Como estamos ya en plena campaña electoral vamos a tener que escuchar muchos anuncios falsos, prometiendo de todo, tanto desde el gobierno como desde la oposición. Resulta curioso comprobar que, si se siguen haciendo con el paso de los años, es porque pueden tener algún efecto en la cosecha de votos, cosa que no entiendo. Quien estando años en el poder anuncia algo que pudo haber hecho en su momento y no hizo es una manera de engañar al personal, y quien estando fuera promete de todo a sabiendas de que al llegar al poder no lo hará también incurre en engaño. Es todo muy infantil, pero parece que efectivo.
El anuncio de Pedro Sánchez de “movilizar” 50.000 viviendas de la SAREB ha dominado el debate estos días en España, y se ha dicho de todo, aunque poco del verbo utilizado para hacer el anuncio, porque poco hay menos apropiado que “movilizar” para referirse al mundo inmobiliario. Yendo a lo relevante, ese anuncio es pura propaganda de campaña y no tiene valor, y en pocos días, a lo sumo semanas, habrá sido olvidado, y dentro de algunos años, sea quien sea quien gobierne, la SAREB seguirá teniendo muchos pisos que nadie querrá. Esa entidad es el nombre comercial que se le puso al llamado banco malo, entidad que agrupó los activos tóxicos de las cajas de ahorro tras el derrumbe de 2012. Ahí se agrupan activos de todo tipo, desde promociones terminadas hasta muchas a medio hacer y que siguen abandonadas desde entonces hasta bolsas de suelo con permisos de construcción de todo tipo, desde vigentes hasta más que caducados. La SAREB ha ido haciendo ofertas de venta de los inmuebles terminados que tiene de manera periódica, a través de subastas o acuerdos con inmobiliarias y bancos comerciales, y podría preguntarse uno si en una época de mercado inmobiliario caliente como la que se ha vivido estos dos últimos años la cartera de pisos de la SAREB no se ha reducido hasta agotarse. La respuesta es que no, y la causa viene del origen mismo de la creación de la entidad y de los activos que reúne. No son pisos en zonas ahora llamadas tensionadas, barrios de alta demanda y espacios en los que la gente se pegue por vivir, no. Son promociones que en los años de la burbuja se lanzaron como ofertones porque todo se financiaba y pagaba. En su mayoría pertenecen a urbanizaciones situadas en lugares mal comunicados, localidades medianas o pequeñas que, en el final de su línea de horizonte, permiten atisbar que hay una gran ciudad allí, a lo lejos. Se denominaron en su momento activos tóxicos porque el derrumbe de la burbuja los convirtió en coste constructivo que no iba a poder ser vendido y, por tanto, recuperado. Muchas de esas viviendas, de las que existen, no le interesan a casi nadie porque están en lugares donde casi nadie desea ir, y por eso se mantienen en la cartera. De tener SAREB pisos en zonas de expansión de Madrid o Barcelona hace tiempo que se los habrían quitado de las manos, y de hecho no hubieran sido considerados tóxicos por parte de las promotoras que los edificaron. En general, es un parque de viviendas con escasa demanda. Sobre muchas de ellas, además, existen derechos por parte de las CCAA, en parte porque provienen de Cajas de Ahorro en las que los gobiernos regionales hicieron y deshicieron (y así pasó lo que pasó) por lo que las decisiones de la SAREB no pueden ser tomadas directamente, sino que requieren el acuerdo de estas administraciones. Si cuando el color político de todas es el mismo este tipo de acuerdos tardan mucho, imagínense cuando un gobierno es de un partido y otro de otro. Pueden esperar sentados bajo buena sombra para hacer tiempo. En el caso de los solares, la situación es peor aún, ya que no existen ni siquiera viviendas, más allá de vagos proyectos, probablemente caducados. Y si las viviendas hechas están situadas lejos de lugares de interés y demanda, los solares imagínense, que ni en los tiempos de la burbuja llegaron a ser edificados porque no fueron considerados demasiado atractivos.
En fin, que del anuncio gubernamental de vivienda de Sánchez uno rasca un poco y descubre que mucho anuncio y poca vivienda, por lo que el efecto que puede tener una decisión así se lleva hasta el final (apuesten a que no se hará) sería tan escaso como prolongado su tiempo de ejecución. La SAREB no es la solución al problema del acceso a la vivienda por parte de quienes la necesitan, y no está muy claro cuál es la opción correcta para acabar con un problema que es importante y difícil. Desde luego las campañas electorales no arreglaran eso ni nada más, aunque lo prometan con todo el empeño del mundo. No se dejen seducir por la propaganda.
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