La noticia de ayer del adelanto electoral en Castilla León, haciendo que ya en 2022 tengamos unas primeras elecciones, es un perfecto resumen de lo que ha sido este año en lo político, en la constatación del fracaso de los partidos que dominan la escena nacional, y que en este año nos han ofrecido una buena muestra de hasta qué punto, nulo, les importan los problemas reales de la ciudadanía a la que, en teoría, se deben, y no hacen más que realizar sucios cálculos tácticos sobre cómo hacerse con un voto o escaño adicional. Cálculos, por cierto, realizados por fantoches que iban de gurús y que eran unos fracasados. De mientras tuvieron el poder fueron adulados por pelotas de turno que ahora callan ante las ruinas de nombres que dieron miedo.
Entre subida y bajada de contagios, subida incesante de precios, disparo de los costes de la energía y empleos que vuelven a lomos de una recuperación que parece truncarse, la ganadora política del año tiene nombre de mujer, se llama Isabel, su segundo apellido es Ayuso, y ha sido encumbrada como la lideresa social de gran parte del país no tanto por sus méritos propios, escasos, como por los deméritos de los contrarios, que la convirtieron en estandarte a derribar y ella supo aprovechar una supuesta pira para, como Juana de Arco, elevarse a los cielos, en este caso electorales. La estrategia de mociones de censura que ideó el presunto genio Iván Redondo con la primera pieza murciana generó un tsunami que acabó con el adelanto electoral en la Comunidad de Madrid y la victoria aplastante del PP, más bien de Ayuso, que dejó anonadado tantos a propios como extraños por la dimensión de una victoria que no pocos estudios demoscópicos anticipaban pero que la propaganda mediática eludía, autoengañada. El desastre del PSOE en Madrid fue tan épico que acabó quedando por debajo de Más Madrid, la marca errejonista, que les supero, por poco, en votos. Las consecuencias de lo que pasó en mayo aún se viven, y no sólo entre los derrotados. Ese movimiento costó la cabeza de dos petulantes fracasados, Pablo Iglesias e Iván Redondo, que dejaron ya de engañar a muchos que aún creían en sus figuras y ahora apenas logran ser escuchados por los pocos fieles que cuentan sus decadentes parroquias, no vacías, pero sí al borde de la ruina. Otros parroquianos exaltados, los de Vox, han aguantado el año mejor de lo esperado, lo que es una mala noticia, pero en Madrid su resultado fue malo y siguen en una tierra de nadie, no siendo alternativa, pero sí teniendo la fuerza suficiente como para convertirse en un problema político y el más fiel aliado de Sánchez para impedir que, ley electoral mediante, el PP vuelva al gobierno. Sánchez sigue en la presidencia, y ha atado unos presupuestos nuevos para el año que viene, lo que es un éxito para él. Son unas cuentas vacías, que ya eran increíbles creciendo al 6% vendido por Moncloa pero que ahora, con el frenazo económico que nos viene por ómicron y la inflación serán poco más que un cuento infantil. Dentro de su gobierno le ha crecido a Sánchez un problema de estrategia electoral, llamado Yolanda Díaz, cuya carrera mediática crece a la vez que la vacuidad de su discurso huye de la bronca constante que ejercía el anterior líder supremo de su formación. Es bastante más lista que su exdictador jefe la señora Díaz, aunque está por ver si estamos ante un nuevo fenómeno alimentado desde algunos medios pero con poca base electoral efectiva o una fuerza emergente que sea capaz de hacer la competencia al PSOE. De momento, en casa Sánchez se ve cada vez con más recelo a la vicepresidenta. El tiempo dirá si su ascenso es sólido o no. La marcha del impresentable redondo trajo el ascenso a los altares de Félix Bolaños como ministro y hombre para todo. De perfil más serio, Bolaños ha introducido más tranquilidad en un desgobierno que funciona como dos almas que no se hablan, y que sólo está preocupado por el marketing político. Su gestión es nefasta y, aún así, no le va mal. En el PP, el triunfo arrollador de Ayuso ha despertado el miedo y los celos de Pablo Casado y, sin poder por el que pelearse, ambos líderes se enfrentan en un espectáculo tan inútil como patético, dando alas a un Sánchez que no acaba de creérselo.
Sí, de las cosas reales de la vida ninguno de los antes mencionados, y otros tantos, han hecho nada para que a usted este año le vaya mejor. Sobre las subidas de los precios, el desastre de La Palma, las ayudas a PYMES y autónomos, arrasadas por la crisis covid, la gestión de las relaciones con Marruecos tras su ataque híbrido a Ceuta con miles de inmigrantes usados como armas arrojadizas, el abandono de los ciudadanos por parte de gobiernos autonómicos que, como el catalán, siguen mirando sólo a una parte de la ciudadanía, la que consideran auténtica, despreciando a los que ven como inferiores… sí, de esas y de otras tantas cosas la política se ha desatendido por completo. Y luego se preguntarán sesudos analistas el porqué del desapego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario