Si uno sigue la política española en los últimos años, además del ruido insoportable, comprobará que las palabras y expresiones que se usan han perdido todo su valor. Si alguien desconoce el idioma seguro que no entiende nada y, para los que lo conocemos, se puede decir lo mismo, añadiendo un toque de indignación. El marketing político siempre ha sido burdo, nada elaborado, pero Rajoy fue el que llegó más lejos en el arte de no decir nada hablando mucho. Tras él vino la política del no es no, que ha sido superada por la tautología inversa, la ley del sólo sí es sí, que esconde tanta incompetencia en su redundancia que resulta antológica. Explíquele a un guiri que es eso del no es no y sí es sí, y entonces quizás se de cuenta de lo absurdo que resulta todo.
El lanzamiento de la candidatura a la presidencia del gobierno por parte de Yolanda Díaz ha puesto la marca Sumar en el disparadero, y la ha unido al enorme conjunto de nombres, adverbios y términos que se engloban en el espectro de la izquierda, auténtica máquina de crear formaciones que se suceden unas a otras en un continuo espacio tiempo ideológico. Sumar nace del hecho de que Podemos no puede, y aquí tienen ustedes otro juego de palabras difícil de explicar a un foráneo. El invento que creo Pablo Iglesias hace tiempo que se ha convertido en una decadente secta a mayor gloria del líder fundador que, desde la trastienda, maneja los hilos de un conglomerado político que tocó techo hace bastante tiempo y se desinfla sin remedio entre su propia incompetencia y el sectarismo que reparte a los demás. Surgido del caldo de cultivo de la indignación del 15M, Podemos nació como una formación de orígenes diversos, que sobre todo respondía al hartazgo frente a la respuesta bipartidista a la crisis económica, y de ahí su eclosión espectacular en todo el país, pero Iglesias, listo, supo organizarlo en forma de partido político, dejando la transversalidad muy rápido para refundar una organización comunista de corte estalinista, al servicio de su propia imagen y deseos. El disparo mediático de Podemos hizo que las formaciones a la izquierda del PSOE empezarán a ser llamadas confluencias, y se unieron en torno a este nuevo actor político, obteniendo muy buenos resultados electorales. Lo que era Izquierda Unida, esa carcasa creada para esconder las quemadas siglas comunistas, se pasó por completo a Podemos y Garzón e Iglesias escenificaron, con unas cervezas y abrazos en Sol, la unidad de ese espectro. Tras los buenos resultados, Podemos empezó a transformarse a toda velocidad en Pablemos, y no es un chiste, sino la descripción de una amarga realidad. Todos los que osaron no seguir los dictados del líder fueron siendo apartados, defenestrados, insultados sin piedad por las fieras que Iglesias controla desde sus redes sociales, y el partido fue siendo cada vez más una secta. Afortunadamente la gente lo fue viendo y el resultado electoral de la marca fue declinando desde su máximo, aunque antes tuvo la oportunidad de llegar al poder del gobierno tras la segunda repetición electoral de 2019. La derrota absoluta de Iglesias en las elecciones autonómicas madrileñas de 2021 le llevó a dejar la formación, de boquilla, y a nombrar a Yolanda Díaz como su sucesora, con la idea de que la marca Yolanda aportase algo de frescura a unas siglas chamuscadas pero, desde luego, siempre bajo la supervisión de Iglesias, que marcaría el mensaje, las candidaturas y los movimientos. UN trabajo en la sombra con una marioneta en el escenario. La marioneta resultó ser más lista y menso dócil de lo que el autoritario suponía, y ha creado su propia marca de una manera curiosa, en un proceso lento y con el respaldo que supone hablar desde la vicepresidencia del gobierno. La puesta de largo de la formación y la candidatura de ayer recordaba mucho a escenas vistas hace unos años, cuando Podemos era algo incipiente y generaba ilusión en ese espectro político. ¿Le espera a sumar un destino similar? ¿Estamos ante la repetición de lo ya visto? ¿Es Yolanda Díaz puro marketing o hay algo más?
Por de pronto ayer, en el acto, no estuvieron los dirigentes de Podemos, que a partir de hoy se van a dedicar a sabotear lo que Yolanda proponga a sabiendas de que no hay sitio viable en la extrema izquierda para dos formaciones. Podemos quiere coliderar Sumar con Yolanda, lo que significa que Iglesias siga decidiendo, y ella sabe que, si quiere tener alguna opción electoral, debe huir como de la peste de los modos y maneras del dictador de Galapagar. Si Sumar crece en su espectro el PSOE puede ser uno de los damnificados, de la misma manera que Sánchez puede beneficiarse de lo que la unión de ambas formaciones sea capaz de lograr si consiguen apuntalar sus resultados. Ahora mismo las encuestas no indican eso. Veremos a ver qué pasa.
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