Les contaba ayer lo poco que sabíamos sobre la filtración de información reservada que ha salido de la inteligencia norteamericana, y que seguramente tardaríamos mucho en saber quién estaba detrás y cómo se había desarrollado la operación. Como vivimos tiempos raros, acelerados, sin sentido, resulta que hoy mismo conocemos más información de lo que ha sucedido, y cómo, y al enterarme de ello no pude ayer sino tener una sensación de incredulidad y, también risa. Y algo de humildad, porque si pensaba que seguía teniendo alguna noción sobre cómo funciona el mundo, es evidente que la perdí hace tiempo, y cada vez entiendo menos de las cosas que pasan y el por qué suceden.
Con un apabullante despliegue de fuerzas de seguridad, armadas hasta los dientes, y vehículos policiales y del ejército, las televisiones de todo el mundo mostraban cómo los agentes reducían a un hombre menudo que iba en bermudas a las afueras de la casa donde, se supone, vivía, en las afueras de Massachusetts. Un sujeto que no suponía riesgo alguno para la seguridad del operativo de detención era inmovilizado, esposado y trasladado a uno de los furgones militares para ser encarcelado. Se trata de Jack Teixeira, un chaval de 21 años, sin que haya información sobre si el apellido que luce es de origen gallego y, en su caso, a qué generación de emigrantes se remonta. Un amigo de Jack, que aparecía en televisión de perfil con el rostro semioculto, lo define como amante de Dios y de pegar tiros, combinación que en EEUU es más habitual y aquí resulta ser una pura extravagancia (salvo en los grupos terroristas como ETA o el IRA). Jack es guardamarina, trabaja para el ejército de EEUU, y en sus ratos libres, que serán abundantes, ejerce como informático y jugador de videojuegos a pleno rendimiento. Participa con asiduidad en un chat de jugadores y ansía ser el líder carismático de su pandilla de enganchados a las consolas. Es en uno de esos foros de jugadores, de los que hay incontables por el mundo, donde hace ya algunos meses el Texeira famoso empezó a colgar imágenes de documentación secreta sacadas de fuentes de inteligencia de EEUU a las que, por su trabajo, tenía acceso. El objetivo de colgar eso ahí no era realizar un servicio a Rusia, previo pago, o actuar como un espía infiltrado en un proceso que llevó a Jack años desde su captación cuando era un crío, no… nada de eso. La idea de Jack era fardar, presumir ante sus compañeros de partidas de que era un tío importante y que tenía información que ellos, y todos los demás, no podían poseer. Quería que le adorasen en su grupo de enganchados a la play y para ello iba soltando piezas de información en un foro entre cientos de mensajes de cómo pasar pantallas o cómo evaluar los puntos obtenidos o cosas por el estilo. Jack no estaba a sueldo de una potencia extranjera, no ha participado, que se sepa, en una conspiración patrocinada por una entidad oscura de alcance global ni está inmerso en un grupo formado por profesionales del espionaje, ni nada por el estilo. Es sólo un chaval de 21 años, repitan la edad, 21 años, que ha tenido acceso a una información de muy alto nivel y que la ha visto como la herramienta perfecta para hacerse el más molón de la pandilla y, quien sabe, tener opciones para ligar con alguna amiga que no le hacía caso, y que al pasarle las imágenes de lo que Jack filtraba seguro que empezaría a echarle más de un ojo. De la acumulación de información en el chat compartido entre los jugadores amigos de Jack a que algo de todo eso circulase por la red no pasó mucho tiempo, y es por ello que el repositorio de información filtrada ha surgido en un foro de fanáticos de Minecraft, un juego de construcciones que cuenta con millones de participantes en todo el mundo, seguro que tan enganchados a los bloques y sus posibilidades como Jack y sus amigos.
Si esta historia es así, estamos ante un fracaso absoluto de las medidas de seguridad y control de la información reservada en EEUU, que debiera explicar cómo documentos de esa relevancia están disponibles para que un crío poco más que mayor de edad sea capaz de copiar y manejar como si fueran las instrucciones de una nueva demo de un juego. Resulta que las brechas de seguridad de los estados, en los tiempos actuales, no dependen tanto de una estrategia digna de película de James Bond o novela de Le Carré, sino que están en manos de un panda de críos que juegan a los videojuegos y se pasan los últimos informes de la guerra de Ucrania como cartas para poder alardear de lo chulos y guays que son. Sinceramente, cada vez entiendo menos de todo lo que me rodea.
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