lunes, diciembre 20, 2021

Contagios disparados

Quizás lo más asfixiante de la situación que vivimos provocada por la pandemia sea la sensación de ser, todos, un grupo de hámster amaestrados que no dejamos de rodar y rodar en una rueda que se repite sin fin y que no lleva a ninguna parte. La sucesión de olas de positividad y su remisión nos hacen volver constantemente a casillas de salida que creíamos haber dejado atrás y, si para cada uno de nosotros resulta ser un gran fastidio, para el devenir de las sociedades introduce un factor de hartazgo que es difícil de medir pero que pesa como una losa. Y genera consecuencias, ninguna de ellas positiva. La paciencia es una virtud de capacidad no infinita.

¿Estamos igual que en olas pasadas? Desde luego que no, pero sólo por uno de los factores, la vacunación. Con incidencias como las presentes, sin vacunas, los fallecimientos serían de varios cientos al día, camino de los muchos cientos, y sin embargo estamos en cifras que son serias, pero muy alejadas de esas, con algunas decenas al día, no llegamos por ahora al muerto por millón de habitantes diario. Eso no es ningún consuelo para los familiares de las víctimas o de los que, ahora mismo, pasan las horas en los hospitales, preocupados por la salud de los suyos, enganchados a respiradores o sometidos a agresivos tratamientos que busque paliar los síntomas que el coronavirus les provoca. Pero el hecho de que, en cada ola, proporcionalmente, muera menos gente es un éxito fruto de la vacunación. Sin embargo, debemos recordar que estas vacunas que tenemos protegen, con un grado de eficacia muy alto, frente a cuadros graves de la enfermedad y la muerte causada por la misma, pero no evitan que si pillamos el virus pasemos una versión atenuada de la enfermedad, y tampoco evita que contagiemos a otros. El vacunado tiene menor carga vírica, pero es un vector de transmisión del contagio, y eso se debe a que estas vacunas no son esterilizantes, es decir, no eliminan la carga viral en quien se las inocula. Una vacuna esterilizante nos protegería y nos eliminaría como vector de transmisión, reduciendo los contagios de una manera efectiva, haciendo que las positividades de cada ola fueran muy a la baja. La efectividad de las vacunas, muy alta, se reduce algo, según parece, en presencia de la variante ómicron, pero la inmunidad celular adquirida por el sistema inmunitario tras la inoculación de las dosis permanece y sí parece ser capaz de atacar a la enfermedad causada por ómicron, por lo que los vacunados no estamos, para nada, indefensos respecto a esta nueva variante. ¿Cuál es el gran problema? Que si su transmisibilidad es tan elevada como parece acabará generando un número elevado de casos aunque sólo sea por la acumulación de los mismos entre un enorme número de contagiados, y de ahí a la saturación de los sistemas sanitarios hay muy poco. En España hemos vacunado mucho y bien, pero este es el único frente de la epidemia que hemos afrontado de manera exitosa, en todos los demás nuestro fracaso es total, y en la actual ola de positivos nos volvemos a encontrar con unos sistemas sanitarios sobre cargados, en los que no se ha invertido nada en todo este año y medio, con unas plantillas desbordadas que fueron reforzadas con contratos de interinidad en los peores tiempos de 2020, pero que vuelven a su escasez crónica tras los despidos realizados por todos los gobiernos autonómicos. El desastre de la sanidad que vivimos tiene un culpable, la falta de inversión, fruto de unas decisiones de diecisiete más uno gobiernos, a los que no les interesa aquello a lo que no pueden sacar rédito electoral. Las vacunas han salvado miles de vidas, la actuación de nuestra dirigencia, ninguna.

¿Qué hacer ante esta ola? En medio del caos, con cada CCAA haciendo lo que le parece, y el gobierno central escondiéndose, la solución pasa por la responsabilidad individual a la hora de las conductas de riesgo y por vacunar a quien no lo esté. No se lave las manos como un poseso, no sirve de nada, mantenga la mascarilla en espacios cerrados y, especialmente, en los de ocio, como bares, restaurantes y lugares privados. Ventile las estancias que carezcan de sistema de filtrado y circulación de aire, no se asuste tanto de las aglomeraciones en la calle pero sí de los encuentros en los que la gente se abraza sin mascarilla ni distancia. Y vacune a sus hijos pequeños si los tiene, y si usted no está vacunado, por favor, inyéctese YA.

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