lunes, julio 10, 2006

Coches

Este caluroso fin de semana, tras mucho tiempo sin hacerlo, he ido al cine, y he visto la nueva película de Pixar “Cars”, Coches, que retrata un mundo protagonizado por coches y, en general, vehículos de cuatro ruedas. Muy buena película, quizás no tan redonda como Los Increíbles, pero es que esta última es de una genialidad desbordante. Hay muchas cosas que se pueden destacar de “Cars”, empezando por la defensa de unos sólidos y muy necesarios valores morales, que cierto diario el viernes calificaba de rancios, pero me quedo con el hecho de ver un mundo lleno de coches, por y para ellos, y en eso la realidad no dista mucho de la ficción.

Hace años se decía que si un extraterrestre viniese de visita a La Tierra pensaría que, hasta no tocar suelo y vernos, sus habitantes serían unas cajas de metal provistas de ruedas que andan por todas partes. Esa sensación la puede disfrutar uno mismo desde el GoogleEarth. A medida que vamos descendiendo sobre cualquier punto, especialmente sobre occidente, empezamos a distinguir ciudades, carreteras, y edificios, y justo al final, coches. Aparcados, atascados, en medio de caminos polvorientos, surcando autopistas... coches por todas partes. Y sí, parece que son los coches los que viven en las ciudades. La apoteosis se da en las ciudades americanas, diseñadas en una época en la que ya se intuía el despliegue del invento del siglo XX. Enormes avenidas, cruces esquinados, pisos de autopista superpuestos sin fin y gigantescos aparcamientos por doquier, que parecen restaurantes de autoservicio para bujías, aceite y gasolina, como hamburgueserías para los coches. Quizás no somos conscientes de la importancia del coche en nuestras vidas. Lo damos por asumido, pero es una novedad radical que ha cambiado tanto nuestros paisajes y costumbres en este pasado siglo como pocas cosas lo han hecho a lo largo de al historia.

En la película los coches sienten, comparten, sufren, se ríen y expresan (sí, un coche se puede expresar si le das cariño y mucha imaginación) mejor que los actores de verdad en muchas de las películas normales. Esos coches no son conscientes del efecto invernadero, ni de la contaminación que provocan, a excepción de la furgoneta Volkswagen, siempre alternativa, pero desean ser felices, conocer el amor, olvidar desgracias pasadas, volver a ser importantes y sentirse queridos. ¿A quién no le puede enternecer eso? Si puedo comentaré en otra entrada otros aspectos que me han llamado la atención (y gustado) pero por ahora basta con ir a verla y disfrutarla, que no es poco.

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