oficiales, adscritos a partidos políticos de uno y otro signo, que se están colando a la hora de obtener las dosis de la vacuna. Ha sido sonado esta semana el caso del Consejero de Sanidad de Murcia, del PP, que ya ha sido cesado, o los de los alcaldes del PSC PSOE que han sido suspendidos de militancia, pero que no han dejado sus puestos, o los de los gerentes de hospitales en Bilbao, que tomaron su dosis antes que ninguno de los empleados de sus centros o sus pacientes, o el Consejero de Sanidad de Ceuta, del PP, que además de aprovechado usa como excusa que es antivacunas, o…. la lista crece y crece y crece, y siempre muestra lo mismo. Personas que ocupan puestos de responsabilidad en lo suyo, que poseen autoridad entre otros, y usan ese poder para saltarse los criterios establecidos y obtener un beneficio, en forma de dosis, que aún no les corresponde. Se habla, como excusa, de que sobran dosis en los viales y que sería un desperdicio desaprovecharlas, y a mi se me ocurre que hay millones de personas ancianas en este país que aún no han sido vacunadas, seguro que más de una cerca de los lugares de trabajo de todos estos individuos, y que debieran recibir esa dosis “que sobra” antes que las decenas, cientos, de usurpadores que se les han adelantado. Lo que estamos viendo me recuerda mucho a las escenas de evacuación del Titanic, donde la regla de “las mujeres y los niños primero” fue suplantada por “los más ricos de primera” a la hora de llenar, y no mucho, los botes salvavidas. De mientras los que tiraban de privilegios salvaban su pescuezo y no se apretaban mucho en los botes el pasaje se condenaba a naufragar en las gélidas aguas del Atlántico con poquísimas esperanzas de supervivencia. ¿Qué denotan estos comportamientos? Lo ya sabido. Ante situaciones tensas en las que la supervivencia está en juego aparecen muchos sentimientos y comportamientos instintivos, e igual que los hay que se sacrifican por los demás están los que se aprovechan de lo que sea y de quién sea para salvar su pellejo. En muchos casos ambas actitudes se producen de manera automática, no pensada, surgen del interior de cada uno, donde se mantienen escondidas, a veces hasta para el propio individuo. La corrupción, que no es otra cosa que lo que vemos con las vacunas, funciona de esta misma manera. Ante la tentación algunos se resisten, acudiendo a motivos morales o personales, pero muchos caen. Pongámonos ahora en el pellejo de estos sujetos, supongamos que tenemos acceso a poder vacunarnos y, a sabiendas de que está mal, podemos. ¿Qué haría usted? No responda, cállese la respuesta. Sabemos todos cuál es el juicio moral que merecería su comportamiento en caso de aceptar la vacuna, pero quédese con la respuesta.
Ha comentado Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana, enfadado con toda la razón, que los que se han saltado el turno no debieran recibir la segunda dosis, perdiendo por ello la posibilidad de la inmunización. No estoy de acuerdo, dado que han recibido la primera, que reciban la segunda. Y tras ello, mi propuesta es que les metan una multa equivalente a unos dos años de su sueldo, y que, por su puesto, se pasen una temporada en las UCIs y hospitales de su región, limpiando baños, fregando pasillos, reponiendo suministros… haciendo, a ser posible, las tareas más ingratas, menos reconocidas, tan necesarias como todas las demás, que sin dudas ellos desprecian hasta el extremo. Que sea esa su pena. ¿Qué apostamos a que ningún partido los castigará?
1 comentario:
Yo estoy total mente de acuerdo ya que de alguna forma deberían de pagar esa forma egoísta de actuar y de utilizar el poder que de alguna forma les han dado talvez los que se han quedado sin las vacunas que ellos indebidamente han utilizado. Que les den la segunda dosis pero que lo paguen y esa seria una buena forma, pero ningún partido lo va ha llevar a cavo, de eso estoy seguro.
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